El bulo de “la picadura de araña más mortífera que una cobra” en Alicante

Miriam Navarro Beltrá

Médica de familia e investigadora asociada a la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante) —

El reciente caso de la supuesta picadura de una araña violinista (Loxosceles rufescens) en el interior de la Comunidad Valenciana ha vuelto a poner a las arañas en el punto de mira. Según varias noticias aparecidas en medios de comunicación, incluidas televisiones nacionales, y por supuesto en redes sociales, un hombre de 45 años había permanecido diez días ingresado en el Hospital de Elda (Alicante) tras haber sido mordido por ese tipo de araña. El Departamento de Salud de Elda desmintió, a través de un comunicado de prensa, que hubiera algún paciente ingresado en su hospital por picadura de araña en esas semanas o que hubiese una alerta por picaduras de arañas y, mucho menos, una plaga. Trataban de tranquilizar a la población señalando que las especies de arácnidos autóctonas no eran tan peligrosas como habían apuntado muchos medios. Aún así, se creó una alarma social sin fundamento.

¿Debemos temer a las arañas que habitan en la península ibérica? Las causas del temor irracional del ser humano a las arañas son complejas e incluyen factores genéticos, comportamientos adquiridos y aspectos culturales, entre otros. En el miedo irracional que provocan en muchas personas, influye el tratamiento que de ellas ha hecho el cine. Una treintena de películas comercializadas de ciencia-ficción y terror tienen a las arañas como protagonistas. Aracnofobia (1990) y otras tantas han contribuido a que el miedo irracional a las arañas se haya extendido dentro y fuera de nuestra cultura, del mismo modo que la película Tiburón (1975) junto a otros casi 70 títulos han producido el mismo efecto hacia los escualos.

En el caso de Alicante, ¿de dónde provino la alarma? En primer lugar, habría que destacar que el paciente no ingresó por una picadura. Tal y como refleja su informe médico, que el mismo paciente hizo público a través de su perfil personal de Facebook, los especialistas señalaban: “No se observa picadura ni solución de continuidad”. El motivo del ingreso fue una celulitis (que, en medicina, es una inflamación del tejido subcutáneo) con infección por Staphylococcus aureus.

Este tipo de infecciones se provocan habitualmente por el rascado intenso, ya que de esta forma, pueden penetrar en el tejido subcutáneo bacterias como el estafilococo que, de manera natural, se encuentran en nuestra piel. El paciente precisó de antibióticos y drenaje. Esta información ha sido corroborada por los especialistas de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Elda que lo atendieron.

La dirección del centro tuvo que salir a responder a través de una nota de prensa, y ahora desean destacar la importancia de contrastar la información antes de publicar una noticia: “Es fundamental para evitar alarmas sociales injustificadas como esta. No hay ninguna alarma y no ocultamos nada”. El comunicado trataba de zanjar la alerta, pero su efecto fue el contrario: aparecieron noticias con titulares como “Sanidad se desentiende de la alarma”.

Esto sería suficiente para confirmar que fue un bulo, con lo que yo podría dejar de escribir y usted de leer. Pero analizar las claves de este bulo nos puede ayudar a detectar otros futuros y a tener información rigurosa sobre las arañas de nuestro entorno. Estos fueron los puntos carentes de rigor científico que alimentaron la alarma social:

1. Los medios destacaron que la araña responsable era “considerada muy peligrosa ya que produce reacciones sistémicas severas, pudiendo incluso desencadenar la muerte” y que su veneno es “diez veces más tóxico que el veneno de una cobra”. Se habló incluso de “la severa reacción neurotóxica” que sufrieron los afectados. Falso.

La Loxosceles rufescens o araña violinista (por la mancha presente en su dorso que recuerda a un violín), no es tan mala como la pintan. “En España solamente hay tres o cuatro especies de arañas con venenos potencialmente peligrosos para el ser humano, y no hay ningún caso documentado de muerte asociado a L. rufescens. Su veneno es citotóxico, no neurotóxico como el de las arañas del género Latrodectus o viudas negras. Aunque las picaduras de estas últimas pueden tener consecuencias más graves, no es en absoluto comparable a lo que ocurre en otras zonas del mundo; las especies ibéricas son mucho más benignas”, apunta Santos Rojo, zoólogo director del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales de la Universidad de Alicante. Santos Rojo fue uno de los expertos que citaban las alarmantes noticias de los medios. “En mis declaraciones en televisión solo aparecía la mención al veneno neurotóxico de otras arañas, cuando lo que trataba era de diferenciar uno de otro”, comenta ahora con resignación. Veo el reportaje; las declaraciones sacadas de contexto van acompañadas de unas imágenes de enormes tarántulas peludas. Infalible: ya se ha transmitido al telespectador un miedo y rechazo a las arañas al nivel de las películas de Hollywood.

2. Al describir el caso del paciente ingresado, se habló de “extracción del veneno y suministro de antídoto”. Falso.

El veneno inoculado con la mordedura puede provocar una reacción local con destrucción de tejidos (recordemos, veneno citotóxico), lo que se conoce como loxoscelismo. Santiago Nogué, jefe de la Sección de Toxicología del Servicio de Urgencias del Hospital Clínic de Barcelona, afirma que “no hay evidencia científica sólida para recomendar el uso de antídoto para las arañas del género Loxosceles”. Recalca, además, que este género de arañas provoca pocos casos de mordeduras: “pueden derivar en una reacción inflamatoria muy aparatosa, pero con nula mortalidad hasta la fecha”. El Dr. Nogué es también miembro del equipo impulsor de la Red de Antídotos entre hospitales, cuyo objetivo es garantizar la disponibilidad de antídotos que son difíciles de obtener. “Los hospitales pueden solicitar rápidamente antídotos a otros centros sanitarios que dispongan de ellos. Esto es importante, por ejemplo, en el caso de necesitar suero antiofídico para contrarrestar el veneno de algunas víboras”.

3. En los medios aseguraban que la peligrosa araña violinista “provenía de Sudamérica”. Falso.

La araña violinista (L. rufescens) es una especie autóctona y la única especie del género presente en nuestro país. Lleva conviviendo con nosotros, especialmente en la cuenca mediterránea, desde hace miles de años sin que su interacción con nosotros haya supuesto problemas médicos de especial relevancia. La araña reclusa (L. reclusa), de Norteamérica, y la araña de rincón (L. laeta), de Sudamérica, son del mismo género que la araña violinista pero provocan cuadros más graves; en ocasiones, la muerte. Lamentablemente, estas especies aparecen también en algunos reportajes como especies venenosas locales. Vivimos en un mundo globalizado en el que especies de insectos exóticos pueden viajar al trasladarse, por ejemplo, con los humanos o con plantas. Sin embargo, y en esto coinciden de nuevo ambos expertos, Rojo y Nogué, no ha habido ningún incidente con estas arañas en nuestro país.

Por último, recordemos que ningún animal pica o muerde por costumbre; normalmente lo hacen cuando se sienten realmente amenazados. Rojo, que desde que se dio a conocer el caso de la supuesta mordedura de araña el pasado 28 de mayo, ha recibido una decena de consultas por parte de personas asustadas ante la presencia de arácnidos en su entorno, insiste: “Aunque nos muerda una araña, lo más probable es que no nos transmita veneno, ya que el veneno es costoso de producir y no conviene desperdiciarlo. Por otro lado, pasarán su corta existencia alimentándose de moscas y mosquitos que, sin duda alguna, provocan muchos más problemas médicos”.

En resumen: ausencia de información contrastada, confusión de especies y de venenos y exageración desmedida de las consecuencias de una posible mordedura de araña autóctona han sido los ingredientes para la receta del último “alarmismo aracnofóbico” en España. ¿El remedio? Hagamos caso a la razón, basémonos en evidencias científicas y desterremos miedos irracionales. Y, si nos pica algo desconocido, intentemos atraparlo o hacerle una foto y mostrarlo al consultar a un profesional sanitario.

Tal y como el escritor Bill Bryson relata con simpatía en su libro En las antípodas, Australia “tiene más cosas que pueden matarte que ningún otro lugar. Las diez serpientes más venenosas del mundo son australianas. Estos cinco animales: la araña de tela de embudo, la medusa cofre, el pulpo de anillos azules, la garrapata paralizadora y el pez piedra son los más letales de su especie en el mundo […] Si no te pican ni muerden mortalmente de forma inesperada, se te puede zampar un tiburón o un cocodrilo […] Es un lugar duro”.

Pero esto no es Australia, vivimos en un entorno mucho más amable. Así que relajémonos y disfrutemos del verano y de la naturaleza.