El PP vuelve junto a Vox. La derecha “moderna” y “liberal” de Casado junto al nacionalcatolicismo de Abascal. Qué poco dura la impostura cuando se trata del reconocimiento de nuevos derechos o cuando la Iglesia católica se cruza en el camino de la política. ¡Fuera caretas! Contra la eutanasia vale todo. Lo mismo da decir que el Gobierno tiene ya “licencia para matar”, que comparar a Pedro Sánchez con Hitler, que soltar que la coalición socialcomunista y filoetarra lo que pretende es quitarse de en medio a los mayores para ahorrar gasto sanitario al Estado.
No hay mayor respeto a la libertad individual y a la dignidad de la vida que reconocer el derecho a la eutanasia, pero ellos se empeñan en añadir dolor al dolor y en una falaz defensa de la vida como si quienes apoyásemos un final con dignidad fuésemos partidarios de la muerte. Y se quedan tan anchos.
Siempre les pasa lo mismo. Se oponen o se abstienen en el reconocimiento de nuevos derechos y libertades individuales, pero luego los reivindican, con un retraso de lustros, desde la fe del converso. Debe ser que necesitan más tiempo que el resto de la sociedad para entender que morir en vida no es vivir y que, como dijo hace meses el diputado socialista y médico Agustín Zamarrón, “cuando es mayor el temor a la vida que a la muerte y no se trata de dolor sino de sufrimiento, algo hay que hacer”.
España por fin lo ha hecho. Con retraso, sí, pero tendrá en unos meses una ley que regule el ejercicio del derecho a la eutanasia, como ya la tienen Holanda, Bélgica, Luxemburgo o Canadá. Será una norma garantista que reconoce la objeción de conciencia de los médicos y permite acogerse a ese derecho solo a las personas con dolencias irreversibles que hayan manifestado hasta en cuatro ocasiones su voluntad de acabar con su propia vida y cuenten de antemano con los preceptivos informes médicos. No obliga a nadie y nadie podrá decidir por nadie. Ni los médicos, ni los familiares, ni mucho menos el Gobierno.
Hay que tener muy poca vergüenza o carecer de la más mínima sensibilidad para sostener desde la tribuna del Parlamento, como ha hecho la diputada de Vox Lourdes Méndez Monasterio, que “esta es una ley eugenésica maquillada de bonhomía” y que lo que pretende el Gobierno es evitarse el problema de las “cosas despiadadas” que han sucedido en los geriátricos por la pandemia y, en última instancia, practicar el “asesinato” para “aliviar económicamente el sistema”.
Hace tiempo que una mayoría social lo demandaba, concretamente tres de cada cuatro españoles, según todas las encuestas. Y es que esto no va de izquierdas ni de derechas, sino de morir con dignidad, pese a que haya quien se empeñe en imponer una moral recalcitrante, negar que hay muertes que son el adiós definitivo a una aflicción irreversible y que uno tiene derecho a decidir por sí mismo cuándo quiere acabar con el padecimiento.
La derecha siempre tuvo un problema con el reconocimiento de los derechos sociales que en ocasiones no tiene siquiera su propio electorado. Pero ellos, erre que erre. Siempre van por detrás de la realidad social y de los cambios. Con el paso del tiempo, luego harán, eso sí, uso de los derechos que pretendieron durante decenios hurtar a los demás. Les pasó con la Constitución y hoy 40 años después se erigen en garantes universales de su supervivencia. Pero también con el divorcio, con el aborto, con el matrimonio homosexual y hasta con la ley de igualdad. Quizá era porque ellos siempre encontraban la forma de burlar las prohibiciones que había para los demás. Si no era la chequera y la mentira ante Rota para lograr la nulidad matrimonial, eran los vuelos a Londres para abortar. Siempre la doble moral y la retórica procaz de esos que se llaman liberales pero niegan de forma obscena la libertad individual.
Por cierto, ¿ha dicho algo ya al respecto de la posición de su partido la garante de las libertades de los madrileños? Urge un pronunciamiento público de Ayuso. Mientras llega, ojalá ni la derecha de Casado ni nadie de su entorno, como le deseó la socialista Carcedo, “tengan que utilizar nunca esta ley”. Y si así fuera, que estaría en todo caso en todo su derecho, al menos que no la reivindique como propia con los años. Pasará.