Se sabe, más que nada porque sus dirigentes no paran de repetirlo, que el PP tiene puestas todas sus expectativas electorales en su capacidad de convencer a los ciudadanos de que la crisis se ha acabado. Hasta ahora no lo ha logrado, no por la cantidad de cenizos que se empeñan en denunciar el triunfalismo del Gobierno de Mariano Rajoy sino porque hay varios millones de españoles a los que el crecimiento del PIB no les ha supuesto ni un ápice de mejora económica.
Son todos esos ciudadanos que siguen en el paro -hay cinco millones y medio de desempleados-, o que han encontrado un trabajo por horas y con un sueldo que no les saca de pobres o que tienen un empleo temporal y de salario mínimo o que habiéndose mantenido en su puesto a pesar de la crisis han visto reducidos sus emolumentos mucho más de la media que reconoce el Instituto Nacional de Estadística. Porque ya se sabe lo que pasa con las medias, que para que el resultado sea que todos nos comemos medio pollo hay unos que se comen el pollo entero y otros que no lo catan.
El Ejecutivo y el PP siguen erre que erre con la misma estrategia. Repetir hasta la saciedad que España va bien y que se está creando empleo sin parar. Así que en las previsiones que el Gobierno ha recogido en el programa de estabilidad, que envió el pasado jueves a la Comisión Europea, precisa que se crearán 601.000 puestos de trabajo durante este año, de manera que al final de 2015 “solo” habrá 4,87 millones de parados.
El objetivo parece ser acabar la legislatura con 17.000 empleos más que los que había cuando acabó el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, para poder tener un clavo electoral al que agarrarse. No parece mucho, cuando el PP llegó al poder a finales de 2011 asegurando que con su sola presencia en el Gobierno se acabaría la crisis y con promesas, como la que hizo Esteban González Pons, de que se crearían tres millones y medio de puestos de trabajo.
Tampoco precisa el Ejecutivo, claro, qué clase de empleo se está creando y se va a crear, cuando se sabe que la clave de que se produzca una recuperación social es que se cree empleo decente, de ese que garantiza una vida digna, no de lujo, solo de abandono de la pobreza en la que está sumida ya tanta gente.
Lo que sí se ha demostrado hasta ahora, en lo que va de legislatura, es que se han destruido 1,25 millones de empleos a tiempo completo, de los que más de 800.000 eran indefinidos y que, como llevan tiempo denunciando los sindicatos, lo que ha ocurrido es que se están sustituyendo puestos de trabajo indefinidos por contratos temporales y empleos a jornada completa por otros a tiempo parcial, de manera que el número de horas trabajadas no ha aumentado, simplemente se ha repartido y abaratado. Consecuencias de esa reforma laboral que solo ha servido para precarizar el trabajo, bajar los sueldos y eliminar los derechos laborales.