Desde hace años, en España está instalado el mito -o tal vez la profecía- de que el mayor problema de la izquierda son los egos, las discusiones teóricas internas y la falta de practicidad para resolver los problemas de la ciudadanía, lo que ha llevado a una continua fractura que les ha impedido conseguir mejores resultados y tal vez que la historia de España ahora fuese otra: ¿qué hubiera sido de Izquierda Unida en la vuelta a la democracia con una mayor integración de las facciones y partes regionales? ¿Y de Podemos con Errejón, Bescansa, Monedero y compañía en las últimas elecciones generales? ¿Y de Más Madrid con Pablo Iglesias y una gran coalición que no compitiese por el mismo electorado frente a Ayuso?
19 de Diciembre: el culmen del proceso frenteamplista
Desde hace unas semanas, en España está empezando a resonar la idea de un “frente amplio”, un proyecto emergente liderado por Yolanda Díaz y por otras grandes líderes españolas, que transversalice las necesidades de la sociedad postpandémica española: derechos laborales, empleo, políticas de sostenibilidad, green future, reconocimiento de los sentires y las identidades locales… como español que ha vivido en Chile entre 2017 y 2020 analizando diferentes políticas públicas en pleno estallido social, bajo un toque de queda cuasi-militar -antesala de lo que después fue la pandemia-, algo me decía que todo esto lo había escuchado antes.
Sea una coincidencia buscada o no, el frente amplio chileno nace en 2017 como una coalición progresista que buscaba ser una alternativa al bipartidismo del país andino. Basado en valores e ideas como la participación ciudadana, el diálogo con los territorios, el feminismo o el valor de las voces de las y los jóvenes, personas como Jorge Sharp, Alondra Arellano, Camila Rojas o Gabriel Boric; proponen un partido transversal, un patchwork ciudadano, político y social con el que ir a las urnas. Si bien a nivel nacional los resultados en su momento son humildes, en lugares como Valparaíso se producen importantes victorias que serán el germen de la victoria presidencial del último de los mencionados en las elecciones generales chilenas del pasado domingo 19 de diciembre.
Decir que este proceso fue un cuento de hadas y mitificarlo, sería deshonrar a la verdad. Divisiones, acusaciones internas, desánimos, fake news, susurros de una venida de la izquierda bolivariana al poder… ¿les suena todo esto? Ha sido la cotidianidad del frente amplio chileno en estos cuatro años.
Tres imágenes para entender el éxito del Frente Amplio chileno (y lo que el Frente Amplio español puede aprender)
Dada las similitudes, y los muchos problemas que ha tenido la izquierda progresista española, muchas son las cosas que el Frente Amplio chileno puede enseñar al Frente Amplio español, y que cualquier persona que quiera liderar un proyecto político y social transversal debiera recordar.
En primer lugar, sin la ciudadanía no se consigue nada. Esto debería necesitar poca explicación en la actualidad: de nada sirve nacer de las necesidades ciudadanas si se dejan de escuchar las necesidades ciudadanas. La victoria de Boric en Chile solo ha sido posible porque el 18 de octubre de 2019 una estudiante de colegio saltó el rodillo del metro de Santiago -el revuelo de una mariposa puede causar huracanes, dicen-. Y gran parte de éxito del equipo de Boric a nivel nacional, o del equipo de Sharp a nivel municipal ha sido ser la gente: la que protestaba por las injusticias del sistema educativo la década pasada y que continuaron en el germen de la victoria del domingo aquel día de octubre. Sin duda, la imagen de una persona joven y mujer es la que mejor resume el éxito de la candidatura de izquierdas. Sin la juventud y sin las mujeres hubiera sido imposible
En segundo lugar, las diferencias de proyectos y las fracciones pueden ocurrir, pero el todo suma más que las partes. Después de meses de distanciamiento y de casi acusaciones cruzadas, la imagen que simbolizaba la unión social era el abrazo de Boric y Sharp junto al apoyo público del último al primero a dos días de las elecciones. La imagen de un abrazo entre dos proyectos diferentes pero que buscan lo mismo, es lo que necesita España: cariño, sonrisas y confianza. Basta de sacar pecho y de la política de la testosterona.
Finalmente, la imagen de invertir. En su sentido etimológico, invertir proviene de “ir hacia adentro”, del participio in-versus. En este sentido, “versus” deja de ser una confrontación -la manida izquierda versus derecha, Iglesias versus Errejón…-, para plantear una vía -un modo para hacer algo-. Invertir, entonces, antepone el trazar líneas de conexión al enfrentamiento. Un enfrentamiento que en Chile ha padecido la derecha y la ha llevado a la amortizada fragmentación con la que se acusa a la izquierda y la ha llevado a su fracaso. Una fragmentación que nos resuena en España con el Partido Popular de Casado, el Partido Popular de Ayuso, Vox y Ciudadanos. En síntesis: más in-vertir, y menos enfrentar.
Porque en España tenemos la oportunidad de no cometer los mismos errores del pasado. Y es que las personas pasan, pero no así las ideas ni los valores. Ese Frente Amplio del que ahora comenzamos a escuchar, liderado por Yolanda Díaz, con un énfasis en la transversalidad -a escala territorial, comunitario y nacional-, con una indiscutible y necesaria gestión feminista, donde prima el diálogo frente al grito, el hacer frente al decir, el irremediable futuro verde o el saneamiento de nuestra democracia… esa es la oportunidad que Chile nos ha enseñado mediante la escucha a la juventud y las mujeres, el abrazo y la apertura de nuevas vías que tejan un nuevo espacio político.