¿La amenaza es rusa o estadounidense?

Durante décadas el “miedo al ruso” les funcionó a la perfección. ¿A quiénes? A los que saben el potencial del miedo como instrumento de control y manejo de la docilidad y procuran utilizarlo siempre que la sociedad se lo permite. ¡Qué vienen los rusos! anunciaban y no había discusión. Los rusos eran sobre todo una incógnita, amenazante eso sí, tras algo tan tenebroso como un “telón de acero” que físicamente nunca existió. La literatura y el cine nos brindaron páginas memorables de aquella pugna que parecía eterna: dos modelos opuestos que se reforzaban el uno al otro y a la vez se contenían como en ese baile de piernas sobre el ring. Cargados ambos de ojivas nucleares desde luego como potencial disuasorio. Y un día, el muro, el de cemento, cayó. Se desmoronó por su propio peso “el ruso”, el soviético en realidad, y se fortaleció y desmandó el del liberalismo occidental. Se bajaron transitoriamente las armas. Y así fue funcionando el mundo unos años.
Sustituyeron a “los rusos” por los yihadistas árabes y -a pesar de que en múltiples cabezas caló como “el Islam” completo con millones de personas-, no dio el mismo juego. Terribles atentados -y bien reales-, decisivo el perpetrado sobre las Torres Gemelas por aquel Bin Laden criado por Estados Unidos, pero nada comparable a una guerra como el dios del dinero manda con sus kits de supervivencia y su acopio de rollos de papel higiénico y el terror que paraliza. Lo peor es que cuela poco en una sociedad a la que han modelado frívola y hedonista y va a costar que se apunte a la labor por más artículos y encuestas que lancen de promoción del belicismo (que no paran). El miedo sí lo pueden inocular mejor. Toda sociedad infantilizada es especialmente sensible a esa amenaza.
Pero hay muchos fallos en el programa. Pensar que Rusia va a atacar a otros países de Europa es harto improbable. Lo de Rusia y Ucrania venía de lejos con sus trampas y compromisos incumplidos. Quienes van a por todas son Trump y sus muchachos. Con Europa plagada de bases estadounidenses cargadas del armamento preciso. En España dos especialmente decisivas: Morón y Rota. La de Morón, cuya función principal son los despliegues rápidos, dispone de 3.000 Marines. La de Rota o Naval Station Rota con cinco destructores ya y habilitados para quedarse de forma permanente. Destructores que sirven para lo que su propio nombre indica.
Entonces, en el improbable caso de que nos atacara Putin ¿Qué haría Trump? ¿combatirlo para salvar a los europeos o todo lo contrario? De momento basta con que hagan acopio de las armas que le compren a Estados Unidos. ¿no?
Este ardor belicista de la UE en particular, con von der Leyen al frente y las comisarias Kaja Kallas y Hadja Labib, se expande con insistencia. El recién jubilado del cargo de Alto Comisionado de Exteriores y Seguridad de la UE Josep Borrell, habla de recuperar no solo el rearme sino “el ardor del guerrero”, dice que los europeos lo hemos perdido. Sí, es conveniente: el ardor combativo del ciudadano que identifica a sus enemigos reales y rechaza los grandes daños consustanciales a una amenaza hipotética de guerra que llevan calentando de largo.
Hay mucho dinero en juego. Y para que se lo lleve quien convenga saldrá de donde sale siempre: de las mermas a los ciudadanos. Por eso se resiste Sánchez con nula colaboración. Starmer, ¡laborista!, en el Reino Unido se ha apuntado enseguida al rearme y a la tijera. Textual: El Reino Unido aumenta el presupuesto de defensa y reduce ayudas sociales. Y la ministra de Economía confirma que el Estado gastará unos 4.800 millones de libras menos de aquí al final de la legislatura, en 2029, en particular en asistencia por discapacidad u otros problemas de salud“. Repito: ”en particular en asistencia por discapacidad u otros problemas de salud“. Ésa es la tónica del momento. Los vulnerables les sobran. Lo caro para atenderles también.
El Putin ruso no es comunista ni por asomo, y la América grande de Trump no es tampoco aquel país de las libertades del que tanto presumían. Va camino de convertirse en una autocracia que impone la voluntad del presidente sobre todo, incluso sobre la justicia. Ambos, Putin y Trump, son grandes colegas desde hace años, como hemos repetido algunos reiteradamente. Y sus intereses no se dirigen prioritariamente al bienestar de sus ciudadanos.
El delirante equipo de Trump está destruyendo el Estado y la democracia a una velocidad de vértigo. Musk, el asesor principal, no solo anda demoliendo con fruición la estructuras de los servicios públicos: se congratula del dinero recogido para iniciar procesos de expulsión de jueces corruptos (los que no secundan las hazañas del gobierno). Son muchas y cada vez más sobrecogedoras sus iniciativas. Y Trump eleva al Supremo su batalla contra el bloqueo de juez federal a las deportaciones de venezolanos a El Salvador, en ese mismo pulso por controlar la justicia.
En los derechos los Estados Unidos de Trump añaden el trabajo infantil desde los 14 y 15 años. Así se está pensando en el Estado de Florida para compensar la ausencia de los migrantes deportados. Para que no pierdan clases el gobernador ha tenido la gran idea de que hagan turnos de noche. Y la prensa libre propone que si no tienes dinero suficiente “puedes prescindir del desayuno”: El Wall Street Journal en concreto.
De la mano de Trump y su equipo pueden regresar las plagas mortales. Va a retirar la financiación a GAVI. la organización que provee de vacunas a todo el mundo en desarrollo. No solo matará allí, en los países de origen, sino que extenderá las enfermedades por todas partes. Lo de Trump va a ser mucho peor que una guerra, mucho peor que una cadena de huracanes.
También va a recortar los programas contra el VIH. La OMS prevé por ello que la medida causará 3 millones de muertes de aquí a 2030, 10 millones de nuevas infecciones y un retroceso de veinte años de avances conseguidos desde el inicio del siglo.
Y la oveja negra de los Kennedy se dispone a eliminar unos 10 mil empleos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y no es que precisamente Estados Unidos goce de una Sanidad idílica.
Este viernes nos desayunamos con otro decreto más. La nueva administración estadounidense se ha lanzado ya a las medidas clásicas del fascismo: Trump ordena una limpieza “ideológica” de los museos Smithsonian y una “restauración” de la historia de Estados Unidos. Ha firmado un decreto para que las instituciones culturales dejen de ser “lugares de adoctrinamiento ideológico”. Y, entre otras medidas, obliga a revisar si las estatuas de ecos racistas que fueron derribadas tras el asesinato de George Floyd deben ser devueltas a su lugar. Y de cumplir todo ello ha encargado a Vance, el vicepresidente que se ha fotografiado disparando como haría un adolescente facha violento. Como hizo en España Ortega Smith, de Vox. En su conjunto es lo mismo que avanzan Abascal y Ayuso. En su día, también le gustó a Pablo Casado ese revisionismo histórico.
En tiempo récord, el equipo formado por Trump ha confirmado las alarmas que suscitó. Le costó sacar adelante en el control del Senado entre otros a Pete Hegseth, un presentador de fin de semana de Fox News. Trump lo eligió por su defensa de un criminal de guerra militar condenado por el asesinato a sangre fría de un adolescente en Irak en 2017. Ahora les ha metido en un lío descomunal al cursar una invitación para un chat no oficial donde se preparaba y ejecutaba un ataque estadounidense a Yemen, a un periodista: el jefe de redacción de la revista Atlantic, Jeffrey Goldberg. Dado que desde el entorno del presidente negaron la veracidad de este tremendo fallo de seguridad, Atlantic publicó el contenido del chat, en una valiente decisión. Con todo detalle. Hoy Trump ha confirmado a su flamante jefe del Pentágono insistiendo, a pesar de las pruebas, en que es mentira y se trata de “una caza de brujas”. Busquen paralelismo con los y las trumpistas españoles. Desde la Dana a los fraudes fiscales.
Del famoso chat hay algunos detalles especialmente llamativos, como publicaba aquí Genbeta. El fallo de seguridad fue “humano”, invitar a un periodista honesto y luego machacarle con mentiras no es una buena táctica. Pero sin duda estamos hablando de un grupo prepotente y violento, además de muy incapaz para las delicadas funciones que tienen a su cargo. El periodista de Atlantic asistió a “detalles operativos, cronogramas de ataques, identidades de agentes de inteligencia, e incluso evaluaciones post-ataque que incluían celebraciones con emojis de fuego, banderas y oraciones”.
´“El vicepresidente Vance expresó reservas sobre los ataques... porque Europa se beneficiaría de los mismos sin haber contribuido, y porque ”nadie sabe quiénes son los hutíes“, por lo que sería difícil justificar la intervención ante la opinión pública estadounidense”, recoge Genbeta.com.
El lumbreras que dirige el Pentagono, Hegseth, dijo:“Comparto plenamente tu repulsión hacia los parásitos europeos. Es PATÉTICO”.
Y otro asesor de Trump zanjó la cuestión diciendo que la intención de este ataque es enviar “un mensaje geopolítico para dejar claro quién lidera el orden internacional”.
¿Con todos estos hechos tienen claro contra quiénes es la supuesta guerra, el cómo, la entidad de los atacantes, sus medios y colaboradores? Los “patéticos parásitos” de la UE, antes que recomendar kits de seguridad deberían hacer caso a expertos como Kishore Mahbubani y “ser más astutos en el ámbito geopolítico”, Y todos, en un momento que sí es difícil, mostrarnos firmes en la defensa de lo que de verdad vale la pena. No es la tierra, sino las personas, y son sus derechos y libertades. Su futuro. Su dignidad.
Y desde luego tampoco ahora vienen los rusos, igual sí los trumpistas estadounidenses y toda la recua de su calaña en los respectivos países.
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