El pasado 12 de diciembre, el ministro de Economía de Argentina, Luis Caputo, facilitó los detalles del primer paquete de recortes del nuevo gobierno de Javier Milei, que, para sorpresa de nadie, implican una fuerte amputación del Estado y de su protección social: reducción de subsidios en los precios de los carburantes y transporte, suspensión de las transferencias discrecionales a gobiernos territoriales, devaluación del 50% de la moneda nacional (es decir, un empobrecimiento del 50% de los argentinos frente al exterior), suspensión de toda obra pública, recorte de ministerios y secretarías, y suspensión de la financiación publicitaria, entre otros.
Pero lo que sí debió sorprender a los votantes de Milei es que también se anunciaron incrementos de impuestos. Recordemos que, durante toda su campaña electoral, el ahora presidente del Gobierno estuvo repitiendo que nunca aumentaría impuestos y que minimizaría los existentes. Aseguraba que era la piedra angular de su programa electoral y de su proyecto ideológico. Pero era mentira: ha aumentado tres impuestos muy importantes.
El primero de ellos es el Impuesto País, un tributo que creó el Gobierno kirchnerista anterior en 2019 para gravar la compra de moneda extranjera. Milei se comprometió a eliminarlo, pero en realidad lo va a elevar desde el 7,5% al 17,5%. Menudo giro de guión. ¿A nadie le recuerda esto a Mariano Rajoy, que en la campaña electoral de 2011 criticó el elevado IVA y nada más llegar al Gobierno lo aumentó todavía más, al 21%?
El segundo impuesto lo conforman las retenciones a las exportaciones de carne, maíz, industria, servicios y petróleo, que se sitúan en el 15%, mientras que en el caso de la soja será el 30%. Esto implica que, de cada 100 dólares ingresados por las empresas argentinas por sus ventas en el extranjero, 15 (30 en el caso de la soja) irán a las cuentas del Estado. Un Estado que Milei dijo que no quería engordar ni con gastos ni con ingresos.
El tercer tributo es el Impuesto a las Ganancias. En septiembre de 2023 se suprimió la cuarta categoría de este impuesto. Pues bien, ahora Milei lo recupera. Esto va a provocar que un millón de trabajadores vuelvan a pagarlo tan sólo tres meses de haberse eliminado. ¿Cuántos de ellos votarían a Milei pensando que les iba a bajar los impuestos? No deben de estar muy contentos.
Gracias a estas tres medidas, el Ministerio de Economía calcula que ingresará hasta un 1,7% del PIB en el año 2024, lo que en teoría le ayudará a reducir el déficit público. Milei engañó a todo el mundo cuando dijo que iba a sanear las cuentas recortando gastos pero sin tocar impuestos.
También engañó a sus votantes cuando dijo que iba a unificar el tipo de cambio, porque Milei se ha limitado a modificar el tipo de cambio oficial desde 400 pesos hasta los 800 pesos por dólar (devaluando un 50% la moneda nacional). Sigue habiendo un mercado paralelo con más tipos de cambio. Quizás lo termine haciendo en el futuro, pero esto podría haberlo hecho ya y no ha sido así.
Otra promesa incumplida es la reducción de la inflación. Si hubo un mensaje machacón en el discurso de Milei durante su campaña electoral fue que iba a acabar con la inflación, o al menos a reducirla sustancialmente. Pero las primeras medidas aprobadas lo único que hacen es aumentarla todavía muchísimo más. En primer lugar, la supresión de los subsidios a los combustibles y al transporte (diseñados de forma parecida al descuento de combustibles de 20 céntimos y el descuento del transporte público en España) aumentarán automáticamente sus precios, empujando al alza la inflación generalizada. En segundo lugar, puesto que ahora los argentinos necesitan el doble de pesos para comprar un producto que se vende en dólares, todo bien o servicio que provenga del exterior será muchísimo más caro. Ese producto se venderá más caro en el interior del país, y si se necesita para producir otros productos, esos otros productos también se encarecerán. Obvia decir que uno de esos productos que se necesita importar son los hidrocarburos, que a su vez son necesarios para producir otros bienes y servicios. Esto es justo lo que ha explicado el episodio inflacionario en todo el globo en los últimos dos años. Pues Milei lo va a agravar con la devaluación de su moneda.
Y los efectos ya están aquí: las petroleras YPF, Axión y Shell han ejecutado una subida del combustible del 37% en un solo día, mientras que en los últimos días el precio del nafta y diésel ha crecido un 70%. De hecho, en algunas estaciones se han agotado ante previsión de nueva subida.
Por supuesto, la narrativa de Milei y de su equipo es que elevar ahora los precios es condición necesaria para acabar con la inflación en el futuro, porque lo único que estarían haciendo es “sincerar” y “desvelar” los precios reales en vez de ocultarlos como habrían hecho los gobiernos anteriores. Pero esto no tiene sentido: ¿se imaginan que en España quitásemos el tope al gas, el límite de los alquileres o el descuento al transporte público argumentando que eso reducirá la inflación a medio plazo aunque a corto plazo la aumentase? Es tan absurdo como el relato de Milei. Su problema es que han realizado un diagnóstico equivocado de los problemas de Argentina. Y con un diagnóstico errado es imposible solucionar nada.
Pero no es sólo que no van a solucionar nada, es que lo van a empeorar todo. Y lo terrible es que lo saben: por eso van a duplicar las ayudas públicas (¿no era pecado para los liberales?) para familias sin empleo y aumentar un 50% la ayuda social para comprar alimentos. Lo último que quieren es que los de abajo le monten una revolución. Pero eso no va a impedir que la mayoría de los argentinos vayan a ser mucho más pobres con este nuevo gobierno, porque van a cobrar menos y a pagar más.
Por cierto, por si fuera poco con todo esto, también quieren recortar en jubilaciones y en pensiones en general, y ahorrar así un 0,4% del PIB, aunque este cambio sí necesitará la aprobación de las cámaras parlamentarias, por lo que no es seguro que llegue a buen puerto.
En definitiva, Milei va a aplicar salvajes recortes que van a destrozar la economía, pero esto ya lo sabíamos. Lo que no sabíamos es que lo iba a hacer violando varias de sus promesas electorales: va a aumentar impuestos y la inflación y no va a unificar el tipo de cambio. Menuda tomadura de pelo a sus votantes.