El proceso es, a grandes rasgos, el siguiente. El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), proporciona consejo científico a la Comisión Europea sobre los totales admisibles de capturas (TACs) que deberían implementarse en las diferentes especies para una explotación sostenible de las mismas. A partir de esta información, la Comisión Europea realiza una propuesta a los Estados miembros y esta propuesta se negocia y discute posteriormente en el Consejo de Ministros de Pesca de la UE, órgano que finalmente decide los límites de pesca para las diferentes especies de aguas profundas.
Como resultado de estas negociaciones, que tendrán lugar los próximos 19 y 20 de noviembre en Bruselas, los Ministros podrían volver a establecer numerosos límites de pesca ignorando el consejo científico y alejándose un año más de la consecución de la pesca sostenible. Un resultado nada deseable y que la ciudadanía no debería permitir.
La Política Pesquera Común, en vigor desde hace 4 años, obliga acabar con la sobrepesca como muy tarde en 2020. Desafortunadamente, aunque ha habido algunas mejoras, parece improbable que esta meta pueda llegar a cumplirse, ya que muchas poblaciones de peces siguen estando altamente sobreexplotadas. Esto se debe a que los responsables políticos ignoran voluntariamente el consejo científico aportado al principio del proceso, generando una perpetuación de la sobrepesca. Una decisión especialmente grave cuando las especies en cuestión son altamente vulnerables en términos biológicos, como por ejemplo las especies de profundidad, incluidos los tiburones. Estas especies son muy longevas en condiciones naturales, presentan un lento crecimiento, maduración sexual muy tardía y muy poca descendencia, lo que las hace extremadamente vulnerables a la sobrepesca ya que son incapaces de recuperarse rápidamente del impacto de la pesca.
Por ejemplo, la mayoría de los Totales Admisibles de Capturas (TAC) permitidos establecidos por los ministros de pesca de la UE para 2017 y 2018 (15 de 20) excedieron los niveles recomendados por el CIEM. Fue el caso del granadero de roca, besugo de pinta, brótola de fango y sable negro, llevando a estas especies fuera de los límites biológicos de seguridad. Hecho que pone en una situación muy delicada no solo estas especies, sino el conjunto de los ecosistemas marinos de profundidad. Merece especial atención el caso del granadero de roca, una especie que la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) clasificó en 2015 como En Peligro Crítico. Sin embargo, España, uno de los países con mayor interés pesquero sobre esta especie, podría continuar promoviendo su sobrepesca en el próximo Consejo de Ministros de Pesca de la UE a niveles nada deseables.
En el caso de los tiburones de profundidad, está ampliamente documentado que incluso los niveles más bajos de mortalidad provocada por la pesca pueden llevar a una sobreexplotación de la población. Existe, además, una grave falta de información sobre la biología de estas especies que dificulta aún más su gestión. Así, durante el último asesoramiento científico de tiburones de profundidad de la UICN, sólo fue posible encontrar información adecuada para el 2,2% de todas las especies de tiburones de profundidad.
En el pasado, importantes pesquerías tenían como objetivo a los tiburones de profundidad, principalmente por el aceite de sus hígados, aunque la aplicación de límites de captura sobre estas especies redujo paulatinamente su persecución como especies objetivo. El CIEM recomienda que la mortalidad de tiburones de profundidad por pesca sea mínima y que no se permitan pesquerías dirigidas sobre estas especies. Por ejemplo, en la pesquería de palangre de sable negro que se realiza en Azores y Madeira, se permite la descarga de 10 toneladas de tiburones de profundidad como “bycatch” (capturas accidentales dentro de pesquerías con otras especies objetivo), al considerarse imposible de evitar. Aún así, este límite fue permitido bajo la premisa de obtener más información biológica sobre estas especies. Por el momento no queda claro como esta medida ha sido implementada.
Sin embargo, varias especies de tiburones y rayas de profundidad son capturadas como bycatch en diferentes pesquerías europeas y no se encuentran incluidas en el Reglamento Europeo que gestiona la pesquería de especies de aguas profundas. Este es otro de los aspectos que genera serias dudas sobre como la UE -y por ende los Estados miembros- pueden asegurar la sostenibilidad de las especies que no se encuentran incluidas en la normativa.
Así pues, es urgente asegurarse de que los respectivos Estados, y en particular el Estado español, establezcan oportunidades de pesca en base al consejo científico durante el próximo Consejo de Ministros de Pesca de la UE. También es necesario que la UE desarrolle un plan de gestión para las especies de profundidad (incluyendo los tiburones) que debería incluir un incremento substancial en la recolección de datos, una mejora en la selectividad de las artes de pesca y evitar las áreas y las profundidades donde hay abundancia de especies de aguas profundas.
Por último, pero no menos importante, cabe recordar que la mayoría de las pesquerías en aguas de gran profundidad se realizan con artes de pesca, como el arrastre de profundidad, que no son nada selectivos y que tienen un alto potencial destructivo para los ecosistemas. Por eso animamos a los responsables políticos a que hagan una profunda reflexión al respecto y que tomen las medidas necesarias para garantizar una pesca sostenible antes de 2020 (tal y como dice la normativa) y avancen hacia la tan necesaria transición hacia pesquerías de bajo impacto ambiental.