Los 4 candidatos que van a participar en estos dos debates consecutivos, no “van a ganar” (habría que establecer un baremo sobre qué significa ganar un debate electoral y cómo se le atribuyen los puntos, o si es por KO) ninguno de los dos debates electorales en los que van a participar. Así, como suena. Y el hecho de que ninguno de los dos candidatos van a ganar ninguno de los dos debates electorales televisados que vamos a tener durante la recta final de campaña es porque los elementos más decisivos a la hora de valorar un debate y establecer un juicio final sobre quién es el ganador escapa, estrictamente, de sus posibilidades como candidato y cabeza visible de su partido.
Esto es así puesto que la influencia directa que tienen las 2 horas de show televisivo tienen una influencia mucho menor que lo que se genera en el post debate electoral, tanto en los medios de comunicación como en internet. Para ser concretos, si hay una mínima capacidad de influencia de los contendientes del debate sobre los tele-espectadores esta es directamente sobre aquellos que tienen una predisposición a votar a cierto partido y el debate le refuerza sus ideas pre-establecidas o sobre aquellos potenciales votantes que tenían la intención de abstenerse.
Y en esta campaña electoral, donde probablemente el impacto de los dos debates electorales sean mayores dado el alto grado de indecisos y la alta volatilidad que existe dentro de los propios bloques ideológicos, sobre todo en la derecha, el papel del postdebate es más importante que nunca. Y en este partido el que más se puede sentir beneficiado es el equipo que no va a jugar la contienda principal, Vox.
El hecho que la Junta Electoral Central no haya permitido la participación de Vox en ninguno de los debates que se han organizado, sumado a la gran capacidad de movilización que tienen tanto en redes sociales como en Whatsapp, hacen que la formación ganadora de este debate electoral sea la liderada por Santiago Abascal, un líder política con una habilidad de oratoria notable en mítines y actos de campaña pero que tiene su punto débil cuando tiene que confrontar su opinión frente a otros políticos y/o periodistas.
Además, y tal como se descubrió en un mensaje filtrado erróneamente por la formación a un grupo de periodistas, la negativa de la Junta Electoral Central les refuerza su marco conceptual “anti medios de comunicación” que ha instaurado Vox en sus mensajes y que tiene a la figura de Donald Trump como referencia dentro de esta batalla, ya que la influencia de Steve Bannon, consultor político que comparten ambas formaciones, es bastante importante.
Y es que va a ser en esas horas entre los dos debates y los días posteriores al segundo debate cuando se va a decidir, tanto en medios de comunicación como en las redes sociales quién ha resultado ganador del debate electoral, un juicio de valor donde son los propios usuarios de internet, además de los periodistas, quienes deciden el resultado final.
Es, por este motivo, que es crucial que los equipos de campaña tracen una estrategia ad hoc para que sus activistas digitales consigan que sus líderes políticos sean los más votados en las múltiples encuestas que los diferentes medios de comunicación cuelgan tanto en redes sociales como en sus plataformas digitales, especialmente en aquellos medios de comunicación que pueden ser, a priori, menos afines al partido en cuestión.
Además, el papel que se ha de jugar en las redes sociales y whatsapp para poder trasladar los mensajes positivos y propuestas de su candidato con el objetivo de amplificar ese mensaje a ese 40% de la población indecisa puede hacer que la influencia del debate sea más importante de lo que anteriormente lo fue.
Aunque estas acciones, necesarias per se, no serán tan importantes como la capacidad del equipo de activismo digital de elaborar respuestas rápidas, a través preferiblemente de memes, de aquellos mensajes que consideremos que son negativos para los posibles votantes de nuestros rivales. La capacidad de elaborar y difundir de manera rápida estas elaboraciones más homemade de imágenes o vídeos donde mostremos las debilidades o los errores de nuestros adversarios electorales nos pueden ayudar a desmovilizar a los electores de los otros partidos.
Si a esto le sumamos la capacidad de influencia de periodistas y medios de comunicación sobre la lectura y valoración del debate podemos repetir de manera contundente que, los candidatos, solo tienen que dedicarse a seducir al conjunto de la población, no solo a los suyos, y a equivocarse lo menos posible. El resto ya lo debería hacer su equipo de activistas digitales.