El feminismo que le gusta al machismo

El hecho de que el feminismo esté en auge tiene muchas consecuencias positivas para nuestra sociedad, como que cada vez más mujeres vamos adquiriendo conciencia feminista, la cual nos hace analizar nuestra realidad de forma crítica; esto nos da la oportunidad de aprender a identificar, por ejemplo, relaciones o experiencias tóxicas o de violencia que puedan ocurrirnos a nosotras o a mujeres de nuestro entorno.

Pero este auge también tiene una parte mala, y es la del auge del machismo. Machistas que hasta hace nada no se habían visto cuestionados ni criticados por su machismo, se van encontrando con que cada vez más a menudo les dan toques de atención por un comentario o un acto machista. Esto se ve más claramente en redes o en medios de comunicación, donde periodistas y hasta académicos de la RAE que jamás habían prestado atención al feminismo, ahora se revuelven muy agraviados en su contra. Su machismo latente ha despertado a base de críticas continuadas, y se despereza dando manotazos torpes, criminalizando un movimiento que ni conocen ni tienen ningún interés en conocer.

Peor aún es cuando el machista en cuestión es más listo que todo eso, y opta por autodefinirse como feminista. El machista listo es mucho más peligroso que el anterior –al que llamaremos machista torpe– para el movimiento, porque se mete dentro del mismo con consignas aprendidas en las que jamás ha creído, con un discurso feminista de puertas para afuera y un comportamiento machista recalcitrante de puertas para dentro.

El último caso de machista listo que hemos visto últimamente es el del tipo aquel con el torso desnudo que portaba una pancarta con una frase ocurrente contra el acoso sexual, pero del que luego supimos por boca de su propia expareja que era un agresor y además no le pasaba la pensión a su hija de tres años.

Al machista listo estamos todas hartas de verlo, pero muchas veces consigue engañarnos en mayor o menor medida, dependiendo de lo depurado que tenga el discurso, y lo mejor o peor que disimule.

Decía una chica hace unos meses en Twitter (perdón por no citar, no encontré el tuit) algo como que está a punto de llegar el día en el que un hombre se presente como feminista y nos echemos a temblar. Me acordé de ella el sábado viendo a Pérez Reverte en La Sexta, cuando habló de la existencia de dos tipos de feministas: “Las feministas normales” y “las talibanas radicales”. Es decir, que las feministas nos dividimos en dos: las que son aprobadas por los machistas y las que no.

Sin embargo, mientras ocurre todo esto, mientras los medios criminalizan desde sus columnas el feminismo; mientras académicos nos llaman “talibanas”; mientras se centran en que hacemos demasiado ruido pero callan cuando matan a otra mujer más... el debate parece centrarse en por qué los llamamos aliados y no feministas, o en por qué hacemos manifestaciones no mixtas, o en por qué las mujeres organizamos carreras contra el cáncer de mama sólo de mujeres, o... conocerán ustedes el etcétera.

El feminismo, un movimiento hecho por mujeres para la liberación de las mujeres, sigue estando en boca de hombres en todos los mass media: por un lado, Inda llamando machista a Pablo Iglesias para su interés en prime time; por el otro, Pérez Reverte haciendo su clasificación particular de feministas ante millones de espectadores sin ser interrumpido por su entrevistador (también hombre, claro); y entre medias, columnistas hombres de periódicos como El País o El Español intentando también echar por tierra un movimiento que ya lo tiene todo en contra.

Piénsenlo ustedes bien, señores, cada vez que le den un espacio para hablar de feminismo. Piensen: ¿sé lo suficiente sobre este tema? ¿Sé lo que ha conseguido el feminismo? ¿Tengo alguna idea de qué significa eso que digo a veces de “las feministas de antes”? ¿He leído alguna vez a “feministas de las antes”? ¿No están ya bastante estigmatizadas las feministas como para que venga yo a difundir mi opinión sin formar? ¿No debería estar aquí escribiendo o hablando sobre feminismo una mujer feminista? ¿Conozco a alguna mujer feminista a quien pueda cederle el sitio? (Piénsenlo todos, cada hombre en su vida particular, y también los señores de los comentarios de los artículos feministas, porque ocupan siempre todo el espacio intentando demostrar su ignorancia, y no dejan lugar a un debate sano entre nosotras).

Pregúntenselo, señores, porque el feminismo ya tiene suficientes tareas vitales contra las que luchar como para que estén ustedes dando un por saco extra. Gracias.