La autocrítica de Mazón: qué bien lo hice pero la gente de Sánchez lo echó a perder
La “autocrítica” que Carlos Mazón anunció este viernes al inicio de su comparecencia en Las Corts valencianas se pareció a eso que los aspirantes a un puesto, cuando se les pregunta cuál es su principal defecto, responden con teatral pesadumbre: “Soy demasiado perfeccionista” o “soy muy exigente”. La autocrítica del president valenciano con respecto a su actuación ante la DANA fue que lo hizo muy bien, demasiado bien, pero que todo falló porque desde afuera –véase la AEMET y la Confederación Hidrográfica del Júcar, órganos dependientes, cómo no, del Gobierno central– lo hicieron mal. Según su relato, la tragedia que ha dejado 215 muertos y 16 desaparecidos fue resultado de una confluencia de causas: la magnitud sin precedentes del fenómeno natural, la deficiente información desde los entes estatales y “fallos en el sistema”, así, en general. Todo se confabuló a favor de la consumación de la catástrofe. Todo, menos su ineptitud y la de su Gobierno.
No voy a entrar en la retahíla de datos que aportó Mazón en su maratónica comparecencia, en sus mentiras, omisiones e inexactitudes, que de eso ya se han ocupado con tino mis compañeros de este diario. Lo que me interesa resaltar es el desparpajo con que ha eludido cualquier responsabilidad, siendo por ley el máximo responsable de la gestión de emergencias en su comunidad. Por más milongas que cuente, la AEMET había declarado a primera hora de la mañana del 29 de octubre la alerta roja por la DANA en Valencia y, pese a que las aguas redujeron su caudal durante varias horas, mantuvo esa alerta maxima a lo largo del día. Es falso que hubiera un vacío informativo, como afirmó en su comparecencia: además de la los datos de la AEMET, la Dirección General de Tráfico publicó en su cuenta de X casi 80 avisos de desprendimientos de tierra, inundaciones y coches arrastrados y la Confederación Hidrográfica del Júcar envió por mail por lo menos 194 avisos sobre la DANA al centro de Coordinación de Emergencias de la Comunitat Valenciana, como reveló elDiario.es. Lo único que faltó fue que alguien le diera un sopapo a Mazón para que reaccionara.
El problema es que no lo hubiera encontrado, porque el president se encontraba en un restaurante céntrico con una periodista ofreciéndole la dirección del canal público de televisión, en un ágape que se prolongó por lo menos tres horas. Mazón, que se había comprometido al comienzo de su comparecencia a aportar toda la información disponible, omitió mencionar esa comida; se limitó a decir de pasada que prosiguió con su agenda del día tras recibir informaciones que pronosticaban un descenso de la potencia de la DANA. El hecho es que, mientras Mazón departía con la periodista, los técnicos de la Comunitat Valenciana elevaron a las 15.01 horas la alerta a “situación 2”, lo que exigía por protocolo convocar una reunión de urgencia del Centro de Coordinación Operativo Integrado (Cecopi), pero este se convocó para las 17.00 horas, dos horas después. Y el president solo se sumó a la reunión hacia las 19.30, retraso que atribuyó a que había mucho tráfico en las carreteras. Por si fuera poco, hacia las 20.00 horas, cuando finalmente se decide enviar los mensajes de alerta a la ciudadanía por SMS, la consellera de Justicia e Interior confesó que no tenía noticia del sistema ES-Alert, cuando la propia Generalitat había enviado este mismo año una circular notificando que este servicio estaba activo para casos de prevención de inundaciones.
Lo sucedido en Valencia fue la crónica de una tragedia anunciada. Y por mucho que intente tirar balones fuera, el máximo responsable de que los estragos adquirieran dimensiones apocalípticas fue el presidente de la Generalitat, a quien le competía por ley la gestión de la emergencia. Mazón no estuvo a la altura del descomunal desafío. Así de simple y así de trágico. No se encontraba en el sitio donde debía estar cuando pesaba una alerta roja sobre su comunidad. En su comparecencia intentó descalificar los avisos de la Confederación Hidrográfica del Júcar porque los había enviado por “mail”, palabra que enfatizó con tufo peyorativo cada vez que la pronunciaba para sugerir que esa vía de información resultaba insuficiente, cuando es la que se ha utilizado normalmente hasta ahora. Cierto: pudieron llamar a la consellera de Justicia e Interior y gritarle: “¡Lee los mails que te estamos enviando, so inútil!”. Pero las voces de alerta llegaban desde diversos puntos, incluso de ciudadanos que llamaban al 112 para notificar problemas. No. La situación no estaba como para perderse casi siete horas en un día que era cualquier cosa, menos apacible, en su comunidad.
Quizá la prueba más contundente de que fue el Govern de Mazón el que falló el 29 de octubre es que esta semana reaccionó correctamente ante una segunda DANA, sin la intervención del Gobierno central. Como lo hizo también la Junta de Andalucía. Se activaron todos los protocolos y los gobiernos autonómicos cumplieron a cabalidad su tarea de gestores de la crisis. Si el Govern valenciano hubiera actuado el con la misma diligencia el 29 de octubre, es probable que la pérdida de vidas humanas hubiese sido menor pese a la intensidad inusitada de aquella DANA. En esta ocasión, el president no estaba en un restaurante fraguando una maniobra para controlar la televisión pública, sino al frente de la situación, y la consellera de Justicia e Interior ya sabía de la existencia del sistema ES-Alert.
Si algo quedó claro en la comparecencia de Mazón, además de su soltura para evadir responsabilidades, es que no dejará el cargo. Otros –otras en este caso– pagarán por su negligencia. Proclamó con aspavientos de mártir que estará al frente del proceso de reconstrucción de Valencia. Esa tarea, sobre decirlo, exigirá inversiones extraordinarias. Y ya se sabe lo que pasa cuando hay contratos de por medio, sobre todo adjudicables bajo la excepcionalidad de la urgencia. Solo cabe esperar que los dineros se utilicen con racionalidad y transparencia, por el bien de los valencianos. Que al menos esto se haga bien.
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