El 31 de Mayo de este mismo año, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, presentó una moción de censura a Mariano Rajoy que, con el concurso de 180 votos, le llevó a la presidencia del gobierno. “Esta moción nace de la evidencia de que no queda otro camino para defender el prestigio de instituciones gravemente dañadas”, dijo en su discurso el candidato. De ahí que invitara a los diputados, a los españoles a los que representan, “a que abran una ventana de esperanza desde la convicción de que, entre todos, podemos construir una España distinta. Con una democracia sana. Fuerte. Ejemplar”.
Bien, pues, no la veo, no la vemos, seguimos sin verla. Cinco meses después.
Es cierto que el gobierno del PP fue nutritivo caldo de cultivo de toda involución, alimento de una ultraderecha impune, de las cruzadas mediáticas. Y que la corrupción constituyó la sustancia, el hueso y el tuétano de esta pócima nociva. Pero esto no se arregla añadiendo zanahorias al caldo, ni una patata que absorba los excesos. Hay que actuar con firmeza.
Catalunya, para empezar. El proces. El descomunal problema con el que hoy nos encontramos. Hijo directo de un Rajoy que antepuso sus perspectivas electorales a la cordura, a la política de hecho. Tenemos hoy todos los datos, las reuniones, los desacuerdos, la festiva campaña de firmas, el recurso de inconstitucionalidad al Estatut. Porque esto viene de lejos. Por supuesto, que el soberanismo ha cometido errores, el primero no calcular con quién trataba. Y, desde luego, embarcar a los ciudadanos en un camino de improbable final satisfactorio.
El hecho es que allí, en Catalunya, donde había un PP residual han venido a pacer muchos otros para quienes la unidad de un territorio y una sola bandera es el único objetivo político confeso. Ya nos conocemos todos mucho para saber que eso es más bien el reclamo. Viejos resquemores, un punto de xenofobia, desataron el virulento “a por ellos”.
Pueden añadir matices, aportar explicaciones, distintos puntos de vista, pero el hecho es que la Fiscalía del Estado, haciendo suyas las tesis del cuestionado juez Llarena, acusa de rebelión a Junqueras, los 'Jordis' y Carme Forcadell. Y les pide penas de entre 25 y 16 años. Por la consulta del 1 de Octubre de 2017 y antecedentes. Por haber puesto urnas para votar. Todos ellos, y algunos otros ex consellers, llevan en torno a un año de prisión preventiva.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional acusa a Trapero y a sus superiores de rebelión también, y les pide 11 años de prisión. Un delito que la justicia europea no ve aplicable a lo sucedido en Catalunya. De hecho ha negado la extradición de los políticos huidos, demostrando que si todos los acusados se hubieran marchado, estarían libres. No hubo ningún golpe de Estado, los golpes de Estado no son así. En España sabemos de eso, por desgracia.
La abogacía del Estado se inclina por el delito de sedición y pide la mitad de las penas. Enorme agravio para los medios que van a su guerra. El Mundo como ejemplo destacado hoy.
¿Claudicar es pedir sedición en lugar de rebelión? El abogado Gonzalo Boye, que logró internacionalizar la persecución de los líderes del procés, no lo ve así precisamente.
Estos terribles sucesos forman parte de la contienda de fondo. Las dos Españas siguen ahí. Quienes socavaron “el prestigio de instituciones gravemente dañadas” lo siguen haciendo.
Pasemos si no a ese PP que en el que su secretaria general entonces, Dolores de Cospedal maniobra y negocia con un comisario regente de una organización criminal, según la acusación que le ha llevado a la cárcel. Con ayuda de su marido, Ignacio López del Hierro, activo participante en las reuniones, a quien sepamos nadie eligió para esa función. Lo que estamos conociendo es flagrante. No traten de equipararlo con ningún otro caso. La número dos del partido en el gobierno en reuniones clandestinas. Sabiendo de la destrucción de pruebas de corrupción. Haciendo encargos mafiosos.
La democracia española está seriamente pervertida. Lo vemos a diario en múltiples manifestaciones. A salvo de algunas disfunciones, el Parlamento no. Y a ellos compete preservar la acción de un gobierno que no puede pararse en buenas intenciones. Es cuestión de supervivencia. De la democracia. De la decencia incluso. Y con ellas del futuro de toda una sociedad.
La justicia española no puede ser una excepción de la propia Justicia que se gana unas mayúsculas. Lo que humilla a España -que tanto preocupa en sus acusaciones a Casado y Rivera y sus voceros- es el ridículo internacional de pedir rebelión y sedición por poner unas urnas. Y apalear a los votantes, no lo olvidemos. Todo el mundo lo vio. Apliquen la justicia homologada y saquen a estos políticos de la cárcel de una vez.
Una justicia independiente se miraría muy en serio las andanzas del PP para poner en marcha los procesos pertinentes que limpiaran semejante historial de corrupción. Pero, en este y otros casos, difícilmente puede lograrse cuando el poder judicial se elige “a dedo”. El libro de Ignacio Escolar y Joaquim Bosch lo demuestra claramente. Existen pues mecanismos que eviten tentaciones de parcialidad.
Las subvenciones camufladas a una prensa que no informa sino que manipula y que incita al odio deben terminar. Cierren el grifo hasta que ejerzan el periodismo.
Si la jerarquía católica se empeña en permitir que nos incrusten los restos del dictador Francisco Franco en el centro de la capital de España, revisen el concordato. Cierren el grifo si no cumple los estándares democráticos en este punto.
Cierren el grifo a las organizaciones fascistas y filofascistas como ya pide el parlamento europeo. ¿Qué pito tiene que tocar en España lo que opinen los Franco? Hasta de respeto se ha oído a hablar.
La Guardia Civil escribe en twitter lo que debemos hacer con la bandera de España. Añadiría una reflexión a las críticas. La bandera no es lo que mueve al orgullo y es susceptible de ofensa. Los valores de paz y libertad están en la sociedad, o deben estarlo. A mí no me cabe la menor duda de que hay gente que se esfuerza por defender esos valores hasta con riesgo de su vida. Desde el Mayor Trapero a muchos otros.
La Sexta retira el vídeo de El Intermedio que ofendió a los que ven España solo en una enseña de tela. TVE se disculpa con la Falange a quien se ha faltado al respeto en OT. Léanlo dos veces quienes no lo sepan. ¡al respeto! ¡A Falange! Y no es lo más grave. Los continuos ataques de la derecha política y mediática se van notando en los telediarios. Acaben con los cupos, con las declaraciones opinativas, los espectadores precisan información. Claro que aquí atacan los medios con igual virulencia hasta con campañas de difamación en las que tienen larga experiencia. Sus víctimas poblamos los ceniceros de sus ganancias.
Miren Brasil, como último ejemplo. Con paños calientes no se soluciona este conglomerado. Este tipo de adversario emplea los usos del maltrato clásico. Contemporizar les supone un avance. Ceder solo es la antesala de ceder más. Dijo Pedro Sánchez : “una época de la que hay que pasar página”. No se ha pasado. Atiendanel gobierno y sus apoyos. Miren a la sociedad. Actúen. Con firmeza. “Todos, podemos construir una España distinta. Con una democracia sana. Fuerte. Ejemplar”, sí. No hay excusa. En España siempre hay ruido de sables y de sobres. Hasta que el potente sonido de la democracia los apague con fuerza atronadora.