Antonis Samarás recorre a pie la plaza Zappio, muy cerca del Parlamento griego situado en la plaza Syntagma. Un grupo de chavales está jugando a fútbol y el balón va a parar a los pies del primer ministro. El muchacho que va a recoger la pelota, tras presentarse, interpela a Samarás: “Mi padre dice que las cosas son difíciles”. El político hoy tiene un rato libre: “Vamos a sentarnos y charlar”. Se le sientan alrededor todos los adolescentes. “Tu padre tiene razón. La cuestión es que debes fijarte un objetivo y tienes que esforzarte para lograrlo. Hoy Grecia casi está otra vez en el lugar que le corresponde. Casi hemos conseguido ser un país serio y respetado. Todo esto lo hacemos por ti y por todos los niños, para que ni ahora ni en el futuro existan las dificultades de las que habla tu padre. Así que no te preocupes, tú sigue entrenando y nosotros continuaremos trabajando”.
Para acabar, el líder de los conservadores griegos sentencia: “Para que se pueda jugar a la pelota tanto un país como un equipo tienen que disponer de un campo de fútbol y nosotros estamos construyendo uno totalmente nuevo. Esa es la verdad. Dile todo eso a tu padre.” Se trata del spot electoral de Nea Dimokratia.
El anuncio televisivo del partido Griegos Independientes -de centroderecha pero contrario al memorándum de la Troika- es muy parecido. Un niño le pide ayuda a su líder Panos Kammenos porque ha hecho descarrilar un tren de juguete. Éste le explica que la clave está en saber cuándo acelerar y cuándo frenar. La metáfora es muy obvia: al final del anuncio nos enteramos de que el niño se llama Alexis. Como Tsipras.
Dos elementos me llaman especialmente la atención. El primero, que son todo chicos; al parecer, las niñas griegas no merecen que los políticos les expliquen nada. El segundo, que los representantes no hablan a adultos. Dirigirse a críos es un viejo recurso publicitario. El protagonista del anuncio se erige en una figura de autoridad, responsable y pedagógica, buscando la identificación de la audiencia con los menores.
Pero puede que aquí esté la clave de la victoria de SYRIZA: la gente está cansada de que los políticos le traten como a niños. Agotada de gobernantes que le castigan por su bien y que le repiten que la política es cosa de mayores; que ya lo entenderá dentro de unos años. Harta de que la Troika, Merkel y el Banco Central Europeo impongan políticas que nadie ha elegido.
Paradójicamente, SYRIZA despierta más entusiasmo entre mis amigos españoles que los griegos. Casi todas mis amistades de Atenas le van a votar, pero coinciden en que se ha moderado mucho, demasiado. En 2012 presentó un programa de mínimos consistente en 40 puntos. El primero es el único en el que ha centrado la actual campaña: realizar una auditoría sobre la deuda pública, renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo. Oficialmente no han renunciado al resto pero han rebajado el tono de sus intervenciones públicas y no ha reeditado material electoral con los otros 39.
Los de Tsipras temen que la campaña del miedo de Merkel, Samarás y las televisiones privadas vuelva a dejarles en la oposición. De hecho, ND está repitiendo estrategia y esta semana ha aumentado el grado de las acusaciones. A las conocidas amenazas de arruinar el país y que la UE expulse a Grecia del euro, ha sumado la acusación de que la posición pro-inmigración de SYRIZA suponga abrir las puertas al terrorismo islamista. Todo vale. Para contrarrestarla, Tsipras lleva dos años empeñado en demostrar responsabilidad ante los acreedores, solvencia ante los mercados y centrismo en lo que respecta a las políticas de igualdad. Esta maniobra está dando sus frutos según las encuestas, pero ha despertado dudas y críticas entre los sectores más politizados que suponen su electorado tradicional.
Pregunto sobre ello a Amalia y Myrtó. Son atenienses, amigas desde hace muchos años y activistas en un espacio de apoyo a migrantes y refugiados. Myrtó es militante de SYRIZA, Amalia no. Myrtó cree que no han renunciado a nada pero “para ganar unas elecciones no basta que te voten los tuyos. Necesitas llegar a otro tipo de gente y hay que convencer al electorado más moderado”. Amalia es más crítica: “Lo único bueno que ha hecho SYRIZA los últimos dos años ha sido potenciar la coordinadora solidaria”.
Se refiere a “Solidaridad para todos”, la red que coordina comedores, asambleas de barrio y clínicas sociales. Desde la última reforma, que excluyó del sistema público de salud a tres millones y medio de personas, se han puesto en marcha cuarenta clínicas autogestionadas. Otras iniciativas tratan de garantizar el acceso a la vivienda o los suministros básicos a quienes, por culpa de la crisis, no pueden pagarlos. “ND y PASOK llevan cinco años repitiendo que la recuperación es un hecho mientras bajan los sueldos, excluyen de la sanidad a quien se queda en el paro, aumentan los suicidios. Hace dos días murió calcinada una anciana de 78 años por culpa de un brasero que se había apañado porque no tenía dinero para pagar la calefacción. No es un caso aislado. No podemos esperar nada de ellos, nos tenemos que ayudar entre nosotros. Solidaridad Para Todos es lo más importante que tenemos”.
“A mí lo que me molesta de SYRIZA es que no tengo claro hasta dónde están dispuestos llegar para conseguir votos. Las declaraciones de Tsipras sobre la adopción de gays y lesbianas, por ejemplo, son inaceptables”, dice Angeliki, estudiante residente en Atenas, durante un debate organizado en Exarchia sobre la relación de los movimientos y un posible nuevo gobierno. En una entrevista via Twitter, Alexis Tsipras dijo que la adopción por parte de parejas de hecho LGTB es una cuestión “científicamente controvertida”. En 2012, por el contrario, se mostró partidario a tal reivindicación en una entrevista concedida al semanario LIFO.
Otro de los presentes en el debate toma la palabra a continuación: “Yo creo que la cuestión es que no podemos creer su llegada al gobierno va a solucionar todos los problemas. No lo van a hacer ellos, lo vamos a hacer todos juntos. Los derechos que teníamos y hemos perdido como la jornada laboral de 35 horas, la jubilación o la enseñanza gratuita nos los ganamos a pulso. Con ND y PASOK ya sabemos que lo que podemos esperar; son simples lacayos de la Troika. Esperemos que Tsipras nos escuche”.
Ante la pregunta de si ve a la coalición de izquierdas con esperanza, Amalia es rotunda. “Sí. Sin duda. Que estén ellos en el gobierno, igual que si lo logra Podemos en España, me genera optimismo”. Seguido le pregunto si confía en SYRIZA y se hace un largo silencio. “Confío en que el pueblo griego presione para obligarle a cumplir su programa. Cuando gane este domingo 25 voy a celebrarlo, pero a partir del 26 vamos a tener que empezar a pensar en cómo nos movilizamos para exigir que no nos decepcionen. Yo lo que les pido es que actúen con ética. Porque leyes tenemos muchas, pero ética es lo que falta”.