Las derechas en España van por el mismo camino, y últimamente de la mano. El Partido Popular y Ciudadanos están en plena competición por la hegemonía del espectro electoral conservador, pero olvidan fácilmente sus diferencias cuando se trata de unir fuerzas contra su enemigo común: el Gobierno socialista y sus políticas contra la desigualdad social.
El PP y Ciudadanos se apoyan mutuamente. Entre los dos han construido un búnker y un muro de bloqueo en las Cortes que trata de frenar el trabajo del Gobierno del presidente Pedro Sánchez. Les es indiferente si ese muro impide aumentar el techo de gasto en 6.000 millones de euros para políticas sociales. Les da igual que, con su bloqueo, quien pueda perder sean las personas dependientes que no recibirán la asistencia a la que tienen derecho por ley, que los hospitales públicos puedan tener más recursos, o que las escuelas y los profesores y profesoras puedan contar con más medios. Les da igual que, con su bloqueo, comprometan el bienestar de nuestra sociedad.
Ese muro de la vergüenza política del PP y de Ciudadanos ha obligado al Gobierno y al PSOE a buscar una salida alternativa en el Congreso que haga posible que esos 6.000 millones de euros lleguen a la ciudadanía. Pero las derechas se empeñan en cerrar la puerta. Solamente tienen un objetivo: acabar con el Gobierno socialista, cueste lo que cueste, y lamentablemente cueste lo que les cueste a los españoles.
Una colaboración completa
La colaboración del PP y Ciudadanos es completa y efectiva, está perfectamente sincronizada. Hace escasos días, cuando los focos mediáticos se estaban dirigiendo hacia al líder del PP, Pablo Casado, y su polémico máster, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, le sacó del apuro al provocar un falso escándalo sobre la tesis doctoral del presidente del Gobierno. Automáticamente la póliza naranja del PP siempre acude en auxilio ante cualquier siniestro que le suceda a los populares.
Pero no se ayudan solamente en el día a día. Son aliados firmes en las cuestiones cruciales de nuestra política. En la moción de censura contra Mariano Rajoy, los únicos que no apoyaron echar al PP del poder, fueron Albert Rivera y los suyos. Hay que recordar que los que venían de regeneradores de la política, miraron para otro lado a pesar de que la moción de censura estuvo motivada por una sentencia judicial que declaraba al PP como organización corrupta.
¿Dónde ha quedado la regeneración democrática que defiende Ciudadanos? ¿Cómo pueden apoyar cada día con sus votos y palabras a un Partido Popular que no sabe, o no quiere, avanzar y que sigue apostando por lo mismo que ha hecho siempre: inmovilismo y enfrentamiento?
Precisamente, el uso de la dialéctica del enfrentamiento entre españoles es lo más grave y peligroso que están perpetrando las derechas. Por un puñado de votos son capaces de dividir, ensuciar y crispar la convivencia democrática en nuestro país. No dudan en poner en circulación ‘fake news’ y utilizar los chantajes de determinados personajes de las cloacas con tal de desgastar al Gobierno.
Y tampoco dudan en enfrentar a los distintos territorios para conseguir una pequeña ventaja en la particular carrera hacia la radicalidad en la que andan enfrascados. Y es que los que tanto dicen defender la unidad de España tienen en su haber que el independentismo en Cataluña haya crecido desmesuradamente en los últimos años hasta alcanzar el 47% del electorado.
Las derechas parece que no son conscientes de que, con su discurso radical (por ejemplo con respecto a la inmigración), están abonando el terreno a otras fuerzas que podríamos calificar directamente de fascistas. Las últimas encuestas señalan que partidos de ultraderecha como Vox, podrían hacer su entrada en el Congreso de los Diputados. Y esto es consecuencia, en gran parte, de que PP y Ciudadanos están normalizando un discurso que se les puede ir de las manos, convirtiendo en “políticamente correcto” un lenguaje y unos argumentos que alimentan a un fascismo latente que, hasta ahora, se mantenía agazapado.
El Partido Popular y Ciudadanos han firmado una alianza con un objetivo: echar a Pedro Sánchez de la Moncloa aunque se lleven por delante el futuro de este país. Aunque sea sacrificando el bienestar de nuestra sociedad e hiriendo la convivencia. Es, claramente, una alianza contra el progreso ante la que los socialistas no nos vamos a arrugar.
Los socialistas no vamos a ceder al chantaje. Por mucho que lo intenten, por muchas toneladas de fango que arrojen, las derechas y sus oscuras cloacas no van a poder acabar con el gobierno de la dignidad porque desde las alcantarillas no se gobierna, se gobierna desde las instituciones. Tenemos las ideas claras y plena confianza en la necesidad de llevar a cabo las medidas que necesitan los trabajadores y trabajadoras de este país, los jóvenes, los mayores y el conjunto de la sociedad para salir del pozo de desigualdad y retroceso que nos dejaron los casi 7 años de políticas de derechas.
Los y las socialistas somos optimistas porque el tiempo corre de nuestra parte, porque el progreso llegó hace 40 años a nuestro país para quedarse. Y porque no hay muro, ni foso, ni cloaca, ni búnker que pueda frenar la voluntad y determinación del presidente Pedro Sánchez y de su Gobierno por mejorar la vida de los españoles y españolas.