La guerra de las 'Preadolescentes Sephora'

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Parece que una plaga de “Preadolescentes Sephora” ha estado asaltando las existencias disponibles de tratamientos para la piel de Drunk Elephant en las tiendas de maquillaje antes de que los consumidores maduros puedan conseguirlos. Las mujeres mayores y desfavorecidas han declarado la guerra intergeneracional.

Sí. Otra.

Ahora está en marcha una batalla de videos en TikTok, con la Generación Alfa disparando andanadas que son respondidas golpe por golpe por cada generación oniline que no está muerta. Un niño agita un frasco de crema polipeptídica Protini sobre su cabeza y grita: “¡De mis manos frías y muertas!”. Un anciano responde: “¡Puedes venir por mí, pero nunca recibirás mis gotas de rocío de niacinamida con brillo de sandía y receta Glow!”.

OK, inventé esos últimos fragmentos, pero la pelea online es real y no puedo enfatizarla lo suficiente.

La pregunta inmediata que surge de la guerra de las Preadolescentes Sephora es, por supuesto: “¿Fueron una buena idea los estudios de televisión de bolsillo?”, a la cual un solo minuto de TikTok me convence de responder “no” en voz muy alta.

Más allá de esto, hay cuestiones más espinosas sobre adultos, influencia y espacios a los que la codicia y la paranoia de los adultos terminan empujando a los niños.

La repentina rivalidad generacional por la adquisición de cosméticos es un síntoma de una asombrosa expansión reciente del mercado de la belleza. Según McKinsey, entre 2020 y 2022 las ventas globales de productos de belleza aumentaron en casi 100 mil millones de dólares. No tengo ninguna duda de que esto se debe a que todos estábamos atrapados en nuestro interior y observando implacablemente nuestra palidez mientras intentábamos reuniones de Zoom en lugar de encuentros de trabajo, de amigos y familiares. ¿Fue la falta de ver a alguien con quien no vivíamos lo que nos animó a probar nuevas versiones de nosotros mismos? Sí. Cambié el color de mi cabello cuatro veces, perdí 20 kilos, actualicé todos mis productos de cuidado de la piel para adaptarlos a mi nuevo estilo de vida de “confinamiento en casa” y cambié una paleta entera de colores de maquillaje. Cien mil millones de dólares evidencian que no estaba sola.

Los niños, por más que lo olvidemos, también estaban atrapados en las casas, con nosotros y con TikTok, y ninguna de las entidades aturdidas por la pandemia se encontraba en un estado psicológico sólido para cuidar a los niños de manera consistente y responsable en ese momento.

No es ninguna novedad que los niños copien a los adultos que los rodean; lo hacen para aprender y construir vínculos sociales de reconocimiento y familiaridad. Copian con entusiasmo a los adultos que admiran, especialmente aquellos cuyo ejemplo les ofrece un canal de ambición o aspiración. Cuando era niña, me hice un “cinturón de herramientas” del que colgaban utensilios de cocina y una capa con un mantel porque quería ser Batman. ¿Quién soy yo para criticar a niñas de tan solo ocho años que improvisan formas de untarse de retinol porque el héroe disponible para ellas es una 'skinfluencer' de TikTok? A esa edad, habría dado cualquier cosa por un Batimóvil, incluso si fuera a estrellarlo inmediatamente contra una pared.

Hay una critica obligada, pero no para los niños. Es para los adultos que se benefician de la venta de retinol y otros ingredientes para el cuidado de la piel que son perjudiciales para los niños. Es para una cultura adulta que transmite mensajes omnipresentes a los niños de que lo peor que les podría pasar es envejecer. Se ha señalado que los niños que ven vídeos de maquillaje y cuidado de la piel reciben la misma publicidad que los consumidores adultos; si los adultos luchan por resistirlo, ¿cómo podría hacerlo un niño? ¿Y por qué un anunciante querría desistir, cuando se espera que los ingresos del mercado del cuidado de la piel para niños y bebés crezcan a una tasa del 5,74% cada año, según la plataforma de inteligencia empresarial Statista?

Qué podría hacer que alguien desista excepto un entorno regulatorio fuerte, que puede y debe responsabilizar a TikTok, YouTube y todos los demás por el contenido de plataformas que plantea riesgos para la salud y la seguridad, incluso si no filman los vídeos ellos mismos. Sin las advertencias de seguridad adecuadas, no, no es apto para su visualización ni venta. Quizás también podríamos intentar imponer algunos códigos de prácticas de la industria a los proveedores y minoristas de este material. Incluso hay una lógica loca que sugiere, oye, tal vez si los consumidores mayores están en TikTok quejándose de que no pueden conseguir productos de belleza en las tiendas, las marcas no tienen que darle a un niño un trastorno inflamatorio para evitar hacerse daño en el capitalismo.

También existe una incómoda responsabilidad cultural más amplia. Se trata de darles a los niños más cosas que hacer que “comprar cosas en el centro comercial” y ofrecerles más figuras a las que aspirar que “un impresionante aplicador de crema hidratante”. Es considerar que tal vez demoler y luego mercantilizar cada espacio público accesible a los niños también haya limitado las aventuras y los ámbitos de experiencia disponibles para ellos. Sentémonos con la triste posibilidad por un momento de que TikTok se haya vuelto mucho más interesante que el resto de sus vidas.

De hecho, la propia Guerra Preadolescente Sephora puede ser la diversión más divertida que algunos de estos niños hayan tenido en años. Porque si los niños nos copian y sus obsesiones infantiles offline son los tratamientos antienvejecimiento con niacinamida y las salidas al centro comercial Sephora, tal vez –sólo tal vez– nosotros, como sus mayores, nos hayamos vuelto un poco aburridos.