“Las estructuras políticas tienen que cambiar. Pero su recambio surgirá mientras la gente actúa y se comunica en el presente, no hablando del futuro”. La frase pertenece al libro Democracia de Código Abierto, del estadounidense Douglas Rushkoff, publicado en 2003. La crisis global no ha hecho más que confirmar algunas de las intuiciones o diagnósticos de Rushkoff sobre la caduca democracia representativa. Sin embargo, las alternativas políticas no están tan claras. Algunos hablan de los mecanismos de la democracia directa (iniciativas populares, referéndums...). Otros insisten en el camino de la democracia participativa. La democracia líquida, basada en delegados y no en representantes, aplicada internamente por el Partido Pirata alemán, también cotiza al alza. Sin embargo, existe otro concepto que va ganando fuerza entre colectivos, redes y pensadores: la democracia en red. ¿Dónde está naciendo un nuevo modelo de democracia más acorde con la era de las redes? ¿Dónde se está cocinando la democracia en red?
Un paso previo: remezclar el concepto de 'Estado red' del pensador Manuel Castells. Este nuevo Estado, según Castells, tiene una “soberanía de geometría variable” y nace como “respuesta de los sistemas políticos a los retos de la globalización”. Es una forma superior y más flexible de Estado. El lado bueno de esta teoría sería “el paso del poder nacional al local”, la relajación del vertical Estado nación. Sin embargo, el lado distópico es aterrador: estructuras supranacionales, políticas y económicas borrando las democracias representativas de los Estados Nación. La hoja de ruta de la Troika para Grecia o España es la encarnación del lado distópico. Por eso, la remezcla del Estado red de Castells es más necesaria que nunca. Un Estado red, sí, pero que conecte lo hiperlocal, que garantice la topología de red distribuida y capilar, que facilite la participación. Un Estado red que propicie el empoderamiento ciudadano y la co-creación de iniciativas. Un Estado red que debilite la influencia de las super estructuras financieras y políticas.
¿Y existe ya algún prototipo de Estado red? Islandia es, sin lugar a dudas, el prototipo más mencionado. Tras el colapso financiero, Islandia creó un Consejo Constitucional formado por 25 ciudadanos elegidos al azar para redactar la constitución. El camino islandés ha utilizado plataformas wiki y un diálogo constante en Facebook o Twitter. Todo el proceso tuvo streamings. Todo la información, disponible siempre en tiempo real. La wikicracia participativa islandesa es un prototipo innovador, sin duda. Sin embargo, su mecanismo de participación, además de no ser perfecto, puede ser válido para un país de 319.000 habitantes como Islandia, pero no para otro mayor.
Pero precisamente en lo local, regional o micro es donde están naciendo los prototipos de democracia en red más interesantes. Michel Bauwens, de la P2P Foundation, en su artículo Towards the Partner State Model of Commons Governance, hace un pequeño repaso a algunos nuevos prototipos de democracia. El texto cita el caso de la ciudad francesa de Brest, que ha creado el proyecto Wiki-Brest para dinamizar el territorio y la participación ciudadana. Las inercias digitales refuerzan la cohesión territorial y son los propios ciudadanos, y no el sector privado, quienes cocinan las recetas junto a sus gobernantes. El procomún - lo colectivo, el bien común - es el faro del modelo. Otro caso mencionado es el de la región austriaca de Linz, que ha empezado a autodenominarse open commons region, una mezcla de padrones abiertos en sus datos y softwares, participación y decisiones tomadas en beneficio del procomún. El caso del ayuntamiento de Nápoles, que tiene un puesto político de asistente de procomún del alcalde, ocupado por ciudadanos, sería otra bella inspiración. Pero quizá sea el Gabinete Digital del Gobierno de Rio Grande do Sul, en Brasil, el que esté apostando más por la democracia en red. Tanto, que su eslogan es “Democracia en red”. No es casualidad que haya nacido en Porto Alegre, donde surgió el Foro Social Mundial y el modelo de presupuestos participativos. En todos estos casos, el Estado se reinventa en lo que Michel Bauwens denomina partner State, algo así como el Estado compañero o Estado socio. Un Estado muy diferente del soñado por los neoliberales. Un Estado que mantiene el estado del bienestar y juega un papel vital “en la creación de valor por parte de la sociedad civil”.
El Gabinete Digital de Rio Grande do Sul se inspiró, entre otras cosas, en algunos procesos y herramientas del 15M español. El Propongo de Tomalaplaza.net, en el que los ciudadanos pueden enviar propuestas políticas para luego ser votadas, fue el prototipo para crear el mecanismo de participación del Gabinete.Cualquier ciudadano propone iniciativas. El Gobernador, Tarso Genro, estudia las más votadas. Algunas se llevan a cabo. Además, existe un constante diálogo con los ciudadanos a través de diferentes herramientas. Incluso se pueden votar presupuestos gracias a una App móvil.
El movimiento 15M, su conjunto de procesos y metodologías, también está siendo citado como prototipo de democracia en red por muchos pensadores. Asambleas registradas en tiempo real, documentos abiertos (normalmente en TitanPad o PiratePad), trabajo colaborativo y en red, conexiones transversales entre diferentes asambleas, grupos y nodos... Su Asamblea Virtual está investigando sobre nuevos rumbos tecnopolíticos de participación. La iniciativa Demo4Punto0 encontró un método de votación parlamentaria híbrida, para equilibrar los votos de los diputados con participación ciudadana. La asambleas de barrio, como afirma el investigador Adolfo Estalella, convierten la ciudad en un archivo, en un hardware, en un método.
Sin embargo, de momento, el 15M no ha cristalizado en una estructura que pueda sustituir a la democracia representativa. La nueva democracia en red no nacerá de una decisión por consenso de la Asamblea Sol. Pero mucho menos del actual modelo de representación parlamentaria. La realidad no es ni vertical ni horizontal, sino más bien oblicua. La democracia en red nacerá en un espacio agregador, con metodologías de red, con participación de representantes (o delegados) y ciudadanos, con mecanismos abiertos e híbridos. Un documento de trabajo reciente (un TitanPad) de un grupo vinculado al 15M plantea interesantes preguntas: “¿Qué mecanismos pueden sumar lo mejor de la presencia física y de la interacción virtual?”.
Sin duda, hay más preguntas que respuestas. Pero la clase política española vive enrocada en el mito de la transición. Tal vez los diputados alemanes que se reunieron con activistas del 15M deberían darle unas lecciones básicas de actitud democrática a los diputados que se van del hemiciclo cuando Alberto Garzón, activista y diputado por Izquierda Unida, comienza a hablar. O a los que gritan “vete a Cuba” cuando alguien le recuerda a Rajoy la amnistía fiscal a defraudadores. La democracia en red es, antes que todo, una actitud.