Escúchanos, oh poderoso Ra

0

Hay tantas cosas que pueden salir mal en el pacto entre el PSOE y Junts, que el camino más fácil siempre será dejarse llevar por la corriente y alimentar la tensión hasta que ocurra el inevitable evento catastrófico. Lo difícil habría sido entender que la derecha se juega quedar aislada de cualquier pacto que no sea con la ultraderecha por vaya a usted a saber cuántos años.

El mal rollo es la estrategia y vale todo. Desde rodearse de un pelotón de portavoces con el cuchillo en la boca y que dejan en gente de consenso a los mismísimos doce del patíbulo, a arriesgarte al meme de aparecer en Instagram pidiendo al personal que acuda a manifestación en defensa de la igualdad de todos los españoles ante el Templo de Debod; como si fueran a rogarle al dios Ra que fulmine a los malos con todo su poder, o estuvieran convocando extras para rodar una escena de masas en un reboot de Cleopatra con Isabel Díaz Ayuso dándolo todo en el papel… Con lo español, castrense y patriótico que habría quedado convocar la adhesión de las masas en el Parque del Cuartel de la Montaña.

La investidura fue el primer candidato viable a evento catastrófico. Pero pasó noviembre y se apagaron las bengalas en Ferraz mientras Pedro Sánchez renovaba contrato en la Moncloa. Luego ya tenía que ser la amnistía, porque España no se rinde y esto ya es intolerable; pero, en Europa, la están estudiando tanto que parece que preparen unas oposiciones y hay que andarse con mucho ojo en las manifestaciones porque, a nada que te despistas, vienen los de Vox y te las birlan y te la llenan de banderas con el aguilucho.

Ahora, la nueva esperanza popular era la reunión en Ginebra y el fantasma del verificador. Lo que iba a ser la versión moderna de la Rendición de Breda se quedó en una reunión entre partidos políticos para ver cómo va lo suyo y quedar para tener otra reunión pasadas las fiestas. El temible verificador se desveló como un previsible diplomático salvadoreño y exembajador en Colombia, Francisco Galindo; sólo escuchar su nombre infunde terror. 

Nos preocupa tanto el tema que aún no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en cómo llamarlo: mediador, verificador, acompañante, relator… el debate que paraliza España. Nada hay más desmovilizador que avisar de la inminencia de una catástrofe que no acaba de llegar. Tanto esperar el fin acaba resultando agotador, ya lo decían los Ilegales.

No se entiende ni la fe puesta por los populares en lo catastrófico del evento, ni la incomodidad de los socialistas al hablar de la reunión; tan obvia y difícil de entender como aquella resistencia infantil a pronunciar la palabra amnistía; hasta que la pronuncias un día y descubres que los otros no te van a perdonar nunca que la hagas, pero tampoco te perdonarían si no la hicieras y que los tuyos te dicen que vale, que no les gusta, pero que hay que hacerla y ya está.