Tiempos de monstruos en forma de ola reaccionaria y autoritarismo, de gobiernos débiles sin voluntad para enfrentar al neoliberalismo ni a los poderes financieros. Tiempos de desconciertos, miedos y dudas. Tiempos de crisis de proyecto de las izquierdas. Tiempos de colapso de todo un ciclo que despertó tantas esperanzas como desilusiones ha provocado. Y es que las tendencias de fondo nos van marcando un camino tortuoso frente al que no podemos desfallecer.
Revertir esta tendencia no va a ser producto de un mero movimiento audaz, sino de establecer y poner en práctica una política estratégica que aprenda de los errores y asuma las tareas ingentes y urgentes que tenemos por delante. Desorden económico, político, crisis ecológica y crisis de los cuidados en medio de una ola antifeminista y xenófoba que requieren de respuestas programáticas y de proyectos radicales y en ruptura con un sistema que nos lleva al colapso y al auge de los nuevos fascismos. Política con mayúsculas que, sin embargo, necesita solventar las cuestiones de la política concreta.
Así, la sacudida que ha provocado el movimiento de Íñigo Errejón y Manuela Carmena para constituir un ticket en las próximas elecciones municipales y locales de Madrid bien merece una reflexión. Reflexión que, para ser útil, solo puede transitar por los horizontes y perspectivas necesarias que toca abrir en lo inmediato. Los lamentos impotentes, el cinismo desmovilizador, la pontificación sin propuesta no van a ayudarnos a salir de esta situación sino profundizar la crisis.
En nuestra opinión, es legítimo que cada cual haga sus propias apuestas. En este sentido, entendemos que Errejón ha decidido formar un proyecto coherente con sus hipótesis y sus líneas políticas. Nuestra orientación mantiene discrepancias políticas de fondo con Errejón: no creemos en la construcción de un proyecto político “centrado” gobernista y gestionario, si no que pensamos que hay que construir un espacio impugnador, de confrontación con las élites. La diferencia fundamental es, por tanto, política y programática. A este respecto, la experiencia del Ayuntamiento es fundamental y clarificadora: se ha elegido gobernar como el PSOE y bajo su tutela, dejando intacto el gobierno del poder financiero sobre la ciudad. Creemos que ahí se ha producido una bifurcación de proyectos que, además se ha impuesto por parte del carmenismo-errejonismo volando por los aires cualquier mecanismo de debate democrático, torpedeando los espacios orgánicos e impidiendo todo desarrollo territorial con la consecuente pérdida de base social.
Sin embargo, la última secuela de la “larga crisis” de Podemos no se remite al último episodio. Es la constatación del colapso definitivo de un modelo de partido que se ha demostrado fallido por su forma de construcción política incapaz de integrar y cooperar, mucho menos de establecer reglas de juego comunes. La “privatización de Podemos” ha terminado siendo el síntoma organizativo de la ausencia de un proyecto que, a nivel político, se ha basado en el bandazo permanente, provocando la desorientación constante de su espacio político. La dirección de Pablo Iglesias no ha sabido gestionar la pluralidad del proyecto: colocó a dedo a Errejón obviando el necesario debate político, no han sido capaces de integrar a diferentes sensibilidades ni de construir un proyecto político sólido, impugnador y con voluntad constituyente. Una pluralidad que, por otra parte, en el conflicto “pablismo-errejonismo” no es tal. Son apenas diferencias de matiz en el marco de una misma estrategia política. De hecho, lo paradójico ha sido que tras aquella batalla fraticida en Vistalegre II, Pablo Iglesias ha terminado por adoptar la línea política que defendía Errejón.
En nuestra opinión, en un contexto en el que el auge de la extrema derecha provoca miedo, es el momento de construir proyectos que vayan a la raíz de los problemas y ofrezcan alternativas. Lo que está en juego es cómo vamos a salir de la crisis: si pagan los de arriba o si pagan los de abajo. La izquierda cometería un error imperdonable si trata de buscar un camino intermedio. Un camino hoy bloqueado por la crisis estructural del capitalismo y la radicalización autoritaria de las élites. Este es el punto de partida fundamental para pensar un proyecto político hoy: la capacidad para proponer un modelo económico distinto al dominante, como está haciendo Corbyn en Reino Unido. Eso es lo que queremos trasladar a la Comunidad, al Ayuntamiento y a todos los municipios de Madrid. Queremos volver a hablar de banca pública, de parques de vivienda pública con alquileres accesibles, remunicipalizaciones, de expropiar a los especuladores, garantizar los derechos laborales de los trabajadores y las trabajadoras, defender los derechos sociales y económicos de las migrantes: queremos un proyecto de lucha y de transformación, sin complejos, y no retóricas vacuas que nos hagan parecernos al PSOE o al viejo PCE de Santiago Carrillo.
Como venimos defendiendo desde siempre, la única forma de garantizar la unidad es reconocer la pluralidad, debatiendo y construyendo colectivamente programas y proyectos. De lo que se trata ahora es de politizar las diferencias, que el “pueblo de izquierdas” pueda participar y elegir su proyecto: no se trata de lanzar proyectos por diferencias burocráticas, se trata de organizar proyectos políticos. El nuestro está claro: democracia, pluralidad, movimiento y programa transformador.
Desde Anticapitalistas seguimos proponiendo construir un proyecto radicalmente transformador, ecologista, feminista y democrático, vinculado a los movimientos, con un fuerte protagonismo de la clase trabajadora. Es una apuesta de largo recorrido, no meramente electoral, pero también con la vista puesta en los próximos comicios. Por eso hemos hecho una propuesta a IU, a Podemos (si es capaz de aceptar un marco democrático) y a otros sectores políticos y sociales de Madrid. No vale repetir el modelo cerrado de “Unidos Podemos”. Hay que ir hacia algo nuevo, con racionalidad y evitando peleas ridículas.
Cuando se celebraron las elecciones primarias de Podemos hace unos meses ya advertimos de que lo que tocaba era abrir un proceso de agregación popular y habilitar primarias abiertas y conjuntas de todos aquellos sectores que se reconocieran en un programa transformador. Esa tarea quedó pendiente y, de hecho, el cierre en falso de esas primarias explican gran parte de la situación actual.
No podemos seguir en el auto-engaño. Ha fracasado un modelo. Un modelo que no respondió a las expectativas creadas, donde solo han sido protagonistas unas élites con vocación de clase política, relegando esa idea fuerza del protagonismo popular. Pero no olvidemos que quien hace la historia son las trabajadoras, las mujeres, las migrantes, sus luchas. Un nuevo proyecto en Madrid debe tener en cuenta esto y poner en primer plano el protagonismo de los sectores sociales que mueven la sociedad. Por eso, ni el modelo personalista de Más Madrid ni un acuerdo de izquierdas estilo Unidos Podemos es suficiente. Necesitamos cambiar la dinámica, retomar las tareas y los debates pendientes. Retomar el impulso estratégico constituyente. Buscar nuevos acordes. Aún estamos a tiempo.