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Carta abierta para ti, cuñado binario

Paule González Recio

Activista por los derechos LGBTIQA y estudiante de Medicina y Derecho —

Querido cuñado, sé que te encanta oírte, pero cállate un momento y permíteme presentarme. Me llamo Pable y, además de otras muchas cosas, porque quiénes somos no se limita simplemente a esto, soy una persona trans no binaria. Pero como esto va de visibilizar, me centraré en eso, porque si te digo que tengo 23 años o que estudio dos carreras, eso lo entiendes, y por algún extraño motivo esas cosas no te parecen artificios creados por la sociedad, pero mi género sí. Por hacerlo algo más interesante, te diré que soy la persona a la que pegaste en la puerta de una discoteca mientras negabas su identidad en un nuevo ataque tránsfobo, simplemente porque tú me veías como un hombre y yo te dije que no lo soy, como publicaba este diario hace unos días.

Repito, soy trans no binarie. No, eso no significa que no tenga género, tampoco que vaya a destruirse la sociedad occidental porque mi género sea uno del que no oíste hablar en el colegio o que yo sea algo extraño que va a traumatizar a tus hijes si nos cruzamos por la calle. Tampoco me refiero al modo cómo me visto, o a con quién me acuesto o no. Significa simplemente que mi género es distinto a los dos géneros binarios, mujer y hombre. No es lo que siento, mi género no es una emoción, yo me siento alegre, triste o frustrade (de que no respetes mi identidad), pero no binarie soy. Ni siquiera me gusta la expresión “con lo que me identifico”, es lo que soy, así de fácil, al igual que un hombre cis es un hombre. No te pido que entiendas esto si tus neuronas educadas en el binarismo de género explotan en un infructuoso intento de procesarlo, sólo te pido que lo respetes.

Ah sí, y lo de trans, eso significa que el género que me asignaron al nacer en base a lo que vieron entre mis piernas es distinto a mi género, porque mi género lo digo yo, no lo dicen una ecografía, le ginecóloge de turno o tú, mi querido cuñado, por mucho que tengas interiorizado que necesitamos lo más mínimo tu opinión de mierda. Por este motivo yo utilizo la palabra trans para definirme, otres compañeres no binaries no, yo no hablo por todes, al igual que tú no hablas por todos los cisheteros cada vez que abres la boca.

Te estarás, querido cuñado, preguntando el porqué de que te escriba esta carta, si no me conoces de nada, e incluso estarás reprochando el tono con que la escribo en lugar de tratar de entender de dónde viene este tono y lo que habré pasado para que éste sea el tono que me sale. Pues te lo explico muy facilito, porque estoy hasta mis genitales (que, por cierto, no está bien preguntarnos a las personas trans cuáles tenemos, al igual que no preguntas a tus compañeros de gimnasio por sus penes) de que no dejes de ocupar mis espacios y de agredirme, y ya está bien.

Estoy harte de que me mires descaradamente por la calle y comentes con tu compañía porque no soportas ver mi barba bajo mis ojos maquillados, incluso cuando es con buena intención, estoy harte de que me pares por la calle a decirme lo bien que ando en tacones, ya sé que lo hago bien, y al igual que no paras a personas que lees como mujeres a felicitarlas por ello (aunque lo haces a darles tu opinión sobre su cuerpo y su indumentaria, porque así eres tú, querido cuñado), tampoco lo hagas conmigo. Harte de que no respetes la manera en la que quiero que te dirijas a mí, que no va a ir Pérez-Reverte a tu casa a pegarte por hablarme en la -e. Harte de que además de negar mi identidad me agredas, me discrimines en clase o en el trabajo, me acoses, me insultes por redes o a gritos la calle. Harte de que me pegues, de que me hagas una llave de asfixia para cortarme la respiración cuando no hago nada más que decirte que soy una persona trans al intentar entrar a tu discoteca. No hay un día que pase siendo yo misme sin sufrir algún tipo de estas invasiones o agresiones, y ya me he cansado.

En resumen, te escribo para que empieces a oír hablar de mí y de otres muches como yo, porque no te queda otra que irte acostumbrando a respetarnos. Ya tiramos ladrillos en Stonewall y no vamos a tener problema en volver a hacerlo si no nos dejas otra, porque no vamos a escondernos más, no vamos a dejar de vivir siendo quienes somos porque incomode tus privilegios. Porque existimos, y nos une la sororidad. Cuidado la próxima vez que toques a une de nosotres, porque nos tocas a todes, y no nos quedamos de brazos cruzados. Estamos aquí y no vamos a irnos, acostúmbrate y respétanos, querido cuñado, acostúmbrate.