Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, los candidatos de la izquierda, han ganado las elecciones internas del SPD alemán por el 53%. Lo que significa un terremoto político no solo en Alemania, sino en toda Europa. Olaf Scholz, el candidato oficialista y favorito, actual ministro de Finanzas del gobierno de Angela Merkel, solo obtuvo el 45% de los votos.
La victoria de Walter-Borjans supone una línea de continuidad con Andrea Nahles, la anterior presidenta del SPD que dimitió después del desastre de las elecciones europeas. En veinte años, el SPD ha pasado de representar al 41% de los alemanes a apenas el 15% en las últimas elecciones europeas, ya había descendido a tan solo un 20,5% en las generales de 2017.
Estos resultados ponen en evidencia que los afiliados del gran partido socialdemócrata de Europa están pidiendo a gritos que el SPD redefina su perfil marcando nítidas diferencias con la CDU, con la que gobierna desde hace seis años en la Gran Coalición (Groko). Este largo periodo de gobierno conjunto ha acabado difuminando el contraste entre los dos partidos tradicionales y, en la actualidad, gran parte de los tradicionales votantes socialdemócratas son incapaces de percibir las diferencias con la CDU, que es quién está recogiendo los frutos del gobierno.
El nuevo líder del SPD señaló recientemente que sólo apoyaría el mantenimiento de la coalición si los conservadores acordaban un ambicioso de gasto público, incluyendo un amplio programa de inversiones para mejorar las deterioradas infraestructuras de Alemania y de incremento gasto social para reducir la desigualdad social. Demandas que la CDU y la CSU, que insisten en que el país mantenga un presupuesto equilibrado, no van a poder aceptar. Seguro que el nuevo liderazgo de su socio de gobierno va a impedir a Merkel dormir muchas noches hasta las próximas elecciones en Alemania que, si no se adelantan, serán en 2021.
Es muy posible que Walter-Borjans también retome aspectos claves del documento político “Un nuevo Estado social para una nueva era” , aprobado por el SPD en febrero de este año, que suponía un claro giro a la izquierda, presentando un perfil muy diferenciado frente a la CDU.
En este documento el SPD hizo un ajuste de cuentas con su pasado reciente, poniendo en cuestión las polémicas reformas del mercado de trabajo que impulsó el canciller socialdemócrata Schröder hace quince años, que ocasionaron un profundo cisma en su interior y marcaron el inicio del declive de la formación. Entre ellas estaba la llamada Agenda 2010, que redujo drásticamente las prestaciones por desempleo y creó los minijobs, contrato exento de cotizaciones sociales, pero con cobertura sanitaria —en Alemania en torno a un 15% de la población, según datos de su Ministerio de Sanidad, no está cubierto por el seguro de enfermedad público. De los cinco millones de minijobbers, trabajadores absolutamente precarizados, la mitad cobran menos del salario mínimo legal, según el Instituto Económico y Social (WSI).
Resulta evidente que, para sobrevivir, el SPD necesita recuperar su identidad y hacer patente su voluntad de volver a ser una alternativa de gobierno, en un momento en el que el populismo gana terreno entre la opinión pública alemana, según han mostrado las recientes elecciones de Sajonia, Brandenburgo y Turingia.
La elección de Walter-Borjans es una buena noticia no solo para Alemania, sino para toda Europa, ya que un cambio de esta magnitud en el SPD, sin duda, modificará el eje de consenso que ha sido la base de la construcción europea neoliberal a la que hemos asistido desde la crisis de 2007. Ya que la Groko irradió desde Alemania las políticas de austeridad fiscal y devaluación salarial que han asolado Europa, especialmente a los países del Sur, con la aquiescencia y complicidad del SPD, lo que ha sido determinante para la aceptación pasiva de estas políticas por parte de otros partidos socialdemócratas europeos y una escasa contestación institucional en los gobiernos nacionales afectados.
Por cierto, en el documento mencionado el SPD apostaba por un incremento del salario mínimo del 33% en Alemania para 2022, llegando a los 12 euros/hora. En la hipótesis de que se produjera esa subida, para que la relación entre el salario mínimo alemán y español permaneciera constante, en España debería incrementarse el SMI un 11,1% en 2020, un 10% en 2021 y un 9% en 2022.