La pandemia de coronavirus ha situado en el punto de mira desigualdades que ya existían en nuestra sociedad, pero que se han agravado durante la crisis. Las medidas estrictas de contención han supuesto que mujeres y niños estén mucho más expuestos a la violencia doméstica y al maltrato.
En los últimos 12 meses, 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo han sido sometidas a violencia física o sexual por parte de alguien de su entorno. En Europa, el 22% de las mujeres a partir de los 15 años ha sufrido violencia física o sexual de su pareja. Cualquier persona puede ser víctima de violencia doméstica y ejercida por alguien de su entorno, aunque la mayoría son mujeres y niños (estos últimos pueden ser testigos de la violencia o víctimas directas de la misma).
Ciudadanos de todo el mundo tienen la obligación de quedarse en casa, ya que las medidas de confinamiento son necesarias para vencer esta pandemia. No obstante, no todas las personas pueden sentirse seguras en su casa. Muchas de las víctimas de violencia doméstica están aisladas en entornos peligrosos, encerradas con su maltratador y sin poder acceder a los recursos y servicios que pueden servirles de ayuda.
Los datos demuestran que ha habido un incremento de la violencia contra las mujeres y los niños desde el inicio de la pandemia del coronavirus, y en especial de la violencia doméstica. En Francia, las denuncias por violencia doméstica se han incrementado un 30 % desde el inicio del confinamiento, el 17 de marzo. En Chipre, las llamadas realizadas a una línea telefónica directa similar aumentaron un 30% durante la semana siguiente al 9 de marzo, justo cuando el país detectó su primer caso confirmado de coronavirus. Mientras tanto, en Bélgica, las llamadas realizadas a la línea de ayuda telefónica han aumentado un 70 % desde el inicio del confinamiento.
Otros Estados han declarado que no se ha producido ningún aumento de denuncias ante la policía. Esa situación también tiene sentido en estas circunstancias, teniendo en cuenta que las víctimas podrían estar desanimadas y tener miedo de denunciar si su agresor está siempre presente, encerrado en casa con ellas, y que no tienen a su alcance ningún cauce seguro de denuncia.
No obstante, el hecho de que las denuncias por violencia doméstica no hayan aumentado o de que lo hayan hecho ligeramente no significa que podamos mirar a otro lado y pensar que no hay maltrato. Debemos ser creativos en la medida en que lo exijan las circunstancias.
Algunos Estados miembros ya están aplicando medidas de respuesta con una perspectiva de género para proteger a mujeres y niños de esta violencia. Por ejemplo, en España, los servicios de protección y de apoyo a las víctimas de violencia de género han sido clasificados como servicios esenciales, lo que les permite funcionar con la misma capacidad durante la crisis. En Bélgica, España y Francia se han lanzado campañas de sensibilización para dar a conocer un mecanismo de alerta mediante el cual las mujeres pueden pedir ayuda en las farmacias.
Además, en Bélgica se han ofrecido hoteles y edificios públicos vacíos como alojamientos alternativos para las víctimas de violencia. Asimismo, determinadas autoridades de policía local están ayudando de forma proactiva a las mujeres que han presentado denuncias por violencia doméstica. Otros Estados miembros están redoblando sus esfuerzos.
Necesitamos medidas de respuesta con una perspectiva de género que se apliquen durante la pandemia y en el periodo de recuperación. Hemos pedido a los Estados miembros de la UE que refuercen su apoyo a las líneas de ayuda telefónica nacionales y a los servicios de asesoramiento en línea. Los Estados miembros deben asegurar que las autoridades siguen tratando los casos de violencia doméstica y aportando fondos de emergencia directos para las organizaciones que apoyan a las víctimas de violencia, y especialmente para los centros de acogida.
Los servicios de prevención y de apoyo a las víctimas y a los testigos directos de la violencia doméstica deben clasificarse como servicios esenciales. Los Estados miembros de la UE deben seguir aplicando las obligaciones que les imponen la legislación de la UE, en particular, la Directiva sobre los derechos de las víctimas, y el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica.
Continuaremos luchando por una Europa libre de violencia contra las mujeres y los niños. No dejaremos que el coronavirus nos detenga.
La importancia de asegurar la igualdad de género como elemento central de nuestra labor es mayor que nunca. Tal y como se anunció en la Estrategia de igualdad de género 2020-2025, una de las prioridades principales es completar la adhesión de la Unión Europea al Convenio del Consejo de Europa.
Como siempre hemos hecho, estamos apoyando a los Estados miembros en el intercambio de buenas prácticas para prevenir la violencia de género y doméstica, a la vez que estamos financiando proyectos de organizaciones de toda Europa destinados a combatir esta lacra, ya sea a través del Instrumento de Apoyo Temporal para Mitigar los Riesgos de Desempleo en una Emergencia (SURE), del Fondo Social Europeo (FSE) o de los instrumentos y el equipo que la Comisión Europea ha desarrollado.
Esta pandemia está poniendo a prueba a la humanidad. Debemos ser más solidarios que nunca con los demás. Hago un llamamiento para que, si sospecha que alguien de su familia más cercana, cualquier otro miembro de su familia, vecino, e incluso algún amigo, está sufriendo amenazas o lesiones, contacte con la policía o con la línea de ayuda telefónica de su zona.
Debemos trabajar todos juntos en una respuesta a la crisis del coronavirus que proteja a mujeres y niños, y que asegure que no sufran ningún riesgo desproporcionado durante este período. Debemos seguir avanzando para conseguir la igualdad de género y para terminar con la violencia contra las mujeres y los niños.