¿De qué casta proviene la soberbia?

Odón Elorza

Diputado Socialista por Gipuzkoa —

Los Socialistas solo hemos parado el golpe; hemos resistido contra las sonrisas que se dibujaban para acudir a nuestro funeral, contra el viento del derecho a decidir y las fuertes mareas. Nada más y nada menos. La enorme ilusión inicial de ayer noche, cuando los datos daban al PSOE 95 diputados, se fue convirtiendo en una elemental satisfacción por haber parado el golpe del sorpasso de Unidos Podemos.

Lo terrible es que las fuerzas de izquierda hemos retrocedido, eso es lo grave. Por contra, la derecha más inmovilista ha resurgido con fuerza. El mapa electoral resultante es un desastre, una derrota para todos los demócratas pensando en los millones de familias que lo pasan mal, en el objetivo de revertir las políticas que provocan sufrimiento y en la respuesta a la corrupción de todo tipo. Vienen más recortes y una Europa sumida en el desconcierto con Rajoy como espectador. A no ser que se produzca un milagro político en España llamado pacto reformista.

Hubo más de una oportunidad real de acabar con Rajoy en el proceso de investidura en base a un programa que en nada se parece a lo que nos espera si sigue Rajoy -que tiene muchos boletos- y que no merecía la descalificación que algunos hicieron del programa de cambio que defendió Pedro Sánchez.

Su contenido, reconociendo algunas claras limitaciones en política laboral, pensiones y SMI, podía iniciar las transformaciones estructurales que requiere esta país en casi todos sus ámbitos. Pero hubo quien ya tenía decidido que lo importante era adelantar las elecciones para lograr un ansiado sorpasso a los socialistas, usando frases felices, cal viva y manipulaciones políticas muy sucias.

Son tiempos obligados para hacer reflexiones y tomar determinaciones. Lo que debemos hacer en el PSOE que vivió unos episodios de intento de suicidio como consecuencia de declaraciones. Inoportunas unas y despreciables otras, todas ellas provenientes de algunos líderes territoriales y ex dirigentes conocidos. Nos han hecho mucho daño desde la noche del 20D; daño a los principios, anímico y electoral.

Necesitamos aprovechar que seguimos vivos para desarrollar un debate en profundidad sobre cómo hemos llegado a semejante situación interna, a colocarnos a un paso de perder la hegemonía en la izquierda. Debemos debatir sobre cómo reforzar los mecanismos democráticos del PSOE, incluido su Congreso, el Comité Federal, el Comité de Ética y las consultas a las bases.

Es imprescindible una reflexión ordenada para dar cohesión al PSOE y reconstruir nuestras señas de identidad como partido socialista que debe implicarse en el proceso para refundar la Socialdemocracia. En una Europa sumida en una profunda crisis y en el marco de un mundo globalizado e ínterdependiente dominado por las crecientes desigualdades, el terrorismo y el crecimiento de los nacionalismos, el populismo y la xenofobia.

El PSOE sigue liderando la izquierda, aunque Podemos, tertulianos subidos a la ola podemita y pepera, las malditas encuestas y el juego del PP con sus poderes mediáticos y económicos habían preparado el funeral de Pedro Sánchez y de los socialistas de convicción. En esa ceremonia se incorporaron gentes de nuestra casa por afanes de poder. Confiemos en que los resultados electorales por comunidades nos y les empujen a la humildad.

Iglesias debería pensar en dimitir por no alcanzar ninguno de sus objetivos y por ayudar a la derecha. Acumula muchos errores cimentados en mentiras, juegos banales de capas ideológicas, mudanzas aceleradas de discurso e intrigas cortesanas para enfrentar a los socialistas. Pero, sobre todo, tendría que dimitir por haber favorecido la continuidad de la bestia negra que significa Rajoy. ¡Aún ayer, Iglesias decía que no se arrepentía de su rechazo a la investidura de un Presidente socialista! ¿De qué casta proviene la soberbia política?

La cifras dan peor que hace tres meses, Rajoy se ha crecido y los enfrentamientos cruzados entre PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos hacen muy difícil lograr un acuerdo programático y un acuerdo de gobierno. Ambas son cosas diferentes y podrían tener distintos protagonistas, aunque conectados por el interés general de proteger a una mayoría social y regenerar el Estado Social y de Derecho.

Sin embargo, con calma, sin ansiedad y midiendo los pasos, porque le toca mover pieza al PP, no se debería descartar la gestión de un complejo escenario. Me refiero a un escenario presidido por la búsqueda de un acuerdo programático, necesariamente transversal, con 188 diputados, lo que exigiría bajar los humos a Pablo Iglesias. Luego vendría el intento de formar un gobierno presidido por Pedro Sánchez con presencia de personas pertenecientes o vinculadas a UP y C's. Difícil sí, pero merecería la pena intentarlo, en su momento, con total claridad de la metodología a seguir desde el principio.