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Carta abierta al Secretario General de Naciones Unidas

Refugiado saharaui —
27 de noviembre de 2020 06:00 h

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Señor Antonio Guterres,

Me llamo Sidi Talebbuia, nací en los campamentos de personas saharauis refugiadas en Tinduf en 1986; actualmente soy abogado y vivo en Madrid (España). Le escribo esta misiva para intentar explicarle lo que significa la segunda guerra saharaui, lo que implica para mi generación tantos años de espera.

Todavía recuerdo esa noche del 6 de septiembre de 1991 cuando, sin saber por qué, las mujeres salieron de las jaimas ululando y repitiendo consignas espontáneas de –“Sáhara Libre y fuera Marruecos”, “la independencia ya está aquí”. Yo no tenía más que cinco años y correteaba entre la multitud jubilosa completamente despreocupado y sin ser consciente de lo que significaba ese festejo.

Con los años comprendí que aquella noche, mi madre, mis tías, mis vecinas, mis hermanas, y todas las mujeres del campamento estaban celebrando el fin de una atroz guerra que duró 16 años, estaban celebrando la vuelta de sus hijos, de maridos y hermanos del Frente, estaban celebrando que su sacrificio había merecido la pena; festejaban la promesa solemne de la ONU de un referéndum libre y democrático que pondría fin a tantos años de exilio y sangre derramada.

Los años pasaron y el júbilo de aquella noche veraniega se fue tornando en tristeza y desesperación, en cansancio y hastío; el Campamento siguió creciendo a medida que cumplíamos años los que habíamos nacido en aquella inhóspita tierra, y conforme pasaban los años nuestro feliz recuerdo de esa infancia despreocupada se iba convirtiendo en anhelo por revivir un pasado glorioso. Las anécdotas de aquellos heroicos revolucionarios nos insuflaban valor y coraje, su capacidad para arrinconar a Marruecos y obligarle a esconderse en esa trinchera de más de 2700 km que divide nuestra tierra. Así fueron pasando los años y las nuevas generaciones saharauis, mucho mejor formadas que nuestros padres y, con mayores ambiciones y aspiraciones de futuro, nos fuimos frustrando al constatar la inacción de su Organización.

Nos prometisteis un futuro y nos formamos para vivirlo; nos inculcasteis los valores de la democracia y la libertad; nos creímos de verdad que la ONU cumpliría su promesa. Todos nuestros esfuerzos los hicimos soñando con un Sáhara Libre; todos los sacrificios, años de exilio, años formándonos lejos de nuestras familias, años soportando la humillación a la que Marruecos sometía a nuestros seres queridos en las Zonas Ocupadas, años de abusos y silencio cómplice, años de la nada más absoluta.

Jamás creí en la guerra como solución, siempre mantuve la esperanza puesta en una solución pacífica, confié en el proceso que nos prometisteis, me creí que tarde o temprano podría votar y decidir sobre el futuro de mi Pueblo en un proceso justo e imparcial, pero los últimos acontecimientos me han demostrado cuán ingenuo he sido.

Hoy me están escribiendo muchísimos amigos y mi familia de acogida española, que también son mi familia, asombrados por el silencio del Gobierno de España (administradora legal del Sáhara), todos me repiten lo mismo. “Esta guerra es un suicidio, sois muy pocos, apenas medio millón contra treinta y pico millones, no tenéis capacidad militar”, me dicen; no son conscientes del significado de la desesperación, no entienden que cuando te roban la dignidad, ya no te queda nada que perder, no entienden que cuando has nacido soñando con la libertad de tu pueblo, la defenderás con tu vida, no entienden que aunque me haya construido un futuro en España, mi mente siempre estuvo en Sáhara con mi pueblo, no entienden lo que significa nacer en el exilio y añorar una patria que te han usurpado por la fuerza, no, no lo entienden.

Tal vez tampoco lo entiendan Marruecos y la Comunidad Internacional, y por eso en vez recoger la mano tendida del Frente Polisario en estos casi 30 años para negociar una solución, prefirieron ignorarnos, como si no existiéramos, como si el paso de los años y nuestro acomodamiento en la Diáspora fuera a significar abandono de nuestra lucha, como si el tiempo fuera a borrar nuestros valores y espíritu libertario; no, no lo entienden y por eso nos subestiman.

Ahora que ya la guerra ha empezado, que asuman sus responsabilidades, porque nosotros hicimos lo imposible por evitarla, pero nos habéis arrojado de nuevo a la destrucción y la barbarie de la guerra; ahora que nos habéis despertado nuestro largo letargo de paciencia no vengáis a exigir al Polisario que vuelva a la senda de paz y a las negociaciones a cambios de promesas vacías, porque con o sin el Polisario, los saharauis hemos dicho BASTA YA; con o sin el Polisario, los saharauis daremos la vida por nuestra patria; con o sin el Polisario, los saharauis no vamos a parar hasta arrancar nuestra libertad.