El bug de España

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En la realidad virtual de Matrix no existen los déjà vus. Cuando Neo dice haber visto al mismo gato dos veces en un mismo sitio, sus compañeros le dejan claro que se trata de un error en el código. Un bug. Una pequeña fisura en la programación que viene a demostrar que la realidad no es más que una simulación.

España también tiene bugs, sus gatos de Matrix particulares que, de cuando en cuando, permiten intuir la realidad que subyace en nuestro país. A veces son flagrantes errores de programación y a veces minúsculas fallas casi imperceptibles. Últimamente hemos tenido uno de cada tipo. Por el lado de los pequeños está el piloto de la DGT que estrelló su helicóptero mientras iba puesto de coca y anfetas.

Tras el accidente, el tipo se dio a la fuga cual muñeco del GTA con cinco estrellas en el cogote. Alguien que se haya tomado la pastilla roja se preguntará si lo de este funcionario Smith es una excepción o un error en la matriz que nos permite inferir la realidad. Si los helicópteros de tráfico estarán más veces de las que nos imaginamos en manos de cocainómanos. Si la DGT será, en el fondo, un tapadera de drogatas ociosos. Si lo serán todos los organismos públicos.

Pero, en lo que a programas corruptos se refiere, pocos más grandes y evidentes que los del caso Mediador. Se trata del clásico escándalo noventero. Tiene todos los elementos que hace treinta años estaban tan de moda por aquí: políticos en calzoncillos, camas de hotel deshechas y prostitutas. Es un revival. Un déjà vu. Desde el mundo de las corbatas se nos insiste en que se trata de una gota de grasa en un océano de aguas cristalinas. Pero ¿y si no es así? ¿Y si es el acceso a la madriguera de conejo? ¿Y si el Congreso resulta estar lleno de mediadores?

Lo que Morfeo no dice de la pastilla roja es que, como la mayoría de los narcóticos, produce adicción. Eso puede llevar a los consumidores a una paranoica búsqueda de bugs por todas partes, obsesionados con esa España real que se empeñan en ocultarnos tras un código aparentemente impoluto. Y se puede acabar dudando incluso de la honradez de los partidos, de los sindicatos, de los empresarios, de la Corona, del Consejo General del Poder Judicial y hasta de la Real Federación Española de Fútbol. Por eso hay quien, intuyendo la verdad, opta por la pastilla azul. No solo es más sencillo. Por norma general, también es más rentable.