No me digan que no es desesperante: mientras a diario salen fotos y vídeos de bicis, patinetes y patines en Valencia o Barcelona, de Madrid, a falta de ciclistas, solo nos llega una campaña naíf que pide no atropellar a las pocas bicicletas que hay. Es lo que tiene promocionar este vehículo limpio y seguro tan solo de cara al escaparate, y por eso el equipo de Gobierno ha dejado la nueva Gran Vía sin un carril segregado: Ahora Madrid no ha apostado por la bici. Cuatro años después, la capital sigue siendo una ciudad hostil para la bicicleta.
En breve concluirán las obras del carril bici de Chopera-Yeserías, paralelo a Madrid Río. Como el de Santa Engracia, es una infraestructura magnífica, segura y atractiva. Ahora bien, ¿cómo se come que una alcaldesa que se preciaba de moverse en bici deje la capital con menos de 10 kilómetros de carriles bici frente a más de 60 Valencia y más de 100 Barcelona? ¿O acaso encajonar un carril bici entre autobuses, taxis, motos y coches como en los bulevares es una actuación aceptable?
La respuesta la encontró Pedalibre en la última reunión previa a la inauguración de la Gran Vía, en otoño pasado: el delegado de Urbanismo, José Manuel Calvo, soltó a los allí congregados que pedían una salida para el velocípedo en tan importante arteria que su opinión le “resbala”. Calvo va el número cinco en las listas de Manuela Carmena y se ve que está más a gusto en otros encuentros con constructores que con una asociación que lleva más de 40 años luchando por un Madrid más limpio y saludable.
Nosotros ya nos hemos cansado de esperar. Hartos de que alguna asociación marginal marque la pauta del ayuntamiento, no nos basta con que los carriles bici sean de las propuestas más votadas en los Presupuestos Participativos, que no sabemos para qué valen porque han tumbado todas las infraestructuras ciclistas masivamente votadas con excusas torticeras (de Urbanismo, siempre); no nos bastan las 50.000 firmas en Change.org para un Carril Bici en el eje de la Castellana. No nos basta que una abrumadora y aplastante mayoría de estudios digan que para que haya bicis en una ciudad tiene que haber carriles bici; no nos basta Madrid Central: Londres implantó hace 20 años un peaje similar y solo empezó a calmar su centro histórico a partir de la creación de 'superhighways' en 2016: hoy se ven atascos de bicis y muchos menos coches.
No nos basta que el prestigioso urbanista danés Mikael Colville-Andersen califique a nuestra ciudad como el “agujero negro” ciclista. No nos basta que, al poco de nacer la Plataforma por un Carril Bici en la Castellana y probablemente asustado por nuestra fuerza, Calvo prometiera en prensa (siempre en la prensa) reformar el Paseo de la Castellana y que después se olvidara como quien no quiere la cosa. No nos basta que nos apoyen Alberto Contador, Christina Rosenvinge, Belén Moneo u Óscar Freire o un sinfín de asociaciones como la Red de Ciudades por la Bicicleta, la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, Ecologistas en acción o la propia ECF (European Cyclist Federation). No nos basta nada de eso.
Porque este domingo vamos a salir a la calle a pedir una reforma peatonal y ciclista de la Castellana, como ya hiciéramos exitosamente el año pasado. Porque si se hace un carril bici en la arteria más importante de Madrid, lo demás va a ser imparable. Porque es lamentable ver a los turistas hacinados en las aceras del Paseo del Prado.
Para eso vamos a salir desde la Plaza de Cibeles a las once de la mañana del próximo domingo 7 de abril. Hemos invitado a todos los partidos y actores, porque los carriles bici han sido históricamente ejecutados por las izquierdas y derechas. En 2011 en Sevilla había manifestaciones contra la red de carriles bici: hoy hay solo protestas para pedir que la red de amplíe y se mejore.
No puede ser que Madrid esté en la cola de Europa de movilidad. No puede ser que incumplamos por noveno año consecutivo los límites de contaminación marcados por la Comisión Europea. No puede ser que el vehículo principal en Holanda sea residual en Madrid. No puede ser que no florezca una industria ciclista y, por qué no, de bicicletas eléctricas para quienes precisen o consideren necesario, una asistencia extra.
Esperemos que la experiencia de estos últimos años sirva, al menos, para enmendar el rumbo y que, gobierne quien gobierne, apueste decididamente por un medio que demuestra todos los días, en muchas ciudades, ser una verdadera alternativa de transporte.
Basta ya de ser el agujero negro de Europa. Súmate a nosotros.