Bajar el IVA de la factura de la luz, un primer paso de muchos

21 de junio de 2021 22:37 h

Esta semana el gobierno de coalición va a aprobar una medida solicitada por Unidas Podemos tan solo hace unos días: la bajada del IVA de la factura de la luz del 21% al 10%. Todavía se está debatiendo si esta bajada debe ser permanente o se debe circunscribir a un cierto periodo de tiempo (hasta diciembre de 2021) –nosotros pensamos que debe ser permanente porque la energía es un bien de primera necesidad y como tal debe tener un IVA reducido. También se está debatiendo si esta bajada debe funcionar todos los meses o solamente aquellos en los que el precio del kilovatio-hora esté especialmente alto –nosotros pensamos que debe funcionar todos los meses exactamente por el mismo motivo arriba expuesto. Pero, más allá de estos elementos, se trata de una buena noticia que va a aliviar inmediatamente el bolsillo de millones de familias y pequeños negocios. Si el oligopolio eléctrico no hace trampas, esta bajada de impuestos debería traducirse en una bajada de aproximadamente el 10% en todas las modalidades de factura eléctrica.

Hoy toca reconocer que la política ha funcionado –aunque haya llegado tarde– para mejorar los problemas de la gente, hoy toca celebrar que los gobiernos de coalición tienen una mayor capacidad de reacción ante dichos problemas y hoy toca aplaudir la bajada de la factura que millones de personas van a experimentar en cuestión de días. Pero hoy también toca hacer un análisis más profundo para entender las causas de este problema y no perder de vista las soluciones que todavía tenemos que acometer.

En primer lugar, aunque está bien que se vaya a bajar el IVA al 10% en la factura de la luz, hay que dejar muy claro que el principal problema de los precios abusivos de la energía en España no son los impuestos sino la existencia de un oligopolio eléctrico en el que tres empresas copan el 80% de un mercado cautivo. Esto genera una enorme opacidad en el mercado y en la fijación de precios y permite la manipulación de los mismos como ya ha sido denunciado y sancionado por la propia CNMC en varias ocasiones. Por ello, hay que crear en nuestro país una empresa pública de energía, como ocurre en casi todos los países de nuestro entorno más cercano. Una empresa pública que introduzca transparencia y competencia real en el mercado, poniendo el interés general por delante del beneficio económico y traccionando así los precios a la baja. Si José María Aznar no hubiera malvendido Endesa al estado italiano, ya tendríamos una empresa pública de energía. Después del saqueo de las joyas de la corona, no nos queda más remedio que crear una.

De hecho, esta solución es la única que puede permitir que la bajada del IVA se traduzca en el medio plazo en una bajada de la factura de la luz y no sea reabsorbida en beneficios del oligopolio. Obviamente esta reabsorción no la pueden llevar a cabo de manera rápida porque sería demasiado evidente y se expondrían a sanciones y multas, pero un mercado que funciona en modo cártel tiene una gran capacidad de fijación de precios y la tentación perenne de absorber cualquier bajada de impuestos en beneficios y no en unos precios más bajos para los consumidores. Aunque algunos falsos economistas neoliberales te intenten hacer creer que Unidas Podemos no estaba a favor de bajar el IVA, esto no es cierto. Siempre hemos hecho la misma matización. Bajar el IVA está bien, pero, si no creamos una empresa pública de energía, a lo mejor es pan para hoy y hambre para mañana.

Por cierto, también hemos dicho siempre que la bajada de recaudación de ingresos del estado que supone una medida como la que va a tomar el gobierno debe verse compensada mediante un aumento de los impuestos a las grandes corporaciones y a las grandes fortunas. Si queremos seguir mejorando nuestro Estado del Bienestar, esto también debe hacerse.

Por otro lado, aunque bajemos el IVA de la factura de la luz, el mercado eléctrico sigue siendo un mercado marginalista. Es decir, sigue siendo un mercado en el que el kilovatio-hora que finalmente paga el consumidor final fija su precio con el precio del kilovatio-hora producido por la tecnología más cara, Típicamente el gas. Esto produce los así llamados “beneficios caídos del cielo”, que no son otra cosa que beneficios injustificados a tecnologías que ya han sido amortizadas hace mucho tiempo y que reciben por cada kilovatio-hora producido muchísimo más dinero que el de su coste de producción. Hace dos semanas, el gobierno de coalición dio un primer paso valiente reduciendo estos beneficios caídos del cielo por primera vez en la historia de nuestro país mediante un cambio en la parte que tiene que ver con los derechos de emisión de CO2. Gracias a esta medida, cada año, mil millones de euros de beneficios caídos del cielo desaparecen de la hoja de resultados del oligopolio para convertirse en una bajada de la factura de la luz. Pero esto no ha acabado completamente con esta retribución injustificada a las eléctricas. Esto solamente ha reducido una parte de los beneficios caídos del cielo. Por eso, nosotros decimos que hay que seguir avanzando en esta dirección y establecer, como ya ocurre en otros países, precios máximos para el kilovatio-hora nuclear y el kilovatio-hora hidroeléctrico, los más beneficiados por esta disfunción del mercado.

Asimismo, es necesario aprobar una Ley de techos solares que favorezca la instalación de paneles fotovoltaicos en las nuevas construcciones, en los techos de las naves industriales, en los edificios públicos y también en las comunidades de vecinos ya construidas. La energía fotovoltaica no solamente es una de las más baratas, lo que contribuiría a bajar aún más la factura, sino que también es la más democrática, al no requerir de una gran estructura empresarial para convertirse en productor. Una Ley de techos solares nos haría avanzar en la transición energética, bajar la factura de la luz y democratizar la producción de energía, limitando así también el poder del oligopolio eléctrico.

Por último, es importante poner en marcha el apartado del acuerdo de gobierno en el que nos comprometimos a una reforma de la factura de la luz para hacerla progresiva en tramos de consumo. Es decir, una reforma de la factura de la luz de manera que los primeros kilovatios-hora que se consuman sean más baratos y, a medida que uno va consumiendo más y más, el kilovatio-hora aumente de precio. De esta manera, no solamente situamos en la factura de la luz un incentivo al ahorro energético en la línea de la transición ecológica, sino que además hacemos que aquellos que gastan mucho más paguen proporcionalmente más mientras que aquellas familias que consumen lo necesario para tener una vida confortable, paguen menos.

Hoy debemos aplaudir que el gobierno finalmente haya reaccionado bajando el IVA de la factura de la luz para provocar un alivio inmediato a millones de familias y pequeños negocios pero hoy también tenemos que decir que, en lo que respecta a la factura de la luz, al oligopolio energético y al mercado eléctrico, casi todo está aún por hacer.