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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mojica y el Nobel

Catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid —

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Pensar en un premio Nobel en la universidad española solo puede ser fruto de un optimismo compulsivo

El pasado 7 de octubre conocimos que las galardonadas con el Premio Nobel de Química de este año eran Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, por un descubrimiento revolucionario: un procedimiento de laboratorio para modificar secuencias concretas dentro del ADN, el largo polímero que contiene la información para que nosotros, y la mayoría de los seres vivos, vivamos y nos reproduzcamos como somos. De forma inmediata, numerosas quejas sacaban a la luz la injusticia de que el premio ignorara a Francisco Martínez Mojica (F M Mojica, en la literatura científica), el investigador español que sentó las bases del descubrimiento.

Sin embargo, para los más expertos, no era ninguna sorpresa. No es imposible que un investigador español trabajando en España reciba un Premio Nobel, pero es un hecho tan altamente improbable que solo puede imaginarse si se padece optimismo compulsivo. El premio llegó en 1906 con Santiago Ramón y Cajal, pero eran otros tiempos. Entonces se podía investigar sin apenas recursos, ahora no. Los méritos personales son los mismos, pero la ciencia es más complicada. Aunque en estas cosas no hay certezas, actualmente, un Premio Nobel para España no ha ocurrido y no va a ocurrir mientras nuestros gobernantes no comprendan de qué va esto de la ciencia y arreglen el olvido en que la tienen. Y no es una opinión, es algo que se mide.

En el mes de julio apareció la edición de 2020 del “Leiden Ranking” de universidades: un exhaustivo y riguroso análisis de la producción científica que incluye a más de mil universidades de todo el mundo. Los indicadores en los que se basa el análisis son complejos de implementar, pero sencillísimos de entender. Se usan las citas que reciben las publicaciones, un parámetro que no es una medida de la relevancia que tienen, pero que correlaciona con la relevancia. No se puede aplicar a personas, pero está validado si se usa para universidades, con excepciones muy contadas, que aquí no hacen al caso. El método se basa en percentiles, como los que se usan para otras muchas cosas. En cada disciplina científica, todos los trabajos publicados en el mundo se ordenan por el número de citas, de mayor a menor, y la lista se divide en percentiles. Para simplificar usaré solo uno, el 10%. Ahora solo hay que contar los trabajos de cada universidad en ese 10% de arriba de la producción mundial. El “Leiden Ranking” llama a ese número el Ptop 10% y si se divide por el número total de publicaciones y se multiplica por cien tenemos el PPtop 10%. Si el resultado de este último indicador fuera 10%, la universidad estaría en la media mundial.

A continuación solo hay que preguntarse por el PPtop 10% que tienen las universidades con Premios Nobel. Pues las mejores, con muchos galardonados, superan el 25%, pero por abajo, con menos galardonados, se puede llegar al 16%, pero no menos. Y luego preguntarse qué PPtop 10% tiene la Universidad de Alicante, donde trabaja Mojica. Pues en química en años pasados rondaba el 10%, pero, como todos sabemos, el sistema científico español está casi desmantelado y el último PPtop 10% de la Universidad de Alicante se ha quedado en el 8%.

Uno de los aspectos interesantes del “Leiden Ranking” es que utiliza un parámetro que es universalmente válido en las ciencias naturales. Estar en el 10% de arriba vale tanto para la química como para la biología o la física y, por ello, se puede hacer un indicador para todas las ciencias, usando las evaluaciones independientes. Haciéndolo así, el PPtop 10% de la Universidad de Alicante del último periodo evaluado es 6,3%. Las últimas universidades de Reino Unido tienen 10%, en la mitad de la tabla el 14% y las mejores superan el 18%. Lo doloroso para España es que ninguna universidad grande queda bien situada. En algún periodo de evaluación, alguna universidad pequeña puede haber llegado al 15%, pero con muy pocas publicaciones, lo que es loable para la universidad, pero que cuenta poco para el país o para premios Nobel. En el “Leiden Ranking”, el PPtop 10% de las mejores universidades españolas grandes, Universidades de Barcelona, Autónoma de Madrid y Autónoma de Barcelona ronda el 10%, como la última de Reino Unido.

Se podría pensar que entre el 6, 16 o 20% de PPtop 10% no hay grandes diferencias, pero las diferencias son inmensas. Para entenderlo hay que mirar la estadística de la generación de conocimientos, porque son muchos los que lo intentan y muy pocos los que triunfan. El filósofo de la ciencia Thomas Khun explicó este fenómeno describiendo la ciencia normal, abundante, y la ciencia revolucionaria, minoritaria. Si se busca en la Fundación Nobel se ve fácilmente que los premios Nobel se acumulan en muy pocas universidades y centros de investigación. Como con la riqueza, con los premios Nobel y los conocimientos, menos del 10% tienen mucho más que el 90% restante. Y lo que tiene cada uno se puede calcular del PPtop 10%. La fórmula se puede encontrar en la literatura científica, es exponencial y sirve para el nivel de premio Nobel y también para niveles más bajos. El fracaso de España no es solo en los premios Nobel, eso es solo la punta del iceberg.

Francisco Mojica ha trabajado para que Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna obtenga la gloria ¡y las patentes! Aquí no hay nada personal, la ciencia funciona así. Charpentier y Doudna trabajan en la Sociedad Max Planck y en la Universidad de California en Berkeley, la primera no es una universidad y no está en el “Leiden Ranking”, la segunda sí y el PPtop 10% esta alrededor del 22%. En una universidad con un PPtop 10% del 6%, Mojica era un desconocido, incluso en España, véase el premio Príncipe de Asturias de 2015, hasta que un investigador prestigioso que trabaja en universidades que llegan al 27% en el PPtop 10%, lo rescató en 2016.

Nuestros políticos dicen que van a cambiar el modelo productivo a uno más basado en el conocimiento, pero eso no es posible, solo son palabras, como el deseo de un premio Nobel. En España y en la mayor parte de los países, la universidad tiene que realizar el 70-80% de la investigación. Y si la universidad no cumple, el país se queda donde está España. En España hay recursos humanos de sobra para que algunas de nuestras universidades alcancen el 15% de PPtop 10%, los que fallan son los gobernantes y la gobernanza de las universidades.

Actualmente hay un movimiento pidiendo que se aumente la inversión en investigación al 2% del PIB. Evidentemente, sin inversión no hay investigación. Esa es una condición necesaria pero absolutamente insuficiente y pedir solo eso es un grave error. Si duplicamos la inversión se duplicara el número de Mojicas, pero nada de Premios Nobel o de economía del conocimiento. Para llegar a eso hay que cambiar las estructuras y, lo curioso es que eso no cuesta ni un euro, aunque algún disgusto sí puede costar. La investigación en las universidades está como está porque las leyes que han regulado el autogobierno de las universidades hasta ahora han sido un fracaso. En 1994 un secretario de estado intentó cambiar algo y aunque era muy poco, no pudo ser. Inicialmente, los poderes fácticos no se dieron cuenta y el proyecto de ley llegó al Parlamento, pero entonces se dieron cuenta y el secretario de estado fue fulminantemente enviado a casa, sin honores, para que sirva de escarmiento.

Esta es la situación y no deberíamos oír a ningún gobernante o exgobernante decir que Mojica se merecía el premio Nobel. Es triste, pero hay que decir que para merecerlo es primordial irse a investigar fuera de España. En la crisis económica anterior, el presupuesto dedicado a investigación que llega a los investigadores (hay trucos para camuflar los recortes reales) se redujo en un 50%, más que el presupuesto de “fiestas y festejos”. Y una secretaria de Estado escribió en 2012 un artículo en la revista Nature diciendo que los recortes eran una “oportunidad”. El Leiden Ranking pone de manifiesto lo que ha sido esa oportunidad, pero ningún gobernante es responsable de hacer o decir cualquier dislate. Grecia estaba económicamente peor que España, pero Syriza no hizo los recortes que se hicieron en España. No nos rasguemos las vestiduras si no tenemos premios Nobel.