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Opinión - El bucle de la M-30. Por Neus Tomàs

El bucle de la M-30

Archivo - El portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato.

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En conversación con un buen amigo que vive en Madrid le comento que aunque allí parezca que hay dos Españas, la que quiere echar a Pedro Sánchez como sea y la que besa el suelo por el que pisa, en realidad hay una tercera, la que asiste con no poco estupor a esta especie de competición mediático-judicial (o al revés) en la que se ha convertido la política española. Mi colega, acertadamente y con pesar, me responde que no hay dos ni tres, que en realidad solo hay una España: Madrid y un ecosistema asfixiante que acaba contagiándolo todo.

Los periodistas que trabajamos en Catalunya y tuvimos que informar sobre el procés podemos relatar de manera prolija qué es situarse durante tiempo en una especie de bucle, en una jaula en la que cual hámsters dábamos vueltas al ritmo que marcaban los políticos, como si fuera de ese mundo que compartimos no pasase nada más. En realidad solo hubo dos jornadas en las que realmente la situación merecía todos los focos que tuvo: el 1 de octubre del 2017 y el 27 de ese mismo mes, con la aplicación del artículo 155 y la fallida declaración de independencia. Es más fácil decirlo ahora, con la perspectiva del tiempo, pero supongo que a nadie ofenderá reconocer que se abusó del concepto de ‘días históricos’ puesto que ni fueron tantos ni seguramente tan históricos.

Del mismo modo que existió el bucle catalán ahora podríamos hablar del de la M-30. Recurro a un ejemplo por si ayuda a entenderlo. El martes, en la tertulia matinal más vista a esa hora en Catalunya, la de TV3, la presentadora, Ariadna Oltra, nos hizo la siguiente pregunta: “Para que nuestra audiencia pueda entenderlo, ¿quién es Juan Lobato?”. Era más que pertinente plantearla porque es un nombre que ha irrumpido en la agenda mediática de manera sorpresiva en un caso, el de los correos de la pareja de Isabel Ayuso, que siempre necesita un recordatorio del capítulo anterior para seguir el hilo de la serie.

En la citada tertulia le dedicamos un espacio limitado y de hecho no se comentó la corta comparecencia del todavía líder de los socialistas madrileños porque a quien estábamos entrevistando en directo en ese momento era al coronel Manuel Morato para analizar en qué punto está la guerra de Ucrania. A la misma hora, en el programa radiofónico más escuchado, el que presenta Jordi Basté en RAC1, el tema principal fue cómo combatir las ciberestafas, el delito que todos los indicativos apuntan que es el que más está creciendo.  

¿Significa que el protagonismo de Lobato no esté justificado? Es evidente que lo merece y mucho porque pese a haber dimitido, todavía queda su declaración del viernes ante el juez, y sigue siendo munición para el PP directamente contra Moncloa.

La pareja de Ayuso es un defraudador confeso, pero eso ha desaparecido de muchas de las informaciones y al final habrá quien incluso considere que no pasa nada por estafar a Hacienda y casi hacer gala de ello. Eso es el bucle de la M-30, esa jaula en la que muchas veces se dan por normales cosas que no lo son y se retuercen las situaciones hasta un punto que roza el esperpento.

Permitan otro ejemplo. Entre la España de Broncano y la de Motos está la de Marc Giró o la de aquellos que no ven ninguno de los dos programas aunque puedan tener preferencias por uno u otro. Les confieso que me sitúo entre los que disfrutan del ingenio de Broncano a través de las magníficas informaciones de nuestros compañeros de VerTele o por los cortes que en redes multiplican de manera brutal los visionados de lo que antaño hubiésemos resumido como los mejores momentos. Pero de ahí a vivir cada noche como una final de Champions hay un trecho. El telespañolito de Sabina ahora puede estar con una serie en una plataforma, ver otra cadena o incluso dedicar su tiempo a menesteres distintos. Igual esa tercera España somos los raritos, no les digo que no. O simplemente somos los que hemos decidido tomar distancia de la tensión permanente del bautizado con acierto como ‘Madrid, distrito federal’. 

“Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?”, proclamó Ayuso en el 2020. Fue aún más lejos al considerar que era “injusto” que se tratase a Madrid como al resto de comunidades. No tiene por qué preocuparse. Es diferente a todas, una especie de paraíso fiscal envidiado por las grandes fortunas y las no tan grandes del resto de autonomías. Y con unos tentáculos mediáticos que ríete de los que tenía el pujolismo en sus mejores épocas. Prueba de ello es que el jefe de gabinete de la presidenta amenaza con “triturar” a un medio como elDiario.es por haber publicado una información cierta y al tipo no le pasa nada. Es por cosas como esta que Madrid es diferente, aunque sepan que eso no le convierte en mejor. Más bien todo lo contrario.

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