Manipulación, verdad y colonialismo en los hechos de Lavapiés

Antumi Toasijé

Historiador, politólogo, artista. Director del Centro Panafricano y de africanidad.com —

La construcción de la realidad es un acto voluntarioso, no fortuito. La interpretación que hacemos de los hechos, la imagen que tenemos del mundo es construida socialmente. Cuando en una sociedad dada el poder tiene todos los mecanismos de interpretación de la realidad, educación, gran prensa, televisión… estos operan siempre en favor de los grupos privilegiados frente a las personas desempoderadas. Fácil es recordar que la esclavitud fue legal en su tiempo, ergo escaparse de un secuestro esclavista o incluso cuestionar dicha institución estaba perseguido y penado. Hasta la centuria 118 EH* (siglo XIX) los poderes financieros apoyaban la esclavitud, pero también la Iglesia Católica la apoyaba, y por supuesto el poder político incluyendo la monarquía, así como la mayoría de los filósofos y catedráticos de las instituciones culturales y educativas.

La esclavitud se basaba en la idea de “justa lid” esto quiere decir que se suponía que la esclavizada o el esclavizado debían haber sido capturados en una “guerra justa” generalmente aprobada por el papa de Roma, algo así como las que aprueba hoy en día el consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con el correr del tiempo, cuando se comprobó que dicho argumento no se aplicaba a casi ningún caso, apareció una nueva idea, la de la inferioridad de la persona llamada “negra”. La persona “negra” era “inferior, inmoral, torpe y perezosa”, y había que civilizarla, aunque fuese a la fuerza, es decir esclavizándola, si eso era posible claro. Por eso las leyes sobre esclavitud de la centuria 115 EH (Siglo XVI) decían que no se debían llevar a Abya Yala (“América”) Ladinos es decir afrodescendientes hispanizados, “Mulatos” es decir personas de doble ascendencia y Jelofes, es decir Wólofs de Senegal. El motivo: que “….han intentado y probado muchas veces de se alzar y han alzado… y malaconsejaban a otros esclavos”. O sea, que no se dejaban someter.

Hoy en día algunas cosas no han cambiado tanto, los argumentos del poder para sojuzgar a las y los desempoderados de hace unos siglos y los de ahora se parecen más que bastante. Se podrían dar muchos ejemplos: las leyes sobre esclavitud prohibían a las y los esclavizados vender productos sin consentimiento de su secuestrador (“amo”) y a los españoles libres les prohibía comprar nada de los esclavizados porque podían ser objetos robados (cámbiese “robados” por objetos falsificados y ya tenemos el principal argumento contra la manta). También se prohibía a las y los esclavizados circular libremente, especialmente de noche sin la correspondiente cédula ¿les suena familiar? También existía la exculpación para el perseguidor de “negros”. Una ordenanza de la Isla Española decía: “…que, si en la persecución o prosecución de los dichos esclavos alguno se defendiere o le mataren, porque de otra manera no les pueden prender, que no tengan por ello pena alguna, ni lo sean obligados a pagar.

Cuando África fue repartida y dividida entre las potencias europeas en la conferencia de Berlín de 11884-85 EH (1884-85 EC**), no se hizo alegremente. Se dieron buenas y reflexivas razones para hacerlo, la declaración de Berlín decía: “DESEANDO concertar de común acuerdo las condiciones más favorables al desarrollo del comercio y de la civilización en ciertas regiones de África […] y atendiendo además a la manera de aumentar el bienestar moral y material de las poblaciones […] A fin de dar nueva garantía de seguridad al comercio y a la industria, y de favorecer con la conservación de la paz el desarrollo de la civilización en las comarcas mencionadas...”. Esto dio paso a la invasión de todo un continente, la destrucción de sus culturas, estructuras sociales y políticas, a lo que cabe añadir el trabajo forzado de decenas de millones de personas. Tras la descolonización se logró mantener el esquema de explotación a distancia y contener a las y los refugiados económicos. De hecho, con la deslocalización de empresas no hace tanta falta tenerles esclavizados por aquí.

Cada momento tiene su discurso. En España el discurso contra la manta apela a la ilegalidad de la actividad, obviamente es ilegal porque las autoridades quieren que lo siga siendo, no hay otro motivo. De este modo podrá perseguirse a quienes la ejerzan, ¿de qué otro modo podría justificarse su persecución? El caso es que no hemos visto policías persiguiendo porra en mano a los integrantes de la plataforma Uber o a los dueños y dueñas de los pisos turísticos sin licencia. Tampoco a los miles de negocios que presentan alguna irregularidad ni a las decenas de miles de profesionales que preguntan si lo “quieres con IVA o sin IVA”. Mucho menos a los corruptos que campan a sus anchas en las instituciones públicas. A esas personas no se las azota con el látigo, es decir la porra, si acaso se les notifica por carta certificada su sanción, y con cuentagotas no vaya a ser que se hunda la economía de España. El argumento de que los empresarios africanos no regularizados que se conoce por manteros, “no pagan impuestos” también se cae por su propio peso, ya que en España la mayor carga impositiva para cualquier persona, en situación regular o no, son los impuestos indirectos, incluso, a efectos de cuantificar la riqueza nacional, se recogen estadísticamente los que provienen de actividades ilícitas en el cómputo del Producto Interior Bruto.

La cuestión no es la manta, la cuestión es que no se quiere africanos aquí y eso que siempre hemos estado en España, siempre hubo personas africanas negras y en muchos momentos en proporción muy superior a la actual: en la Prehistoria, la Antigüedad, la Edad Media, la Edad Moderna y en la Contemporánea. Hoy, al igual que las leyes contra las españolas y los españoles de origen africano llamados “moriscos” que finalmente fueron masivamente expulsados, las leyes contra el migrante africano son mucho más severas y los requisitos de estancia legal mucho más difíciles de cumplir. El numero de visados concedidos a solicitantes de países africanos es ínfimo en relación con el de visados concedidos a países extracomunitarios no africanos, y para nacionalizarse (salvo Guinea Ecuatorial) son necesarios diez años de estancia regular frente a los dos años de otros muchos países. Todo ello forma parte de un esquema anti-africano, y en consecuencia la violencia sufrida por los disidentes migratorios africanos en la frontera de los territorios africanos de España; Ceuta, Melilla y Canarias es infinitamente superior a la de Barajas o la Junquera. Esa violencia continúa en las calles una vez dentro. Mientras tanto Europa se sigue beneficiando de las desigualdades en el comercio internacional y continúa sustentando el saqueo de materias primas, vendiendo armas a dictaduras y países en conflicto, etc.

La mentira, como sabían los encargados de propaganda del partido Nazi, depende de la vehemencia y reiteración con que se transmita para que sea considerada verdad. También es importante que las mismas víctimas, es decir, en este caso las personas denominadas “negras” la crean y colaboren en consecuencia al mantenimiento de la estructura que les oprime. Lo importante es sembrar la duda, una vez que hay duda cualquier bando vale y puesto que cualquier bando vale mejor posicionarse con el más fuerte. En el caso de Mame Mbaye y Ousseynou Mbaye fallecidos y Arona Diakhaté herido, debemos prepararnos para que la realidad sea puesta del revés, para que la verdad sea llamada “bulo” y la mentira sea llamada verdad. Debemos prepararnos para ver vídeos troceados, declaraciones fuera de contexto, acusaciones políticas, querellas desproporcionadas sobre falsos delitos de Odio y todo lo que sea necesario para que el entramado del poder, los grandes medios y las redes clientelares en las que están determinadas ONGs se sigan lucrando con el tema africano. Unos por la perpetuación del sistema de explotación internacional, otros por el subvencionismo del tutelaje sobre la comunidad africana y afrodescendiente.

Omowale (Malcolm X), Noam Chomsky y otros muchos filósofos ya nos han advertido sobre el discurso del poder a través de los medios de comunicación y la educación para justificar el estatus de una minoría enriquecida. No es casualidad que esto suceda tras la cruel muerte de un niño inocente. Es fácil para muchos asociar color y criminalidad, sólo basta exponer un rostro negro en los grandes medios de comunicación constantemente, aunque la madre de la víctima (víctima ella también) haya dicho que eso no es lo que quiere. Hecha esta asociación ideológica negros=crimen, los golpes pueden darse más fuerte y con menos cargo de conciencia. Y que nadie me malinterprete, entiendo a las y los policías que quieren defender los derechos de la ciudadanía, son aquellos agentes que hartos de aguantar al compañero nazi, violento, racista y xenófobo son valientes y lo denuncian. Estoy con quienes sea que hayan destapado los mensajes infames del chat de la Policía Local de Madrid. Estoy con quienes paran un porrazo a tiempo, con quienes tienen claro lo que es la proporcionalidad, con quienes asisten a un accidentado y hacen una RCP no sólo porque la omisión de socorro les obligue sino porque les obliga el humanismo.

Hace bastantes años algunos advertíamos de posibles estallidos sociales, cuando sucedió lo de París en 12005 EH, (2005 EC) se nos dijo que eso en España era imposible. Advertíamos que la nacionalización debe ser posible para todas y todos los extranjeros por igual independientemente de su país de origen o que se deben regularizar las actividades económicas no lesivas, o que se debe incluir en la educación y en la memoria colectiva el pasado colonial y esclavista de España para que haya una consideración de respeto igualitario hacia la comunidad africana y afrodescendiente. Y advertíamos también que no se debe subvencionar a las entidades mediadoras y aduladoras que sólo le dicen al poder lo que quiere oír, esas que hablan en nombre de los Afros, pero sin Afros. Son similares a las instituciones encargadas de la vigilancia del racismo en España que no integran a los movimientos sociales africanos en su estructura y por ello pueden elaborar informes favorables en Naciones Unidas diciendo básicamente que “aquí no pasa nada”. Al decir todo eso, obviamente, se nos tachó de extremistas.

A pesar de que existe una extendida costumbre nacional de matar al mensajero voy a repetir ese mensaje: si no hay una regularización masiva, nacionalización viable y rápida, legalización de todo lo que no sea de orden criminal, si no hay un cese de las identificaciones policiales raciales y una depuración profunda de elementos policiales violentos, vamos a ver muchos más sucesos como los de Lavapiés. Sucesos que, cuando son violentos, condeno y condenaré, es más que obvio, como condeno la violencia policial cuando se produce, como condeno la tergiversación que se hace en este país del concepto de Delito de Odio, (algo que ya ha sentenciado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos) como condeno que se criminalice a los movimientos sociales populares y las movilizaciones justas y espontáneas igualando lo que se denomina extrema derecha con la llamada extrema izquierda. Y como condeno también el mirar a otro lado cuando hay un problema social que nos acucia a todas y todos porque en cada sitio donde mueren los Derechos Humanos muere la Humanidad entera.

Mientras los medios de comunicación y los poderes públicos sigan sosteniendo sus versiones sobre los muertos del Tarajal, los muertos en los CIEs y los muertos en custodia policial la ciudadanía podrá dormir tranquila, como cuando a las niñas y niños se les cuentan cuentos antes de ir a dormir. Pero sepan que la verdad sigue ahí, en medio del salón, y un día se levantará orgullosa y el sueño habrá acabado. Descansen en paz Mame Mbaye, Ousseynou Mbaye y Gabriel Cruz Ramírez y despertemos todas y todos los demás.

* Era de la historia

** EC, Era común o era cristiana