Se cumplen 25 años de la puesta en marcha de la primera línea de alta velocidad, Madrid-Sevilla, y en esa fecha se cumplían 10 años del primer gobierno socialista. Una década que culminaba con varios acontecimientos que reflejaban una década prodigiosa para España, después de muchos años de oscuridad e incertidumbre. La Exposición Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona eran el reflejo de que España había recuperado el prestigio en el mundo, además de la consolidación de un modelo de estado del bienestar basado, entre otros aspectos, en la educación y la sanidad, pública universal, y el sistema de pensiones.
Ese año los españoles llegamos a pensar que todos podríamos tener las herramientas para garantizar la igualdad de oportunidades, independientemente de nuestra residencia. Creíamos que en un tiempo razonable todos contaríamos con las infraestructuras de transporte que nos hicieran a todos iguales y aumentaran las posibilidades de desarrollo para las zonas económicas más débiles. Ese era el modelo que habíamos diseñado los socialistas para el desarrollo de infraestructuras de transporte en nuestro país, obra pública para ser todos iguales.
Ahora, 25 años después, vemos cómo regiones que necesitan estas infraestructuras para el desarrollo económico –como los seres vivos necesitamos el aire para vivir– no cuentan ni con un tren convencional digno. La política de desarrollo aplicada para las infraestructuras de transporte por ferrocarril en los últimos años está provocando desequilibrios que pueden suponer una hipoteca para el desarrollo difícilmente de superar.
Permítanme que refleje este desajuste con un ejemplo muy representativo: el proyecto de alta velocidad para Extremadura. Una región donde todavía hay zonas donde el tren tiene que circular por debajo de los 50 km/h; con traviesas de madera con una antigüedad de más de un siglo, más propias de un museo que de una línea ferroviaria del siglo XXI; donde para recorrer los 400 km que separan Madrid de Badajoz se tarda más de seis horas; donde los retrasos y las incidencias se han convertido en el pan nuestro de cada día,...
Una región que ha visto cómo año tras año se incumplían los compromisos adquiridos por los distintos ministros para su llegada del AVE y donde no hay una fecha clara en el horizonte. Pero por desgracia Extremadura no es una excepción: Galicia, Asturias, País Vasco, Navarra, Murcia, la Rioja, entre otras, han visto incumplidos los compromisos reiteradamente, y también ciudades como Granada, que lleva dos años sin conexión ferroviaria.
Por desgracia no son las únicas sombras de la alta velocidad en los últimos años. Muchas de estas obras se han relacionado con casos de corrupción, obras paradas, sobrecostes e incumplimientos de plazos de forma reiterada. Algo que ha llevado al desencanto y frustración de una parte de la ciudadanía.
Pero también es justo reconocer que la alta velocidad en España es una de nuestras banderas, que ha permitido desarrollar un sector que es capaz de competir en todo el mundo a través de empresas de referencia y profesionales muy valorados. Podemos señalar como proyectos más destacados que cuentan con la participación española: la línea de alta velocidad entre La Meca y Medina, en Arabia Saudí, y la línea que enlaza las ciudades turcas de Ankara y Estambul.
Este aniversario debe servir para revisar las debilidades, errores y malas prácticas de los últimos años para evaluar el modelo y definir elementos de mejora, para dar un nuevo impulso tanto a la alta velocidad como al tren convencional. Por ello los socialistas hemos defendido y vamos a seguir defendiendo que se utilicen criterios objetivos consensuados con los partidos políticos, con Comunidades Autónomas y agentes sociales, entre otros, para definir las prioridades a la hora de decidir las inversiones en infraestructuras de transporte. Nosotros incluiremos entre estos: la cohesión territorial y la igualdad de oportunidades como criterios irrenunciables.
Pero además vamos a exigir que se cumpla la iniciativa socialista aprobada en el Congreso de los Diputados esta legislatura, que obliga al Gobierno a aplicar la máxima transparencia en la planificación, ejecución y puesta en marcha de las distintas infraestructuras de transporte, que permita a los ciudadanos hacer seguimiento a través de una web accesible de: los criterios de inversión, la repercusión socioeconómica, la previsión de inicio y finalización, los adjudicatarios, las desviaciones y problemas,… como ya existe en muchos países.
Si este aniversario solo sirve para festejar los logros, pero no para analizar debilidades, estaremos renunciando a mejorar en el futuro. Desde el grupo socialista vamos a reconocer los logros cuando estos se den, porque son conquistas que benefician a todos los españoles, pero también vamos a ser exigentes y críticos, aportando propuestas y soluciones para conseguir que las infraestructuras de transporte nos acerquen a todos y garanticen nuestra igualdad de oportunidades.