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McCarthy en Madrid: la purga de la doctora Mar Noguerol

15 de julio de 2022 13:13 h

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Parece una paradoja. Cuando un gobierno es el resultado de una amplia mayoría electoral debería tener una relación pacífica con la oposición y con los discrepantes. A no ser que crean que ganar unas elecciones y/o tener asegurados los apoyos necesarios, les da patente de corso para hacer lo que quieran. Y ese “hacer lo que quieran”, suele ser gobernar en contra del bien común, de derechos fundamentales de la ciudadanía, colocarse a la derecha del sentido común, como hace Isabel Díaz Ayuso en Madrid. 

No solo no negocian nada, sino que se convierten en autoritarios y represivos y meten la pata. En la aplicación de su política ultraliberal, están generando conflictos y desafecciones. Por citar algunos casos que conozco por mi responsabilidad actual. Desmantelan los proyectos de las escuelas infantiles públicas de la CAM suprimiendo la etapa 3-6 años; se niegan a construir colegios e institutos públicos o la retrasan pese a la fuerte demanda de las familias (Valdebebas, Ensanche de Vallecas, El Cañaveral, Parla, Rivas, San Sebastián de los Reyes, Aravaca, etc.); regalan cheques a las rentas altas por valor de 127 millones de euros; siguen sin crear las plazas necesarias de formación profesional para seguir privatizándola; aprueban una ley al servicio de los VTC y contra el sector del taxi; recortan los trenes de metro y buses deteriorando el transporte público cuando más se necesita. Por todo ello, ha habido concentraciones en barrios y localidades y encierros en colegios, manifestaciones del transporte público de Metro y EMT y de los taxistas, luchas de colectivos de trabajadores, etc.

Mención especial merece la agresión a la sanidad pública y, especialmente a la Atención Primaria, donde se está la cola de España en inversión, se cierran las urgencias y se deteriora conscientemente la calidad de un eslabón clave de la sanidad pública. Es la manera de empujar a unos usuarios desesperados a recurrir a la oferta privada que se potenciar así. La movilización de los vecinos de Villaverde, Usera, Vallecas, Carabanchel, Parla, Getafe, etc. ponen de manifiesto que no se lo van a poner fácil a Ayuso, porque saben lo que se juegan.

Están nerviosos por las respuestas ciudadanas y laborales ante sus agresiones. La respuesta es la represión institucional. Y la han focalizado en una profesional de la sanidad pública, en la médica de familia Mar Noguerol. A la Dra. Noguerol, directora del Centro de Salud Cuzco en Fuenlabrada, se le abre un expediente sancionador que conlleva la suspensión de empleo y sueldo por 10 meses por una supuesta irregularidad en la contratación de suplentes en la Unidad Administrativa en plena pandemia de covid. 

Es una de las personas más reconocibles en defensa de la Sanidad Pública madrileña. Lleva diez años comprometida contra la privatización de la sanidad, algo que logró parar la Marea Blanca desde la calle y en los tribunales. Recientemente, un vídeo en el que aparecía hablando con los usuarios en la puerta de su centro, se convirtió en viral por la claridad y contundencia de la denuncia sobre el abandono que sufren.

Se la sanciona de forma incomprensible, no solo sobre su actividad directiva, sino también sobre su actividad asistencial, como médica de Atención Primaria. Es un intento de desprestigiarla y de intimidar a los profesionales, algo que ya hicieron los gobiernos del PP anteriormente cesando a varios directores de centros de salud comprometidos 

La principal arma de la ciudadanía es la solidaridad y empujar en favor del cambio político. Es evidente que, aunque no es ella sola, la purga de la doctora Mar Noguerol se ha convertido en un símbolo incluso a su pesar. Decía una de las víctimas de la caza de brujas que hubo en Estados Unidos en los años cincuenta que “Se necesita gente con coraje para enfrentar a personas como McCarthy”. También para enfrentarse a Ayuso y a las mafias que intentar recortar los derechos sociales y de ciudadanía, recurriendo a la guerra sucia desde las cloacas y a la caza de brujas. Por ello no se la puede dejar sola. Hay que detener la represión, hay que firmar, hay que manifestarse en su apoyo (el viernes 15 de Julio hay una concentración en su Centro de Salud alas 19h), y hay que hacer todo lo posible por acabar con este estado de cosas.

Quizá el mejor apoyo es que haya un otoño caliente que ponga de manifiesto la determinación por defender los servicios públicos (Sanidad, Educación, Transporte…), unido a la lucha salarial frente a la inflación, por el trabajo digno y con derechos, y por una fiscalidad progresiva.

Pero no será suficiente, si no se vislumbra una alternativa política. Hay una buena ocasión para ello: el proyecto político de Sumar. Estoy cansado de decirlo: en ningún sitio está escrito que tengan que ganar los bárbaros. Si en Madrid hay la suficiente inteligencia y generosidad para confluir en una especie de Sumar Madrid unitario, aunque difícil, será posible el cambio y se producirá, seguro, en muchos grandes ayuntamientos. Para ello hace falta altura de miras y no vuelo raso de intereses particulares y pequeñas ventajas. Incluso los regímenes políticos más autoritarios caen con estrépito, siempre que se hagan las cosas bien.