La derecha Phoskitos

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Jorge Moruno es una de esas personas que se dedica a pensar y a explicarnos lo que piensa, y cómo piensa bien y lo explica mejor, es un gozo leerlo. Lo descubrí por su libro “La fábrica del emprendedor, trabajo y política en la empresa-mundo”. Luego vino “No tengo tiempo. Geografías de la precariedad” y, en medio, un puñado de artículos. Ahora ha puesto su pensamiento y sus reflexiones de sociólogo al servicio público, como diputado en la asamblea de Madrid, en las filas de Más Madrid.

Como trata temas que por razón de cargo, y de formación académica, me interesan, le sigo en redes y voy leyendo algunas de sus colaboraciones en prensa. Esta semana publicaba un artículo que tituló En defensa de la izquierda caviar. El título me hizo sonreír y personalmente me llevó a pensar en uno que publiqué hace años que se llamaba 'Elogio de la mediocridad', no tanto porque el contenido se asemeje (que quizás en alguna línea profunda también) sino porque creo identificar una voluntad de romper con el mainstream que se impone o que algunos intentan imponer.

Haciendo un resumen de lo más torpe, diré que Moruno hace un elogio de una ideología, la suya, la mía, que busca que todo el mundo que quiera comer caviar, pueda. Y desmonta con paciencia y contundencia, esta acusación que nos cae encima, de ser hipócritas, por criticar algunas actitudes de los más ricos, y después comer gambas de vez en cuando.

Claro que algunos querrían que continuemos merendando pan con aceite y sal, pero escuchen, si me lo pago con mi salario, tengo derecho a poner jamón del bueno. Y de ello trata nuestra política, de que los salarios sean justos, y permitan a la gente comprar jamón. Que no se lo coma solamente Bertín y sus amigos en ese programa de TV que es una copia triste y descontextualizada de la inquietante película Freaks, que dirigió en 1932 Tod Browning, y que a pesar de que se emite por las tardes, quiere representar a 'la España que madruga'. A nosotros nos quieren en 'la España que mendiga. O que mendruga.

Nos quieren mordisqueando un mendrugo. La derecha sin ilustrar, que es la mayoritaria (y esto tampoco significa que toda la izquierda sea muy leída, que también ves cada cosa...), insiste en la idea de que estamos en contra de la riqueza. Nada más lejos de la verdad. Discutimos cómo esta riqueza se reparte. O mejor, cómo se la reparten. Lo que discutimos y combatimos es la desigualdad estructural, y las políticas de la derecha que se llama liberal y es profundamente conservadora, que persigue consolidar y ampliar esta brecha social entre ricos y pobres, porque saben que de caviar hay poco, y lo quieren todo.

A mí esto de la izquierda caviar me ha traído a la cabeza la idea de la 'derecha Phoskitos'. Son la gente que desayuna con un chándal de marca, unas tostadas de pechuga de pavo y huevos de codorniz, con leche de soja y zumo de naranja de Sudáfrica, o un Açai bowl, pero que les gusta recordar que un día la tata, al llevarlos al cole uniformado, les compró un Phoskitos porque en casa se habían quedado sin kéfir.

Es la gente que dice que ha trabajado para pagarse la carrera, cuando en realidad lo que hizo fue hacer de camarera un verano, en un garito con chill out en la playa de moda, sin saber muy bien si en el whisky se pone o no una rodaja de limón, o si el Ginger ale también tiene zona verde como los Gin Tonic más in. Que está bien, que trabajaste unas horas aquel verano, pero que la carrera en la Universidad Católica te la pagaron tus padres, y el Máster te lo compraste en la sucursal de Matalascabrillas del Duque, del Eidgenössische Technische Hochschule ETH Zürich. Y para que no se ría el diablo, recordaremos que otro verano hiciste de au pair con una buena familia de la Columbia británica.

No. Phoskitos, o cualquier otra porquería industrial, con grasas saturadas que te acompañarán toda tu vida, es lo que teníamos que desayunar los hijos de las familias que no tenían tata, que no tenían tiempo ni dinero para hacer desayunos de influencer, y te mandaban a la escuela como buenamente podían, antes de salir el padre y la madre a ganarse las algarrobas.

'Yo trabajé para ayudar a pagarme la carrera' es algo que nunca oiremos en boca de la gente que nos hemos pagado las carreras trabajando. Trabajando no menos de 40 horas a la semana, y estudiando de noche. Siempre de noche, mientras la 'derecha Phoskitos' iba de concierto, a clases de pádel o de bailes latinos. Que los latinos para bailar, molan.

¡Que yo los entiendo! La vida les ha tratado bien, porque son los suyos los que han puesto las normas de la vida, y les molesta que comamos jamón, o rebanadas de pan con hummus de berenjena con tahine, ya que hemos llegado tarde a las bayas de goji. Pero no soporto este victimismo de 'yo también comí Phoskitos', porque los que tuvimos que comerlos, ahora tenemos colesterol y ellos, gota.