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¿Qué es lo contrario al racismo?

La importancia del marco conceptual sobre el que teorizaba George Lakoff es imprescindible para ganar la batalla del discurso. Y ahí la lucha contra el racismo parte con una clara desventaja al no disponer de un concepto que englobe todo lo opuesto al racismo y que represente un movimiento al que sumarse.

En los últimos tiempos no son pocos los expertos que coinciden en la ausencia de un elemento como clave en la caída de la socialdemocracia en particular y la izquierda en general: la falta de ideas que construyan. No es renegar de la oposición a las ideas que hieren constantemente los derechos humanos, sino ser capaces también de generar alternativas sólidas a las políticas y discursos cercanos al fascismo (cuando no lo son) que dan pasos atrás.

En España el movimiento contra la discriminación a las mujeres lleva un recorrido institucional y social más amplio que el antirracismo. Eso no quiere decir que tenga una mayor aceptación, como demuestra el hecho de que el término ‘feminismo’ siga despertando fobias incluso en programas de máxima audiencia de televisiones progresistas. Pero no deja de ser una base desde la que construir, desde la que hacer una dura pedagogía para que cada vez más personas se sumen al movimiento.

Esto mismo es lo que falta en la lucha frente al racismo. Tenemos claro el enemigo, pero no el grupo en el que nos encajamos para oponernos a él. Hace poco escribía Javier Gallego un artículo en el que decía acertadamente que ‘Si no eres feminista, eres machista’. Cualquier lector puntilloso podrá venir diciendo que las palabras dan igual, lo que importa es la intención. Pero si esto fuera cierto la palabra feminismo no generaría tanta oposición.

Volviendo a la búsqueda de este término para la lucha contra el racismo encontramos palabras que sirven de parche, pero no tapan el agujero. Son significados parciales que dejarían fuera otras reivindicaciones muy importantes. Hablamos de inclusión, tolerancia, integración, reparación, diversidad, igualdad, interculturalidad... y un largo etcétera.

Por desgracia, si bien ‘antirracismo’ es la palabra que primero se nos viene a la mente, no podemos obviar una cuestión: ¿Qué es lo contrario al racismo? En pleno 2017 todavía hay gente que cree que el racismo es el simple odio a otra persona por su color de piel, sin pensar en todas esas relaciones de poder forjadas a lo largo de la historia que han permitido a un grupo someter al resto sistemáticamente. Cogiendo esta definición y añadiendo el 'anti', dejaríamos fuera por ejemplo a toda la influencia colonial que terminó creando este sistema racista.

El resto de términos también son incompletos. La diversidad es uno de los conceptos más reclamados, pero requiere de más prioridades ya que por sí sola no garantiza la ausencia de racismo. Hay colegios que se creen inmunes al monstruo del racismo por la diversidad presente en sus aulas y olvidan trabajar otros aspectos como la tolerancia o la igualdad de oportunidades. Pasa lo mismo con la interculturalidad, cuyo valor queda reducido a cero cuando hablamos de personas que sufren racismo aunque compartan la cultura de las personas que le agreden.

Esto nos lleva a construir un movimiento en positivo que aglutine todas estas y más luchas, en la que aunque cada persona o grupo tenga un cometido más concreto, todos nos sintamos parte de un todo. En España tenemos el espejo de la lucha feminista, con un debate mucho más avanzado y sus cientos de matices y perspectivas. No debemos demorarnos mucho más, es el momento de encontrar nuestro 'feminismo'.