Deja tu pueblo como te gustaría encontrarlo

11 de julio de 2020 21:20 h

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El campo se prepara para llenarse de turistas nacionales: casas rurales, apartamentos y hoteles de montaña, campings, albergues, balnearios; la gente se está tirando en plancha, lo cual está muy bien, pero existen riesgos.

Porque ¿con qué espíritu vamos a acudir al campo en las próximos semanas? ¿Con el mismo que demuestra la acumulación de guantes y mascarillas por los caminos y los descampados?  Porque si es así, en el pueblo tienen serios motivos para echarse a temblar.

¿Vamos a ser capaces de respetar el entorno rural como se merece? ¿Protegeremos su salud como estamos protegiendo la nuestra? Estas preguntas, a las que el lector estará dando respuesta de manera automática, son las que debemos hacernos antes de pasar de las avenidas a los senderos.

De lo que se trata es de actuar en el campo como lo hacemos en nuestro propio hogar: entender que todo cuanto nos rodea merece el mismo respeto que cualquiera de nuestras propiedades.

Entender que los pueblos y su entorno natural son un patrimonio que debemos proteger con una actitud responsable: con independencia de las actividades a las que nos vayamos a dedicar durante la vacación. Ejercer como turistas responsables: ser conscientes de que el paisaje que nos acoge es patrimonio de todos y que todos tenemos el derecho a disfrutar de él, es cierto, pero también el deber de conservarlo.  

Para activar esa actitud y promover la conciencia colectiva desde Proyecto Libera nos invitan a participar en una preciosa campaña virtual para lograr que este verano nuestros pueblos y sus entornos naturales resplandezcan libres de basuraleza.

Además de invitarnos a disfrutar del turismo de naturaleza de una manera responsable y comprometida con su cuidado, desde este proyecto de SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, que ha conseguido movilizar ya a más de 30.000 voluntarios en toda España, nos proponen subir a las redes sociales una foto del pueblo o el entorno rural en el que vamos a pasar el verano con el hashtag #MiPuebloSinBasuraleza.   

Ojalá las redes sociales se llenen de imágenes de pueblos sin bolsas de plástico, toallitas húmedas o colillas, que son tres de los residuos que ocupan los puestos de cabeza en la lista negra de la basuraleza.

Unos puestos de cabeza a los que por desgracia, y a una velocidad de escalada que asusta, se están incorporando los guantes y mascarillas con los que nos protegemos de la COVID-19 y de los que hasta hace apenas unos meses no teníamos noticia.

Esta semana se han conocido los datos sobre la vida media de ambos residuos en el entorno, y son escalofriantes. Los guantes, tanto los de nitrilo como los de vinilo, tardan 30 años en descomponerse, mientras que las mascarillas más utilizadas, las quirúrgicas azules y blancas, son de polipropileno y tardan hasta 400 años en biodegradarse.

Es decir: dentro de cuatro siglos, las mascarillas que están apareciendo en los caminos o abandonadas en mitad del campo seguirán contaminando el suelo y el entorno mientras se descompone. Tirarlos es un acto tremendamente irresponsable e incívico que genera un alto impacto medioambiental. Pero no solo eso.

Ese acto pone en riesgo la salud de quienes tenemos por costumbre, seamos de Libera o no, salir a pasear por las afueras con una bolsa en la mano para traerla de vuelta al pueblo llena de basuraleza y echarla en el contenedor general, que es donde van. Y es que a pesar de que sabemos que son peligrosos, nos agachamos y los recogemos: no podemos evitarlo; amamos la naturaleza; estimamos nuestros pueblos.

Este verano, cuando vayas a pasear por el pueblo o salgas por los alrededores, utiliza la mascarilla para protegerte y protegernos a los demás. Y en nombre de todos los que tenemos por buen hábito luchar contra los malos hábitos, te ruego que cuando quieras deshacerte de ella no la tires al suelo. En ese sencillo gesto esta buena parte de nuestro futuro.