El patriarcado cuenta con dos características que lo hace especialmente difícil de erradicar: una es que está diseminado por toda la estructura social y otra, que se adapta a los cambios sociales. Cada avance en la igualdad entre mujeres y hombres lleva parejo la adaptación de las conductas machistas. Experimentamos una transformación de la cultura del machismo continuamente.
El comportamiento machista en España en el siglo pasado es muy diferente al actual porque hoy existe una igualdad en la legislación que ha visibilizado la discriminación de las mujeres por ser mujeres, que es un problema social y que existe un compromiso social también por erradicarla, pero que aún hoy continúa existiendo en las mentes más jóvenes y esto es lo que nos preocupa. Cuando el progreso de una sociedad debe verse reflejado en cómo se respeta los derechos humanos, en cómo han evolucionado hasta conseguir que todas las personas que forman parte de esa comunidad puedan tener las mismas oportunidades y ejercer los mismos derechos, qué está pasando en la nuestra, para que a día de hoy continúe dándose conductas discriminatorias de hombres por ser hombres hacia las mujeres por ser mujeres. Hablamos de un problema estructural que nos implica a todas y a todos.
¿Qué pasó por la cabeza de ese joven de 19 años de que asesinó a su ex novia en Murcia hace unos días? ¿Qué hay de base en el pensamiento o en la actitud frente a las mujeres del entrenador del Rayo Vallecano cuando instaba a una violación colectiva? Los medios de comunicación nos acercan estos casos, pero no son ni casos aislados ni excepciones.
Cuando le pedimos a jóvenes que piensen en todas las desigualdades que se enfrentan las mujeres diariamente: lo que pasa es nada y la explicación es porque no creen que haya desigualdad y no dan crédito a que existan las violencias machistas porque, está tan integrado socialmente que, simplemente, no las ven.
Aquí hay al menos tres problemas a considerar teniendo en cuenta lo anterior:
Uno, el sofisma de la igualdad o la idea de que la igualdad ya se ha conseguido nos está distanciando de conseguirla. Alimentar la idea de que la igualdad ya es un hecho gracias a la aparición de leyes que la promueven, o pensar que gracias a esas leyes las mujeres están en mejor situación que los varones, nos aleja de entender que aún hay trabajo por hacer. Esto nos pone en el segundo problema.
Dos, el machismo tiene sus raíces más fuertes en la vida cotidiana y los hombres no lo ven. Cuando Pamela Palenciano nos recuerda que “No solo duelen los golpes”, lo que intenta decirnos es que la violencia machista no se manifiesta de forma exclusiva en las agresiones físicas. Existen otras formas de violencia: lenguaje ofensivo, denigrante, descrédito, escasa o nula representación de las mujeres en el ámbito público o de debate, la desigualdad en las tareas de cuidados, el aprovechamiento desigualitario en los recursos públicos
Los dos problemas anteriores se sostienen en otro tercer problema: el corporativismo masculino (consciente o inconsciente) que lleva a ignorar, trivializar o banalizar la desigualdad de género cuando se pone de manifiesto.
La educación es la mejor herramienta con la que contamos, pero no se trata de intervenir de forma exclusiva con las mujeres, sino también con los hombres para que se sientan parte de la solución. Mientras la violencia machista se entienda como casos aislados, seguiremos estando lejos de atajar el problema, es fundamental dirigir la mirada a lo cotidiano y promover la reflexión para poder visibilizar los comportamientos machistas y proponer soluciones efectivas. Como sociedad, necesitamos que los hombres no se mantengan al margen y hagan un ejercicio ético en la relación con las mujeres que les rodean en el ámbito más cotidiano y que aprendan a identificar cuáles son esos privilegios otorgados desde la cuna, porque una vez salgan a la luz seremos capaces entre todas y todos de poder erradicarlos.
Esto es lo que desde la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular hemos pretendido realizar con la investigación-acción participativa que presentamos: poner en diálogo a hombres y mujeres jóvenes ente 14 y 25 años para hablar sobre el machismo más cotidiano y que ellos se sintieran interpelados en la solución. El resultado se ha plasmado en una guía que se puede descargar aquí.
Ojalá con iniciativas como la nuestra de EQUILIBRES y otras investigaciones y acciones que otras entidades están desarrollando contribuyan a reducir las actitudes machistas entre nuestros jóvenes para poder avanzar, entre todos, hacia la igualad real que nuestra sociedad necesita.