La votación en el Congreso de los Diputados de la convalidación del Real Decreto-Ley para la modernización de la Administración Pública y para la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia ha retratado el nulo interés del Partido Popular por defender a nuestro país en la peor crisis sanitaria, económica y social de los últimos cien años, y en el momento más crítico de los últimos cuarenta y dos años de democracia. Una situación sin precedentes que exige a todos los servidores públicos, a todas las instituciones, agentes sociales y económicos la altura de miras, la responsabilidad y el sentido del deber que la organización política liderada por Pablo Casado ha demostrado, en no pocas ocasiones en un año, carecer por completo.
El hecho no solo es grave por lo que supone en sí mismo, poner en peligro la llegada y utilización de los Fondos Europeos al carecer de los mecanismos necesarios para canalizarlos y ejecutarlos con garantías, sino también porque con ello demuestran estar invalidados para ser alternativa de gobierno, reduciendo su labor de oposición a una mera comparsa negacionista, que desprende un déficit democrático también sin precedentes.
Un partido político riguroso, con vocación europeísta y leal al país, anteponiendo los intereses del conjunto de la sociedad a los suyos, no tendría jamás la más mínima duda de lo que debe hacer desde la oposición cuando está en cuestión la llegada de 140.000 millones de euros que van a ser una palanca fundamental para la recuperación económica y social tras la pandemia.
Nada de esto ha pensado el Partido Popular cuando ha votado junto a los independentistas catalanes para bloquear al país con tal de desgastar al Gobierno de España sin pensar ni un segundo en las consecuencias nefastas de su voto. Es difícil entender su papel ejercido en Europa desde el comienzo de la crisis provocada por la pandemia. Comenzaron oponiéndose a la participación de España en el programa SURE que está permitiendo financiar los ERTE en este país, con la que se han protegido y se siguen protegiendo millones de empleos y evitando despidos. Intentaron por todos los medios que la Unión Europea no aprobase los 140.000 millones de euros que España recibirá de los fondos europeos y no contentos con eso, intentaron también que nos pusieran durísimas condiciones para poder recibirlos. Después, han hecho todo lo imposible para que no se aprobasen los Presupuestos Generales del Estado que permiten canalizar los primeros 27.000 millones de euros de esos fondos. Y ahora, no han apoyado un Real Decreto-Ley que hace posible una tramitación más ágil y nos dota de los instrumentos necesarios para poder ejecutarlos en los plazos que marca Bruselas.
Les da igual todo. Están utilizando las circunstancias más excepcionales que hemos vivido como país y como democracia, para arremeter y derribar a un Gobierno que lo único que ha hecho es buscar soluciones, crear un gran escudo social para proteger a todas las personas, y sobre todo, salvar vidas. No hay un partido de oposición en todo el continente en el que Pablo Casado y los suyos vean reflejada tamaña incapacidad para entender el momento histórico que vivimos.
España, tal y como la conocemos hoy, dista en muchos aspectos de la España de principios de siglo XX a la que hacía referencia Antonio Machado en aquel poema “El mañana efímero” en el que describía un país asolado por la pobreza intelectual pero que retrata en la actualidad a quienes entienden la política como embestida contra todo y contra todos sin la mínima reflexión ni conocimiento. El no por el no con el que el Partido Popular entiende la oposición que debe hacer al Gobierno de España es tan de charanga y pandereta como entonces, la que contrapone su rabia a las ideas, simplemente por creer que no hay más alternativa que ellos en el ejercicio del poder, porque de lo contrario promueven el caos. Esa simpleza a la que reducen nuestro sistema parlamentario y el valor de la democracia demuestra, en una votación tan importante y clave para el futuro como esta de la gestión de los Fondos Europeos, un mañana tan efímero como el del poema para una derecha irresponsable con el país y la ciudadanía a la que también, desde la oposición, representan.
Sin ellos o con ellos, el Gobierno va a seguir con una hoja de ruta clara para avanzar en la recuperación necesaria en la que los Fondos Europeos son un impulso imprescindible y una oportunidad de país para poner en marcha inversiones y reformas estructurales, recuperar el empleo y la actividad económica, potenciar la inversión privada, la innovación y la modernización de las Administraciones Públicas para recuperar la senda de crecimiento. Una oportunidad también para que la sociedad avance en sostenibilidad, cohesión y justicia social para que la recuperación llegue a todos por igual.