Llama un amigo de Madrid y me comenta que está totalmente enganchado a la actualidad catalana como si de una serie se tratara, que si vamos (o no) a tener gobierno y si realmente se puede investir a distancia un presidente. Le explico que sabemos poco y que quedan aún muchas incógnitas por resolver. .
Leo, también, sorprendida propuestas que entraron a registro esos mismos partidos marquetinianos de la política y que parecen hechas por un periodista, porque efectivamente fueron olisqueadas en un periódico para acabar ahí de nuevo como flamantes propuestas políticas.
El miércoles pasado se constituyó la Mesa del Parlament: el órgano responsable de hacer cumplir el reglamento y mantener el orden durante las sesiones parlamentarias. Y se hizo con sólo 4 de los 7 partidos que se presentaron a las elecciones (Cs, JxCat, ERC y PSC). Los 'comuns' quedaron fuera pese a la voluntad de ser garantía de que no volvíamos a presenciar una mesa de “bloques”.
La Mesa del Parlament es la institución democrática que ha de pretender la máxima neutralidad (esa a la que sólo se llega con pluralidad) para llegar a ser la Mesa de todos y no de una parte. Pero la fotografía mató las intenciones. La Mesa del Parlament no logró reflejar ni la pluralidad política que expresaron las urnas, como tampoco la paridad de género entre hombres y mujeres que toda institución tiene el deber de reflejar.
Ciertamente, andábamos tan ensimismados con lo urgente que olvidamos lo importante. El Parlament con más mujeres de la historia -59 en total- configuró una mesa con sólo una mujer. Nadie de los que pudieron intervenir en la configuración de la mesa lo vio venir (JXCat y Cs propusieron dos hombres como miembros de la mesa), nadie se extrañó al verlo, ni mucho menos se esmeró en corregirlo. La Mesa como síntoma. Una fotografía de lo que hemos vivido los últimos años donde no se ha avanzado, más que en lo simbólico, en términos nacionales y sociales.
Roger Torrent, el presidente de la Cámara electo, se acercó a nuestros escaños y se comprometió a enmendarlo. Su discurso posterior, lleno de buenas intenciones, destacó los valores de la convivencia y de la diversidad. Le tomo la palabra. Que la mesa no sea un presagio, sino un epílogo, y que seamos capaces de inaugurar realmente una nueva época para Catalunya.
En un tiempo donde parece que unos y otros hayan renunciado a la política para hablar de cumplimiento de leyes e interpretación de reglamentos, algunos creemos que ha llegado la hora de la política.