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El 'cambio', esa quimera

Distingamos la realidad política y social de los deseos que proyectamos o no entenderemos nada del barullo en el que nos meten. En las pasadas elecciones, a pesar de una política cruel y reaccionaria de este gobierno tan resabido como incompetente, el electorado español no le dio su confianza a la izquierda.

El PP tiene buenos motivos para mantenerse en su soberbia, a pesar de todo lo que hicieron y de la herencia que nos dejan, que incluye vaciar la caja de la seguridad social, cosa de la que no se habla, consiguieron un buen resultado. Y no es que fuera cosa de un día loco del electorado, acabamos de ver en esta misma web un sondeo en el que se revalidaban los mismos resultados de hace dos meses. Da igual que roben, que sean franquistas o que maten, la realidad es que en España la derecha reina.

Me parece que hay que aceptar la evidencia de que la sociedad española ha evolucionado en los últimos años hacia la derecha y no es cosa de los que somos mayores, es en todas las generaciones. Es un fenómeno que, debido a nuestro infantilismo, nos estamos negando a ver.

Si no fuese así no se entendería este espectáculo posterior a las elecciones. El descaro de Rajoy que le reprocha a Sánchez justamente lo que él hace, “utiliza las instituciones para su supervivencia personal” y, por encima, es él quien le llama “corrupto” al otro. O la situación imposible y los equilibrios sin red de Sánchez que ahora está dispuesto a conversar con Rajoy, “el indecente”. Y es que no solo no hay mayoría de izquierdas, tampoco hay mayoría para nada que se pueda llamar un “cambio”.

El único cambio en sentido democrático tendría que basarse en un equilibrio muy complejo entre muchos partidos, eso lo hace complicado, pero lo que lo hace imposible es que tendrían que contar con algún tipo de colaboración con…¡los independentistas! El horror, el enemigo. La derecha españolista ha encerrado al PSOE entre el independentismo y “la unidad de España”. El PSOE está en la situación más crítica desde que que renació, tras la muerte de Franco. Carece de ideología, de proyecto y perdió buena parte del electorado, que se reparten Podemos y Ciudadanos. Y no es culpa solo de Sánchez, es más complejo y tiene causas históricas.

Aquí para el único cambio que da el resultado electoral es para lo evidente, ofrecer la cabeza de Rajoy, al que sí se le acabó completamente el tiempo político. A pesar del reaccionarismo de buena parte de la sociedad española que votaría a un muñeco si el PP lo escogiese candidato, es un político de una época liquidada. Llegó a candidato por designación de la soberbia de Aznar, que es menos inteligente de lo que se cree y lo creyó sin personalidad y manipulable, y se mantuvo atornillado al puesto en un partido de ideología antidemocrática y sin capacidad de maniobra. El PP es un trasatlántico avanzando hacia un iceberg pilotado por un capitán suicida. Alguien sucumbirá, el barco, el capitán o ambos.