1. Frente al extremismo, discurso político y diversidad religiosa
Con su Documento Político de Renovación, presentado en Doha, Hamás se desmarca de otros grupos -especialmente de la Hermandad Musulmana- presentándose como movimiento nacional de orientación islámica e integrador de la diversidad religiosa. El grupo enmarca el conflicto como político y no identitario al distinguir la cuestión territorial de la religiosa y vincular la ocupación de Palestina al pasado colonial europeo. El punto 16 condensa esta idea con un análisis histórico difícil de rebatir:
Hamás rechaza la persecución de cualquier ser humano o la vulneración de sus derechos por motivos sectarios, religiosos o nacionalistas. Hamás considera que el problema judío, el antisemitismo y la persecución de los judíos, son un fenómeno vinculado fundamentalmente a la historia europea y no a la historia ni a la herencia de los árabes y de los musulmanes. El movimiento sionista, que ocupó Palestina con la ayuda de las potencias occidentales, es la forma más peligrosa de ocupación colonial, que ha desaparecido en la mayor parte del mundo y debe desaparecer en Palestina.
El énfasis en la distinción entre judaísmo y sionismo es recurrente en el texto y contrasta con la Carta Fundacional de 1988, en el que ambos términos se utilizaban indistintamente. “Hamás afirma que su conflicto es con el proyecto sionista, no con los judíos por su religión. Hamás no lucha con los judíos porque son judíos, lucha contra los sionistas que ocupan Palestina. Son los sionistas, en cambio, quienes continuamente identifican el judaísmo y a los judíos con su propio proyecto colonial y su entidad ilegal”, señala.
Sin renunciar a su objetivo de liberación de la Palestina histórica por todos los medios, incluida la lucha armada, el documento reemplaza términos relacionados con la destrucción de Israel por otros menos violentos, en el marco de un análisis matizado y pragmático de las causas del conflicto. Abre, además, la puerta a un posible reconocimiento de Israel como Estado al referirse a la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967 con capital en Jerusalén.
2. Búsqueda de legitimidad internacional
El documento se hace público en el contexto de la reunión de Mahmud Abbas (también conocido como Abu Mazen), presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el presidente estadounidense Donald Trump. En los últimos días, los líderes de Hamás no han dejado de lanzar mensajes dirigidos a señalar la ilegitimidad de Abu Mazen y la ANP, que llevan desde 2005 sin celebrar elecciones presidenciales. “Nosotros somos patriotas y respetamos los resultados democráticos”, insistía Meshal en su presentación del Documento, un mensaje que apela al discurso de promoción de la democracia de las potencias occidentales, algo que queda claro también en las últimas declaraciones de Ismail Haniya, dirigente de Hamás en los Territorios Palestinos.
Parece claro que Hamás trata de romper su aislamiento internacional en el contexto del nuevo Gobierno estadounidense (“Trump debe aprovechar esta oportunidad histórica”, o “el mundo civilizado y la administración estadounidense podrán felicitarse por haber detenido la oscuridad que los palestinos sufrimos desde hace muchos años”, son algunas de las declaraciones de Haniya a medios occidentales). Un nuevo gobierno que coincide con el anuncio de que la ANP dejará de financiar el 30 por ciento de la electricidad que llega a Gaza, medida que dejará sin suministro a la castigada población de la franja y que busca reforzar a la ANP, cuya popularidad se ha desplomado entre la población palestina.
3. Aglutinar las demandas palestinas
En el contexto de falta de legitimidad de la ANP, del aumento histórico de los asentamientos israelíes en territorio palestino aprobados por Trump y de la situación insostenible de la Franja de Gaza, donde viven asediadas alrededor de dos millones de personas, Hamás presenta una propuesta política que se desmarca del estancamiento actual, del bloqueo de cualquier opción que plantee una solución digna para la población palestina.
La progresión hacia un discurso inclusivo y respetuoso de los derechos humanos busca posicionar a Hamás como un interlocutor que evoluciona sin perder su esencia. Un actor capaz de aglutinar las peticiones de palestinos del interior y el exterior, que durante años han reclamado que se incorporen matices de consenso y que unifiquen el discurso, frente a los intentos de fragmentación.
Las autoridades israelíes se han apresurado a describir el gesto como “un intento de engañar al mundo”, y son también muchos los palestinos que cuestionan las intenciones del grupo. Pero en un contexto de aumento de los discursos incendiarios y de odio al otro en la región de Oriente Medio -y en el resto del mundo-, de creciente ilegitimidad de la ANP y de reposicionamiento de las potencias internacionales, que Hamás dé un paso al frente con un discurso mucho más político que religioso podría atraer a más países al rechazo de la ocupación. Que se abra una vía alternativa a la actual que pueda unificar posturas de rechazo a la ocupación, dentro y fuera de los territorios, propone un cambio de tendencia frente a la fragmentación de los últimos años.