El cambio climático no es un escenario de trincheras

Catedrático de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid —
11 de noviembre de 2021 06:00 h

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Y el ganador a los puntos es... Fernando Valladares. 

El miércoles pasado asistimos atónitos a un denominado debate digital en Antena 3 sobre, no sé, quizás calentamiento o la COP 26 o vaya usted a saber el qué. Las redes se llenaron con felicitaciones y abominables comentarios de haters casi a partes iguales para los dos púgiles. La emergencia climática reducida a un enfrentamiento deportivo en el que sólo faltaba un jurado a lo Máster Chef para decidir quién era el ganador. Un resultado final condicionado más por las habilidades oratorias y retóricas de los contendientes que de lo que está sobre la mesa.

En paralelo seguimos los debates de Glasgow de una hipocresía que raya en el insulto. Nos jugamos mucho y nuestros líderes, casi todos hombres, por cierto, continúan afirmando con rotundidad que en esto nos va el futuro, con discursos conmovedores en algunos casos, pero sin ser capaces de proponer y acordar las medidas que necesitamos. Una estrategia de huida hacia adelante donde el tiempo es flexible y capaz de contener cualquier caso y donde las medidas mínimas necesarias se posponen sine die. Ni siquiera acciones simbólicas como la de no ir cada uno en su avión privado. Perdón, ya sé que esto es oportunista, pero no me he podido contener.

El triunfo de esa hipocresía ambiental tiene un reflejo directo en el combate pugilístico que veíamos el otro día. Antena 3 ha conseguido un producto que puede ser exitoso en términos de audiencia, una lucha de gladiadores en la que puede que alguno muera, pero como diría Gila, nos hemos reído mucho. Enfrentar a la ciencia, lo que sabemos y las evidencias acumuladas sobre el carácter antrópico del desastre en el que estamos metidos y las consecuencias de todo esto con un economista como Lacalle, de conocido recorrido ideológico, es tramposo. Los científicos debatimos y enfrentamos nuestras conclusiones en un marco de debate racional y crítico con otros científicos, de áreas afines o transversales. De ese enfrentamiento canalizado a través de la revisión por pares, los congresos, las réplicas en las revistas científicas, emerge conocimiento consolidado. La discusión en ciencia es la norma. En ese marco de generación de conocimiento no existe duda sobre que el calentamiento que vivimos es de origen humano y que sus consecuencias están ahí. La comunidad científica de manera consensuada lo tiene claro. Eso no merece ningún debate. Por eso es tramposo juntar ciencia y visión sobre lo que hay que hacer. Por supuesto cabe ir al escalón de más arriba. ¿Qué podemos hacer? Cabe la discusión, por supuesto; incluso la discusión ideologizada, tensa y casi pugilística. Nos jugamos mucho, pero se pueden plantear diferentes soluciones. Podemos no hacer nada, o podemos aprovechar está crisis para cambiar el sistema económico de forma radical. En ese debate cada científico como el resto de la ciudadanía puede tener su opinión. Esa discrepancia es lícita, pero juntar un científico con un economista de visión ideologizada no tiene sentido.

Vayamos un poco más allá. Planteado en términos de combate, lo que tenemos es a un contendiente que representa la “ciencia” frente a otro que ostenta el título de defensor de “la economía que nos ha salvado”. Si en ese contexto, el candidato Lacalle vence el debate con sus abrumadoras competencias conseguidas a lo largo de muchas tertulias o batallas políticas, lo que puede llegar a concluir un televidente promedio es que el calentamiento no existe y no es un problema relevante. ¿Qué hemos ganado por esa vía? Nada, absolutamente nada.

Como ya he dicho, cabe un debate de carácter ideológico sobre qué es lo que tenemos o podemos hacer, pero eso no será con un científico, eso tendrá que ser con otro deportista de la tertulia mediática y política, pero de signo ideológico contrastado y bien entrenado.

Sólo puedo congratularme con que entre los que nos dedicamos a la ciencia tengamos investigadores de tanto prestigio como Fernando Valladares (aprovecho la oportunidad para que el elector busque datos sobre su desempeño y el impacto brutal de su investigación) tan comprometidos con el servicio público y que no duden en meterse en estas lides. Y con la modestia de quien no tiene ni idea de comunicación, dar un toque desde aquí a Antena 3, sobre el valor que un debate en diagonal como este puede tener en una cuestión en la que nos jugamos tanto. Recuerden, lo que ha puesto sobre la mesa la ciencia sobre el origen y las evidencias de impacto de dichas acciones no merece discusión, ni debate; el enfrentamiento deportivo y mediático sólo puede tener que ver sobre lo que hacemos a partir de ahora. Mi opinión como ciudadano en ese punto es clara y está en las antípodas de lo que Lacalle plantea, pero esa es otra cuestión.