Lo que más importa

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I.- La vida política española sigue inmersa en una crispada polarización, que se manifiesta en una permanente descalificación y deslegitimación del gobierno, más allá de lo admisible, por parte de la oposición. Es normal que la oposición de derechas se oponga y critique la acción del ejecutivo, pero deviene tóxica cuando esa discrepancia se lleva al límite de descalificar e inhabilitar al oponente, hasta el punto de mutar un adversario en un enemigo a batir por todos los medios. Primero, y todo el tiempo, sigue siendo el asunto de la amnistía. Es obvio que se puede discrepar de esa medida de gracia, pero de ahí a sostener que “rompe España”, “destruye la Constitución”, “lamina la separación de poderes”, “es una estafa”, “es ilegal”, “inmoral” y no sé cuántos improperios más, es tan exagerado, falso y ayuno de argumentos que hace imposible el debate democrático. En el supuesto de que al final de esta historia, el Tribunal Constitucional dijera que esa medida es conforme a la Constitución, ¿qué pasaría con todos aquellos que han estado durante meses acusando de tan horrendos “crímenes”? Supongo que, como mínimo, tendrían que dimitir de la vida pública, a no ser que piensen que nuestro más alto tribunal se ha vuelto loco y ha sido capaz de avalar tan pavorosos atropellos. Yo sería más cauto en las expresiones, pero cada cual es dueño de sus palabras.

II.- Luego, y al mismo tiempo, ha llegado una moción de censura con el fin de descabalgar de la alcaldía de Pamplona a una regidora del PP y elegir, en su lugar, a un alcalde de Bildu. Por lo visto, la más grande fechoría que haya podido cometer el partido socialista de Sánchez, hasta el punto de que el líder opositor lo ha calificado de “pacto de los encapuchados”, “miserable”, indigno“ e ”inmoral“, con los ”herederos de ETA“, nada menos. En fin, una sarta de falsedades cuando debería ser conocido que en la coalición Bildu hay tres partidos que siempre condenaron el uso de la violencia de ETA, entre ellos el propio candidato a alcaldía. Se trata, por otra parte, de una formación con representación parlamentaria, en cuyos estatutos se rechaza la violencia, incluida la de ETA, y apoya las políticas sociales del gobierno de coalición. Deberíamos de estar satisfechos de que la democracia haya derrotado al terrorismo, que ETA haya desaparecido de nuestras vidas y que aquellos que antaño pudieron colaborar con el terror ogaño estén integrados en la vida política democrática. Yo me alegré infinito cuando en aquellos lejanos años de la transición, los que habían participado, apoyado e incluso dirigido la dictadura y sus terribles delitos,  abrazaron la causa de la democracia. Nadie les pidió cuentas personales ni colectivas, y todavía estamos esperando a que algunos partidos que gobiernan en multitud de CCAA y ayuntamientos renieguen y condenen a tan nefanda dictadura. Así que menos globos.

III.- Después de las matracas sobre la amnistía y el asunto de Pamplona, ahora llena buena parte del debate mediático si el líder oposito verá o no al presidente del gobierno y si éste se reunirá en algún lugar de la Unión con el prófugo señor Puigdemont. Si los principios de realidad y de oportunidad imperasen en nuestra baqueteada vida política, mi sugerencia sería que el líder del PP y el presidente del gobierno se reuniesen cuanto antes, y que éste demorase su encuentro con el líder de Junts hasta que se aprobase la amnistía. No verse, en el primer caso, o verse antes de tiempo, en el segundo, son bastante impresentables.

IV.- Mientras tanto, me malicio que los asuntos que interesan al sufrido personal, los que más importan, suelen pasar desapercibidos o no están en el centro del debate. Me refiero a los que afectan al bienestar o malestar de la inmensa mayoría de la gente.  Pondré algunos ejemplos recientes.

Hace unos días se anunció que las pensiones iban a subir de manera notable, en comparación con el pasado, a partir del 1 de enero del 2024. Así, las del régimen general un 3,8%, las mínimas entre un 5 y un 7%, las de viudedad un 14%; teniendo en cuenta que la inflación se situará en torno al 3,6% no está tan mal. Un crecimiento que afecta a más de diez millones de personas y a más de dos millones las de viudedad. Lo mismo ha sucedido con la subida de los salarios pactados. Se ha noticiado que, como media, han aumentado un 4%, hasta los 2.117€ al mes. La conclusión que podemos sacar, si comparamos estas cifras con los “países de nuestro entorno”, es que la brecha se va estrechando, aunque todavía nuestros sueldos y salarios son inferiores, pero también hay que tener en cuenta que nuestro nivel de precios es más bajo. Obviamente, estamos por detrás de Alemania o Francia, pero bastante equiparados con Italia. En cuanto al salario mínimo nos situamos todavía lejos de los dos primeros, con 1.997€ y 1.747€ al mes, respectivamente, pues Italia carece de salario mínimo. En España está en fase de negociación la subida para el 2024, si bien la perspectiva es la de un crecimiento de alrededor del 4%, lo que lo colocaría en 1.123€ en 14 pagas, es decir, 1.310€ al mes. Eso supone que en los últimos seis años dicho salario habría aumentado un 52%. Y hay que tener en cuenta que el salario mínimo lo cobran en España más de dos millones de personas. 

Por otra parte, también tiene interés lo proyectado para el subsidio de desempleo, que afecta a cerca de un millón de personas (971.095), de las más vulnerables de la población. La ayuda asciende de 480€ al mes a 570€ durante seis meses, luego a 540€ y, a partir del año, a 480€, es decir, en principio una subida del 19%, y además se amplía a nuevos colectivos y se hace compatible con el salario durante 180 días. En todo caso, sigue existiendo otro millón de personas que no perciben ni la prestación, ni el subsidio de desempleo, lo que significa que tiene que acudir a otro tipo de ayudas para subsistir. Es el caso de los que perciben el Ingreso Mínimo Vital, que asciende a 565,28€, o 859,33€ si se convive con un menor; cantidad que subirá en 2024 un 6,9% y lo cobrarán cerca de 700.000 personas.

Como se puede comprobar, el esfuerzo en el crecimiento de estas prestaciones no es desdeñable, si bien no es menos cierto que se trata de cantidades muy exiguas, prácticamente de supervivencia, de las que dependen cerca de dos millones de personas. En cualquier caso, lo más lacerante, en mi opinión, es la extensión de la pobreza infantil que todavía existe en España. Un hecho realmente inaceptable en la época y con la riqueza que tenemos. Se calcula que alrededor del 29% de los menores de 18 años, o cerca de dos millones y medio, se encuentran en situación de pobreza. No creo que haya nada más urgente que poner en práctica un programa efectivo con el fin de erradicar esta lacra en la actual legislatura. Creo que deberíamos estar debatiendo estos temas todos los días, y no malgastando cientos de horas sobre las chorradas a las que nos tienen acostumbrados la mayoría de los medios.

Para terminar y respecto a lo que podríamos llamar los “ingresos indirectos”, en una reciente encuesta sobre lo que más les importa a los ciudadanos aparecen en primerísimo lugar la sanidad, la educación y la subida de los precios de los alimentos. No desde luego si este o el otro se reúne o pacta con éste o con aquel. Todavía no pierdo la esperanza de que algún día debatamos sobre lo que más importa.