Abierta la campaña de coacción al votante

La convocatoria de elecciones en Grecia y la proximidad de todo un año electoral en España han desatado una campaña de coacciones a los votantes que raya el matonismo. Asistimos estupefactos a que bancos, periódicos, altas instancias de la política europea se lancen ya sin pudor alguno a una campaña para sembrar el terror y evitar el resultado que no les convenga. A ellos. ¿Alguien con dos dedos de frente puede creer que semejante empecinamiento busca el bien de la sociedad?

El recién nombrado presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha permitido decir a los griegos que “no voten mal”, relatando los problemas que, en su opinión, afrontarían si eligieran a Syriza, como anticipan los sondeos. Se trata de una persona involucrada directamente –como presidente de Luxemburgo– en el turbio asunto de la evasión de impuestos de grandes empresas conocido como LuxLeaks. Sin pagar su factura política por esa responsabilidad, se inmiscuye para decidir qué es votar mal. ¿Cabe peor que quienes optaron por él tanto en su país como en la UE?

No es la primera vez que se presiona a los griegos. La memoria frágil, que tanto se empeñan en diluir, quizás ha olvidado el periplo vivido por los griegos. En 2011, la UE, su Merkel, su troika y la santísima madre de todos ellos, destituyeron a Giorgos Papandreou al pretender hacer un referéndum sobre los durísimos (nuevos) recortes que les decretaban. De un plumazo.

Arguyeron que había provocado convulsiones en los mercados. Designaron como sustituto a Lukás Papademos, que provenía de la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Todo muy democrático. Es que 'Grecia estaba en bancarrota'. Poco se ha contado cómo, al tiempo que recibía el primer rescate, compraba material de defensa a algunos de los privilegiados socios del cotarro. Por entonces, Merkozy (es decir, Alemania y Francia) y EEUU.

Todos los representantes del neoliberalismo en la tierra emprendieron una campaña feroz (aunque parece que esta va a ser peor aún) para que no ganara las elecciones Syriza al año siguiente. Y no ganó. Por poco. Los griegos así han tragado nuevos recortes de los partidos que provocaron su ruina (trágicos algunos, como el drástico recorte de la sanidad pública), se han empobrecido todavía más, ha aumentado su quiebra, y han visto ascender de forma dramática el neofascismo de Amanecer Dorado. Sobre esto, la UE alerta poco. Nada.

Los males de esa élite para la que se gobierna se han recrudecido al surgir Podemos en España, el sur de Europa se les está subiendo a las barbas. El periódico El País, tras dar la batalla a diario contra ellos, concluía el editorial de este domingo, 'No cometer deslices', con esta peligrosa frase: “Caiga la ira ciudadana sobre quien acaricie un desastre de ese género”. ¿Cómo? Convendría aclararlo. Venía precedida de esta argumentación: “La experiencia indica que cuando los mercados se crispan generan efectos manada sobre los protagonistas más débiles o menos fiables, el pánico financiero y la ruina”. ¿Y eso es normal y democrático?

El día anterior El País había apostado en cabecera de portada por una entrevista con el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, para afirmar que “Podemos amenaza la economía y que peligran los ahorros de los ciudadanos”. Lo dice, pues, el Banco Central Alemán, tan influyente en aquel Tratado de Maastricht que marcaría el predominio de su país en la UE o la función del BCE –que no da crédito directo a los países, sino a los bancos privados para que nos lo presten… con intereses–. Con el sistema que defienden no peligran nada nuestros ahorros, al parecer, vivimos todos en la abundancia.

Se pongan como se pongan, una deuda de un billón de euros como la que ha terminado de engrosar a lo grande, precisamente, Mariano Rajoy, el Austero, no hay quien la pague. No, en varias vidas de españoles. Una y otra vez hay que ver con ejemplos la necesidad de auditar qué se debe y qué no.

Uno muy gráfico: el contrato de las basuras de Toledo –ya con varios imputados– se elevó en 11 millones de euros coincidiendo en el tiempo con un donativo de la empresa adjudicataria al PP de Cospedal de 200.000 euros, cuyo recibí firmó el tesorero aunque ellos digan que no hay nada. Mientras lo dilucida la justicia, digamos que fue casualidad. Pero a ver qué falta hacía aumentar en 11 millones de euros el servicio.

El ejército al servicio de estos poderes es numeroso y disciplinado, y cada día intenta sumar miembros incluso entre los tontos útiles. Los que escudriñan unos programas sí y otros no –de tenerlos o de cumplirlos– pero sobre todo a los que asoman la cabeza. Cualquiera que se relacione con Podemos será sometido no solo a tres escáneres y dos resonancias magnéticas, también a las armas de la mentira y la maledicencia. Hay que tener mucho temple para arriesgarse a estas técnicas. Ahora bien, quizás así se curten para luchar con alguna posibilidad de éxito en guerra tan desigual.

En 1982 las amenazas a España venían del PSOE, que también les iba 'a quitar el jamón y las gambitas', quién lo diría. Tienen una larga tradición de amedrentamiento, bien expeditivo a veces. Antaño maldecían con la ira de Dios, ahora parece que cuentan con la gente aunque en plan oclocracia. De votos, mejor no hablar, si se vota… mal.

Casi cinco millones y medio de parados, tres de ellos sin ninguna prestación, ni esperanzas de trabajo que no sea temporal y a tiempo parcial. Rebajados los sueldos y los derechos laborales. En aumento los desahucios. Niños con carencias alimenticias, insultados por prebostes del PP que los compara con obesos para no abrir los comedores escolares en Navidad. ONG que llaman a mandar potitos y comida en lugar de juguetes (imagen desoladora donde las haya). Pobreza energética, de aguantar a pelo el frío. Truncado el futuro por los recortes a la ciencia, a la educación y la cultura. Expoliados de parte de la sanidad pública para dar negocio privado con nuestra salud.

¿Las pensiones? Corren infinitamente mayor peligro con el PP y sus correligionarios que con nadie que piense en la sociedad en lugar de en el lucro desorbitado de unos pocos. Liderando todos los índices de aumento de la desigualdad y la pobreza mundial. Y además, amordazados por ley, espiados por decreto, manipulados con la propaganda que airean los medios como noticia, engañados hasta en informes oficiales, con la justicia cada vez menos libre, sobre todo cuando toca lo que no debe tocar.

Pues todo esto es lo que defienden los Juncker, los Bundesbank, y sus portavoces, lo que sería una tragedia corregir. Y con tal ahínco que, si se intenta siquiera paliar la estafa, se nos dice desde importante tribuna: “Caiga la ira ciudadana sobre quien acaricie un desastre de ese género”.

Llegados a este punto, es de temer de lo que serán capaces. El abanico es amplio, nada sucio queda fuera. Y, sin embargo, hay un poder ciudadano que crece. Lo saben, por eso luchan de esa forma. ¿De verdad hay alguien que piense que lo hacen por nosotros?

Yo ya lo he dicho: prefiero a Atila que seguir así.