Hace casi tres años, mis compañeros y yo llegamos a España porque en Siria nuestra vida corría peligro. Ahora vemos las escenas de los aviones de combate rusos, su bombardeo en tierras ucranianas y la huida de civiles a los refugios, y sentimos un escalofrío que nos transporta al recuerdo traumático de la intervención militar rusa en Siria y la destrucción de hogares sobre las cabezas de sus residentes. Una realidad ante la que todos los países del mundo han hecho la vista gorda (ya han pasado 10 años desde que empezó la guerra en nuestro país), y han guardado silencio, con declaraciones vacías y amenazas estériles. Rusia y su poder militar todavía están en Siria, bombardeando y ocupando tierras del pueblo sirio. ¿Es la situación en Ucrania hoy diferente de la Siria de ayer o incluso de la Siria de hoy?
Desde el regreso como presidente de Rusia –si es que realmente se fue en algún momento–, Putin ha centrado su atención en restaurar la influencia rusa en el antiguo círculo soviético. Putin quiere posicionar a su país como un jugador global influyente. Para conseguirlo, no duda en usar la fuerza militar y producir tensión, división e inestabilidad. Es algo que saben bien en Chechenia, Georgia y tantos otros lugares del mundo, entre ellos Siria, que desde 2015 padece la lluvia de bombas rusas. Las declaraciones de condena de los líderes internacionales no sirvieron y nada apunta a que esta vez el resultado vaya a ser diferente.
Rusia dice ahora que su ocupación en Ucrania es en beneficio del pueblo. Es lo mismo que dijo anteriormente para justificar sus atrocidades en Siria, mientras que los números decían lo contrario.
Los cazas de guerra rusos empezaron a bombardear Siria el 30 de septiembre de 2015, coincidiendo con la pérdida de poder del dictador Bashar Al Assad en grandes áreas del país bajo control de la oposición. Desde esa fecha hasta el 30 de septiembre de 2020, el Ejército ruso ha provocado al menos 6.589 víctimas mortales civiles, entre ellas 2.005 niños y 969 mujeres, según datos de la Red Siria de Derechos Humanos, que trabaja para documentar la masacre que vive el país. La intervención militar rusa en Siria internacionalizó el conflicto. ¿Es la intervención militar rusa en Ucrania diferente de la Siria?
Hoy, Moscú está repitiendo el escenario sirio en Ucrania, y el Ministerio de Defensa ruso dice, tras el inicio de los bombardeos en Ucrania, que se prepararon videos con anticipación para “fabricar” las muertes de civiles en Ucrania, para ser publicados en las redes sociales. Esta manipulación es exactamente igual que la que vimos y documentamos en Siria. Previamente, Putin afirmó que sus fuerzas solo matan a soldados y terroristas que luchan contra el Gobierno sirio, y que la Defensa Civil Siria en las zonas de oposición, los ‘Cascos Blancos’, estaba falsificando videos y fotos sobre civiles asesinados. Esto está lejos de ser cierto. Las organizaciones humanitarias han documentado miles de muertes de civiles bajo el bombardeo de aviones rusos. Mentiras para prolongar la impunidad.
Putin condiciona el cese de ataques rusos en Ucrania a que ese país soberano no firme acuerdos con la OTAN ni ingrese en esa organización militar. En Siria pasó algo similar: los ataques de Rusia, desde Ghouta de Damasco hasta Homs, Alepo y Daraa cesarían si la oposición se rendía y entregaba todas sus armas. Quienes se rindieron se toparon con otra mentira: tras entregar las armas, Rusia siguió atacando, bombardeando e inventando nuevas condiciones, injustas para el pueblo sirio. Al final, Putin solo dejó una opción a los desarmados contrarios al régimen de Al Assad: hacer las maletas e irse a otro lugar.
El desplazamiento forzoso es otra realidad que hoy vemos en Ucrania y que a los refugiados sirios nos provoca recuerdos amargos, rabia, nostalgia, dolor. Sabemos muy bien lo que se siente al huir de los bombardeos. En Siria, millones de personas tuvieron que irse mientras llovían bombas. El sonido de los misiles y los aviones de guerra que hoy transmiten los vídeos desde Ucrania todavía nos pone los pelos de punta. La sensación de desprotección, la imposibilidad de encontrar un lugar de refugio en el subsuelo, es lo que llevó a millones de sirios a asentarse en campamentos en llanuras cerca de las aldeas. No podemos hacer la vista gorda ante el cambio traumático que provoca la intervención rusa en al demografía siria. Ese es uno de los éxitos de Al Assad y Putin: ellos mismos fletaron autobuses verdes que recorrieron Siria de norte a sur para expulsar a la gente de su propia tierra.
Pasan y pesan los años y los días y la situación sigue igual y al mismo tiempo todo cambia. Se multiplica el número de víctimas y desplazados en el mundo entero, pero las posiciones internacionales se mantienen constantes y no cambian. Palabras vacías. Durante años, Estados Unidos y los países de la Unión Europea abandonaron a los sirios ante este destino injusto, a pesar de que Al Assad, con el apoyo de Rusia, cruzó todas las líneas rojas. En Siria no solo se usan armas aéreas rusas de todo tipo, sino que también se ataca a la población civil con armas químicas, sin que este mundo mueva un dedo. ¿Vamos a dejar a los ucranianos a su suerte también, o quizás su presencia en suelo europeo hará que esta vez sea diferente?
Este artículo está publicado previamente en la revista Baynana.