El banco 'millennial' inglés Revolut busca un responsable de negocio para España. Los aspirantes deben conseguir, en una semana, que 200 personas abran una cuenta y metan diez euros. Es la prueba decisiva. Pero no les pagarán por la gestión consigan o no el puesto. Ha sido una de las noticias más vistas en este medio al inicio de la semana. Al mismo tiempo, la cadena de supermercados Dia, comercio tradicional, cae en picado. En una semana ha perdido el 55% de su valor en Bolsa. Y sigue bajando. No supone el hundimiento del sistema pero sí potentes síntomas de los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad. Y, justo, cuando electores obnubilados se prestan a escuchar los cantos de las orcas asesinas de los fascismos.
El mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa, sin que muchos sean conscientes de cuánto implica. Lo hace ahora mismo. Impelidos cada semana a apagar algún fuego, los periodistas terminamos dejando a un lado las grandes transformaciones que se cuecen. Un tsunami que arrasa con las formas de lo conocido, creando nuevas normas. Las preocupaciones de hoy dejarán paso a otras que se desarrollan en terreno desconocido.
Nos están marcando otra manera de vivir. Pisos nicho sin apenas espacio para moverse, escasez brutal de empleo cargado de incógnitas y formas diferentes de funcionar y relacionarse. Coexistiendo con el inmovilismo y la regresión y un frívolo desentenderse de todo. Tendiendo a la precariedad. En un campo en el que viene a pastar y cazar la ultraderecha.
Soluciones “habitacionales”
El hogar, de entrada. Vamos leyendo las ofertas de “soluciones habitacionales” -toda una declaración de intenciones- que del globo sonda pasan a la realidad. Se están alquilando ya “estudios”, cuatro paredes, de 15 metros cuadrados. “Aunque no hay cocina, la habitación viene equipada con un microondas, una placa de inducción y una nevera”, recogía un reportaje de la Cadena SER. Y, todavía más espectacular, por entre 510 y 550 euros al mes. Auténticos zulos, armarios, como pude comprobar en el Manhattan de los 90 que se fue extendiendo en tendencia. Hay otros, por supuesto. Los de 120 metros cuadrados ya andan por 1.700 euros de alquiler y la derecha política afirma que cobrar 900 euros de salario mínimo es un derroche. El modelo neoliberal se impone y se acrecienta. Se reafirma en su función especulativa, no social. Y hasta Alemania que la había preservado, cae en las alzas de precios. Habría que revertir la tendencia.
La crisis del comercio
El empleo es la otra gran variable. No salen las cuentas. La burbuja que ahora mismo está explotando es la del comercio, el minorista en particular. Un sector que da trabajo a millones de personas en todo el mundo. EEUU, el paradigma del consumo, viene cerrando establecimientos desde la gran crisis de 2008. El año pasado fue una hecatombe. Ahora mismo, al gigante SEARS le quedan 900 tiendas de las 3.500 que tuvo y prevé cerrar 188 de aquí a primeros de año. Ha presentado ya su expediente de quiebra. Los centros comerciales, el gran símbolo de esta fase del capitalismo, se encuentran en un momento difícil.
Cada vez desciende más la actividad comercial en tiendas físicas. La tendencia ya ha pasado a Europa. Se escriben libros sobre el apocalipsis del retail. Artículos que, sin duda, quedarán postergados por alguno de los ataques de los políticos sedientos de poder, algún zarpazo de los medios, alguna boutade de cualquier de los actores de ese gremio. La vida real sigue su marcha entretanto.
Antonio M. Vélez contaba hace unas semanas en eldiario.es las firmas europeas que ya están sufriendo la debacle experimentada en Estados Unidos. La británica Marks and Spencer, la sueca H&M, están cerrando tiendas, como ya lo hiciera la alemana C&A. Inditex también se está viendo afectada en su comercio internacional. Pérdidas millonarias en Carrefour que atribuyen a la compra de Día en Francia. A la propia cadena Dia ya la vemos. Visibles problemas en El Corte Inglés, inconfesos. Rumores de fusiones. De todos con todos. Ya no venden lo que vendían: venden distinto, es el comercio el que ha cambiado y lleva camino de cambiar más. Se citan como causas principales, los avances tecnológicos y la demografía. La robótica. La uberización. La compañía que da nombre al movimiento planea alquilar por horas, como los coches, a camareros, azafatas o guardas de seguridad. De momento, llegarán por su propio pie, se supone. Uber ya planea repartir comida con drones para resolver el problema del tráfico, dice. Habla de “hamburguesas voladoras”. Son dos noticias del día. Cambian los gustos también: clientes jóvenes que prefieren adquirir experiencias y productos menos habituales. Hubo una alocada sobreabundancia de tiendas. Algunos países todavía van en la fase de abrir sin tino.
Todas las grandes superficies se están adaptando. Los usuarios ya no acuden tanto a la tienda física como a Internet, convertida en la vía preferida para buscar antes de adquirir. El comercio electrónico está arrasando, entre los jóvenes sobre todo. En Media Markt de San Sebastián de los Reyes, Madrid, pude comprobar que el espacio para recoger pedidos está ganando terreno, enorme terreno, en la tienda. De un modo casi exponencial. Aún se recoge en las tiendas. Aún. Amazon, la gran cadena de distribución, se multiplica en los envíos. Todos quieren ser Amazon, con lo suyo y lo ajeno. Empezamos a ver un futuro de empleos de repartidores masivo… hasta que sean sustituidos por drones. Habrá empleo para constructores de drones, programadores de drones. De momento.
Los trabajadores del comercio afectados son, según los datos, 42 millones en EEUU, el 25% de la población activa. El 20% en el Reino Unido y en España entre el 16% y el 18%. Pero en el fondo afecta a muchas más profesiones alrededor, al empleo indirecto.
Otra forma de vivir
Lo estamos viendo. Los cines desaparecen de las calles que se llenan de tiendas de ropa barata. Todavía. Se mantendrán algunas solo, lo más probable es que pasemos a las plataformas de distribución que proliferan. Para ver en el metro. En el parque. En el bar. En el gimnasio. En casa. En las que merman. Según el alquiler o la compra que podamos pagar con los empleos que habrá o no habrá pero están cambiando.
Trabajando en casa también. O en el metro, el parque, el bar, la biblioteca. Con la información y hasta la educación que nos llega por los medios. En donde ya se ve a bancos aconsejando sobre la educación de los hijos en vídeos que ofrecen entre las noticias los periódicos. Vigilados, desde en las compras hasta en los pensamientos escritos. Otra forma de relacionarse. Donde lo virtual toma gran protagonismo.
Son solo apuntes del futuro que ya tenemos en la puerta, que la ha traspasado en muchos casos. La Cuarta Revolución Industrial está aquí, la Industria 4.0, I4 también la llaman. Están aquí cuando algunas cabezas no han pasado de la primera o la segunda. A todas se fue adaptando la Humanidad.
Nada previsto para los menos hábiles y competitivos
Lo que parece seguro es que no habrá empleo para todos o no el que conocemos. Ni suficiente población activa para sostener a la inactiva. No por este camino. Los afamados expertos, citados para todo, avisan sin cesar de estos cambios pero no tanto de cómo resolver la ecuación. No, por este camino. Y tampoco contemplan muchos más. Hablan de mejorar las habilidades, los talentos, de especializarse y ser competitivos. De Skills Revolution, Talent Magnet, Digital Leader. Mientras tanto se educa en el adormecimiento. Y no se prevé nada para los menos hábiles y competitivos. Hay otras vías, más sociales, más humanas de abordar el tiempo que viene.
Buena parte de los jóvenes lo tienen claro: les hemos preparado un futuro que no hay quien lo compre ni con regalos de oferta. No parece que les interese adquirirlo y menos sufragarlo con estas cargas. Buscarán sus soluciones. ¿Y los demás? ¿Todos?
España ocupa el último lugar en inversión pública en I+D de la OCDE en datos de 2015. España ha descendido con Rajoy al puesto 26 en el Índice de Desarrollo Humano desde el 13, en el que estuvo con Zapatero.
¿Usted les dejaría la gestión a los chicos de los másters fantasma y las acusaciones fraudulentas? ¿A los que enfangados en sus intereses ni se enteran de lo que realmente debería ocuparles? ¿A quienes agitan banderas por todo proyecto de país? ¿Somos conscientes del futuro que viene?
El mundo cambia, como es su obligación. Lleva haciéndolo desde el comienzo de los tiempos. La involución lleva a la barbarie que ya vemos. Y solo los peces muertos siguen la corriente, como dice un proverbio foráneo que ha terminado siendo internacional.