Imagínate que estás en el campo, cerca de la ciudad o del pueblo donde vives. Desde donde estás puedes ver varias naves flanqueadas por silos donde se almacena pienso, así como una enorme balsa donde se acumulan los excrementos de los animales. Una gran empresa mantiene ahí unas 5.000 vacas lecheras. Estos animales son ordeñados por robots hasta tres veces al día, viven sobre suelos de hormigón, nunca salen del edificio para pastar y comen (sobre todo) cereales, una gran parte importada, y algo de soja, toda ella importada. Cada vaca expulsa diariamente unos 400 gramos de metano, un gas de efecto invernadero muy potente. Su estiércol se procesa in situ y los vertidos que contaminan el medioambiente, el clima y el agua son inevitables. Además, son responsables de casi toda la contaminación por amoníaco de la UE, liberan partículas finas al aire y contribuyen a la eutrofización de los cursos de agua.
¿Por qué una explotación de ganado vacuno como esta - una auténtica fabrica de leche y contaminación, con una solicitud de ampliación que llegaría a las 9.678,80 UGM - podría seguir estando fuera de la Directiva de Emisiones Industriales? ¿Dirías que instalaciones así son una planta industrial o una granja? La mayoría no dudaríamos en decir que se trata de una fábrica. La contaminación que provocan no difiere mucho de la que provoca cualquier otra instalación industrial, por ejemplo, una fábrica de producción de cemento o una planta de gestión o incineración de residuos y, por tanto, se deben tratar como tal. Sin embargo, los partidos conservadores y de derechas se oponen duramente a la revisión de la Directiva sobre Emisiones Industriales de la UE, que obligaría a las explotaciones industriales de ganado vacuno, porcino y avícola a obtener un permiso de funcionamiento o declarar sus emisiones en un registro público.
En concreto, quieren que la normativa sobre contaminación no sea aplicable a las explotaciones industriales de ganado vacuno. Su principal argumento es que incluir a las explotaciones de vacuno sería muy perjudicial para las granjas familiares y las comunidades rurales europeas. Un argumento sorprendente, ya que el texto que se está negociando solo es aplicable a poco más del 1% de las explotaciones ganaderas de la UE (las grandes instalaciones) y no afectará al 99% restante de granjas. Sin embargo, fingir que se pretende proteger a las explotaciones ganaderas es una estrategia electoral muy fructífera que estos grupos políticos se empeñan en utilizar para ganar votos en las próximas elecciones europeas.
Las vacas se han convertido en el icono de un modo de vida rural que ahora se ve amenazado. Pero la verdadera amenaza para las explotaciones familiares europeas de pequeña y mediana escala no es la normativa sanitaria o medioambiental. Es la intensificación e industrialización de la ganadería lo que está provocando su quiebra. Las fábricas de carne, leche y huevos están sustituyendo a las granjas, en 15 años han desaparecido más de cuatro millones de granjas, el 60% de las explotaciones ganaderas que había en Europa en 2005 han desaparecido. En España, según el último censo agrario, el número de explotaciones ganaderas se situó en 2020 en 169.576, un 30% menos que en 2009. Pero, el número total de animales creció un 6,5% y en el caso del porcino y el vacuno, aún más, casi un 22% y un 16% respectivamente. Casi ningún texto legislativo destinado a frenar el enorme impacto de la ganadería industrial hace referencia al impacto que tienen los 77 millones de cabezas de ganado vacuno de la UE, nadie quiere hablar de este gran problema.
Los partidos conservadores del Parlamento Europeo consiguieron excluir las tierras agrícolas de la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE y el reglamento sobre el metano que se está debatiendo actualmente solo es aplicable a las emisiones procedentes del sector del petróleo o del gas. Resulta increíble teniendo en cuenta que en Europa el sector agrícola es responsable del mayor porcentaje de las emisiones de metano de origen humano (54%), siendo el ganado vacuno el principal responsable (causa el 80% de las emisiones de metano de la ganadería). En España, el sector agrícola genera casi el 63% de las emisiones totales de metano y el ganado vacuno el 53% de las emisiones de metano de la ganadería. La ganadería, principalmente la bovina, es también responsable del mayor porcentaje de las emisiones de amoníaco en Europa. La ganadería provoca el 75% de todas las emisiones agrícolas de amoníaco y el sector agrícola es responsable de casi la totalidad (94%) de las emisiones de amoníaco en Europa, perjudicando nuestra salud y medioambiente. En España, el sector agrícola es el responsable del 97% de las emisiones totales de amoníaco, siendo la ganadería responsable del 47%. Además, casi tres cuartas partes de la contaminación del agua de origen agrícola en la UE procede de la ganadería, el ganado vacuno nuevamente es uno de los principales causantes. La Comisión Europea, el Parlamento Europeo y los Gobiernos nacionales están debatiendo actualmente si incluir o no el ganado vacuno en la Directiva sobre Emisiones Industriales. La inclusión del sector vacuno, en especial las explotaciones industriales, es la cuestión más debatida de todo el proceso.
Desde 1996 la normativa ya incluye a las grandes explotaciones de pollos y cerdos, aquellas que cuentan con más de 2.000 cerdos y/o 750 cerdas o 40.000 aves de corral. Los Gobiernos y la Comisión quieren incluir a las explotaciones industriales de vacuno y a más explotaciones industriales porcinas y avícolas, mientras que el Parlamento vota por mantener el statu quo. Si las eurodiputadas y eurodiputados conservadores y de derechas, y los supuestamente progresistas que los apoyan en esta materia, se salen con la suya, todas las explotaciones de ganado vacuno, así como numerosas explotaciones industriales porcinas y avícolas, tendrán licencia para seguir contaminando.
¿Qué intereses defiende realmente esta clase política? Dice defender a todas y todos los ganaderos y ganaderas, pero ¿por qué protege al ínfimo porcentaje que suponen las explotaciones industriales? ¿Por qué deben recibir el mismo trato los millones de pequeñas y medianas explotaciones familiares que las explotaciones industriales que confinan a los animales, los mantienen en condiciones terribles, además de envenenar nuestro aire, suelo y agua? El tamaño importa y actualmente hay una clara tendencia hacia menos explotaciones, pero mucho más grandes, con muchos más animales. Aunque la clase política conservadora dice defender el modo de vida rural, en realidad apoya una legislación que está convirtiendo, poco a poco, el campo en una zona industrial, donde los camiones van y vienen constantemente entre las explotaciones industriales, las fábricas de piensos y los mataderos. El hedor, el tráfico y la contaminación son terribles para las personas que viven cerca de estas instalaciones. Muy en particular la contaminación del agua por nitratos que deja cada año a muchos pueblos en España sin agua potable y que ya ha provocado que la Comisión Europea nos haya llevado ante el Tribunal de Justicia de la UE por incumplimiento de la Directiva de Nitratos. ¿Es esto lo que los partidos conservadores y supuestamente progresistas quieren para el futuro del campo que dicen defender?