En los últimos días el debate sobre el contenido del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para la formación de gobierno se ha centrado fundamentalmente en dos aspectos: los económicos y, en menor medida, la cuestión territorial. Sin embargo, uno de los temas claves del programa para el futuro gobierno ha quedado ensombrecido en la discusión: me refiero a las políticas ecológicas y de sostenibilidad.
En un país en el que el actual presidente del gobierno (en funciones) ha llegado hasta a negar de manera pública y notoria, la existencia misma del cambio climático; ya su mera mención en el documento es un paso adelante con respecto a las políticas que hemos vivido hasta ahora.
Sin embargo, conviene ir más allá, y por eso analizamos con detalle las propuestas para frenar uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos a nivel mundial.
El acuerdo que hay sobre la mesa se queda demasiado lejos de lo que necesitamos. Por ejemplo, en materia de política energética, la mayor debilidad es la falta de objetivos e indicadores concretos en muchas cuestiones claves y urgentes. Apenas se menciona un presunto y difuso “Pacto de Estado de la Energía”, del que no se describen siquiera los posibles contenidos. Probablemente lo interesante hubiese sido que los negociadores enviados por Pedro y Albert hubiesen tenido en mente, al menos, los objetivos de producción de las distintas fuentes de energía que establecieran claramente cuál sería su hoja de ruta propuesta.
¿Apuesta el pacto por una transición energética hacia un modelo basado al 100% en las energías renovables? Sobre el papel sí, pero rascando un poco se queda en simple brindis al sol. Hay una cuestión clave que no se aborda: la demanda energética. Ni siquiera se establecen objetivos de ahorro y eficiencia que puedan contener un posible crecimiento de la demanda que dificultaría enormemente que se alcance una verdadera transición hacia las energías renovables.
Sin concreción, todo queda en mero papel mojado; los objetivos, en especial referidos a la contención de emisiones de CO2 son fundamentales para alcanzar un cambio de modelo. Si tomamos como ejemplo el Plan alemán (Energiewende), que aborda al mismo tiempo el cierre nuclear y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en ambos casos establece objetivos concretos. El caso alemán es muy significativo, ya que se trata de un país con una mayor industrialización que España, y un PIB superior. Ello hace aún más llamativo que el Plan de gobierno PSOE/Ciudadanos se quede en la generalización sin apostar por objetivos concretos, y ambiciosos que darían credibilidad a la idea de avanzar hacia un modelo de economía verde.
En cuanto al cierre nuclear se echa de menos, y más después de firmar un compromiso, una mención explícita a Garoña, actualmente objeto de una enorme polémica por la intención de reabrirla. Respecto al fracking, el acuerdo simplemente propone una “moratoria”, que se nos antoja insuficiente ante la avalancha de proyectos que se ciernen sobre nuestro suelo. Tampoco hay un compromiso claro de eliminación de la combustión de carbón, recordémoslo, el combustible fósil más contaminante.
Seguimos. No hay un apartado específico sobre movilidad y cómo abordar las emisiones del transporte. En este sentido el apoyo al transporte de mercancías por ferrocarril queda huérfano, al no haber una propuesta concreta sobre este tipo de infraestructuras; ni siquiera se recoge qué hacer con los múltiples proyectos de AVE ya en marcha.
En lo que respecta al “impuesto al sol” y al autoconsumo nos encontramos, al igual que con la reforma laboral o la ley mordaza, que se apuesta por la “reforma” del Decreto, en vez de por su derogación.
Ya metiéndonos en otras cuestiones ambientales la propuesta adolece de una preocupante falta de ambición. Se limita a plantear la recuperación de leyes, como la de montes o la de costas, tal y como las dejó en su momento el último gobierno socialista. Los cuatro años de gobierno de Rajoy han supuesto el desmantelamiento progresivo de la legislación ambiental, pero es el momento de subir la apuesta y abordar cambios mucho más profundos y efectivos. A pesar de la reforma del PP, la Ley de costas 1989 no ha servido para proteger nuestro litoral, es necesario ir más allá en los límites de protección.
En la defensa de la biodiversidad tampoco plantean ir más allá de lo aprobado en 2007, cuando lo que hace falta es apostar por la mejora del medio natural, completar la Red Natura 2000 y hacer planes específicos para sacar del peligro de extinción a todas las especies amenazadas.
De los recién aprobados, una vez más por el gobierno en funciones, planes no hay ni mención expresa. Es necesario iniciar ya mismo la revisión de los Planes del Ebro y del Tajo y completar la red de reservas naturales fluviales, de tal manera que todos los tramos bien conservados queden protegidos. El cambio en la política de aguas pasa por comenzar a hablar e introducir en las políticas la concepción del derecho humano al agua potable y el saneamiento.
Quizá no sería justo decir que no hay nada positivo en el acuerdo que nos han presentado, cabría, por ejemplo, destacar la propuesta de Plan de Rehabilitación de viviendas; aunque se queda como una isla en medio de un océano de inconcreciones y generalizaciones.
En definitiva, el documento de PSOE y Ciudadanos no establece un compromiso claro que ayude a avanzar hacia un modelo sostenible; como mucho plantea volver a la situación de 2011, algo que nos parece claramente insuficiente en el momento actual. Por ello ante la oportunidad que se abra, tras el 6 de marzo, hay que avanzar decididamente hacia una propuesta mucho más ambiciosa, que impregne de verde las políticas, que cuiden de las personas y del planeta.