Tienes que entender que nadie sube a sus hijos a una patera,
a menos que el agua sea más segura que la tierra.
Warsan Shire
La humanidad se está deshumanizando. Vivimos en sociedades tan saturadas audiovisualmente y se nos ha metido tanto en vena el neoliberalismo (y el triunfo del individualismo) que muchas veces las muertes de quienes vienen huyendo del hambre y de la miseria, se han normalizado. Si no nos gusta, cambiamos de canal. Parecen simplemente números. Cifras que van llenando —a veces ya ni eso— las crónicas de sucesos en los periódicos. Los telediarios solo abren con ellos para despreciarlos o para intentar generar un falso alarmismo (las famosas avalanchas, que si acudimos a las cifras reales podemos comprobar cómo la migración ha ido disminuyendo en la última década). Pero difama que algo queda.
Y lo que queda son las fake news rulando en Whatsapp, donde se afirma que los migrantes vienen a quitarnos trabajo, a usar nuestra sanidad pública y a vivir del cuento. Y claro, cuando aquí el que lo lee es un parado de larga duración o un joven al que le afecta la precariedad, acaba creyéndolo. Pero lo cierto es que al migrante le afecta aún más la situación de precariedad que vivimos en España. Porque al migrante no solo le afecta la cuestión de clase, sino también la de raza. Y cuando nos desahucian, o cuando no podemos llenar la nevera o llegar a fin de mes, la culpa no la tiene el que está en una situación peor y de mayor vulnerabilidad. Por eso no hay que mirar hacia abajo sino hacia arriba. Las élites de este país llevan enriqueciéndose demasiado tiempo a costa del sudor y del sufrimiento de quienes llevan una vida entera trabajando. Los Casado, Rivera o Abascal son tres caras de la misma moneda. Los que hablan de migración y alarma social porque no les interesa hablar de España, (y porque no tienen un proyecto para España) ni de cómo resolver los problemas que sufre la gente. Problemas que, por cierto, nos afectan a todos.
Negando derechos conquistados por los ahora pensionistas, los verdaderos protagonistas que contribuyeron a la construcción de un nuevo país que salía de décadas de oscuridad, negando en el presente proyectos de vida digna a nuestros jóvenes, que se han tenido que exiliar en busca de un futuro mejor dejando atrás su país.
Hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, no hay nada que celebrar. Hoy han pasado dos años de aquella imagen de la vergüenza en la costa de Turquía, donde amaneció ahogado el niño Aylan en su intento por llegar a Europa. Desde entonces nada ha cambiado. Europa sigue vulnerando sistemáticamente los Derechos Humanos y el Mediterráneo sigue siendo una fosa común donde cada día se dejan la vida muchas personas. Lo único que ha cambiado en estos dos años es que hoy hemos normalizado la tragedia.
¿Qué proyecto de Europa queremos? ¿Uno que mire hacia otro lado cuando se trata de la defensa de los Derechos Humanos? ¿Un proyecto de crisis del sálvese quien pueda? ¿O uno que respeta, cuida y protege a su gente? Porque el modelo que elegimos para España es el modelo que elegimos para Europa. España tiene que elegir entre la precariedad eterna o subir el SMI, entre más dinero para Defensa o más inversión para nuestros centros de salud. España tiene que elegir entre invertir en el plan de pensiones de Celia Villalobos o garantizar las pensiones para nuestros mayores. Entre hacer como Ana Botín y vender VPOs a fondos buitres, o garantizar una vivienda digna. Elegir entre jueces que criminalizan a la mujer o la España del 8M que se abre paso. Ese país que se reivindica desde la igualdad, desde la libertad y la fraternidad.
Las mismas élites que viven del sudor de quienes trabajan son los mismos que hoy nos dicen que los migrantes van a saturar nuestros centros de salud y que nos van a quitar el trabajo. Los mismos dirigentes políticos que solo han vivido del cuento durante toda su vida y le han regalado más de 60 mil millones de euros a la banca, que nos han robado a todos los españoles y que han destrozado el Estado de Bienestar, son los mismos que nos dicen que los migrantes tienen que adaptarse a las costumbres de aquí. ¿A las de ellos?
Los contratos temporales, los salarios de miseria y el no poder pagar la factura de la luz solo existe para los de abajo, porque los de arriba siguen acumulando beneficios en sus cuentas bancarias mientras cotizan en paraísos fiscales. Ante la ofensiva neoliberal debemos ser capaces de construir en común un horizonte de futuro que no deje a nadie atrás. Trabajar por un proyecto europeo que le hable a la gente de sus problemas cotidianos, que recupere la defensa de los derechos sociales, que trabaje por proteger los servicios públicos, por un modelo productivo sostenible, por una democracia real que blinde los derechos de todas y para todas.
Con los derechos humanos como bandera de una patria digna, sí se puede.