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En Bollywood no todo es bailar y cantar

El cine indio cumple un siglo de evasión y romances

Sabrina Duque

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Colores. Confeti. Canciones pegajosas. Coreografías contagiosas. Chicos de mirada intensa. Chicas en saris perfectos. Bodas fastuosas. Con elefantes. Cuando pensamos en el cine de la India, tendemos a pensar en Bollywood, pero la industria del cine en ese país de más de 1,35 miles de millones de habitantes, el país donde la gente va más al cine, no solo habla hindi, que es la lengua en la que se filma en Mumbai. Bollywood, por cierto, es una combinación entre Bombay –como antes se conocía a Mumbai– y Hollywood.

¿Recuerdan la primera película india que vieron? Yo sí. Y no fue una de Bollywood, aunque estaba filmada en hindi. Fue Kama Sutra, de Mira Nair. Recuerdo que había un elefante, parte de una escena violenta y triste: la ejecución del amante de la protagonista. El final triste, la humillación de Tara y la liberación de Maya –humillada la primera en lo sexual, liberada la segunda por sus conocimientos sobre seducción– dejaron en mí una impresión de un cine que cuestionaba el papel de las mujeres en una sociedad de reyes y cortesanos, pero con ecos que llegaban hasta el presente. La primera vez que vi una de Bollywood –no recuerdo cuál–, no podía emparentarla con el filme de Mira Nair.

En India se filman unas 1900 películas al año. De ellas, unas 340 son en hindi. Pero en el país se producen películas en tamil, télugu, malabar, canarés, maratí, bengalí, punjabi y guyaratí. Y nos abren la ventana de un mundo fuera del cliché del cine de Bollywood: chico conoce a chica y, cuatro horas, mucha acción y veinte escenas musicales después –con más de cien bailarines involucrados en cada coreografía– hay final feliz (y casi ningún beso).

En el cine hindú hay mucho drama, fantasía, épica e historia. Es una historia que comenzó en 1911, cuando se produjo la primera película y aún el cine era mudo. En Chennai –antes Madrás– se producen películas en tamil y en Kolkata (antes Calcuta), las películas son filmadas en bengalí.

En 2016, en todo el país se vendieron más de 2,2 miles de millones de entradas al cine. Ese mismo año, en China –con unos cuarenta millones de habitantes más– se vendieron 1,25 miles de millones de entradas. Según los comparativos que hace Entertales, los tiquetes en India son mucho más baratos que en París, Nueva York o Pekín. Quizás esa sea la razón por la que los indios son las personas del mundo que más van al cine. India tiene el 73% de los ingresos anuales por edición de películas en la zona de Asia-Pacífico.

Hoy, 30 de diciembre, es el Día Internacional del Cine Indio. Quizás sea la excusa para salir del cine local o del cine de Hollywood y echar una mirada a una cinta producida en aquel país, con o sin elefantes. En su plataforma favorita seguro que hay algo. Yo buscaré alguna de Mira Nair: Salaam Bombay, Kama Sutra o La Boda del Monzón (esta se ganó el León de Oro en el Festival de Venecia en 2001). Así que, a dejarse llevar por la magia del invento de los hermanos Lumière, que saben usar tan bien los habitantes de ese país plurilingüe que es la India.

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