La estafa del IVA cultural

Contra todo pronóstico, subir el IVA cultural no nos ha sacado de la crisis. Resulta de lo más extraño teniendo en cuenta la enorme afición a la lectura y, en general, a la cultura que profesa el pueblo español. La subida impositiva a los libros, la música, el teatro y el cine parecía una jugada maestra, una de esas decisiones políticas que, a la larga, terminan conformando las más luminosas páginas de los libros de Historia, como el Plan Marshall o el New Deal. Pero, por lo que sea, no ha funcionado.

Ya lo avisaron los profesionales de la cultura, esos que, cuando rubrican un manifiesto conjunto, alguna prensa llama intelectuales, así, en cursiva. Muchos se quejaron públicamente, argumentos a los que Montoro respondió con inspecciones fiscales masivas, a ver qué se han creído.

Tres años se ha pasado José Ignacio Wert prometiendo que, a la primera de cambio, bajaba el IVA cultural. Los mismos que se ha tirado jurando que la ley de mecenazgo estaba ya a punto de caramelo y que, en un tris, Iberdrola estaría suplicando pagarles las películas a las jóvenes promesas de nuestro cine. Ninguna de las dos cosas han llegado a ocurrir, quizá porque el Gobierno tenía otras prioridades estratégicas como, póngase por caso, conceder la Medalla del Mérito Policial a la Virgen María Santísima del Amor.

Una cosa está clara: tres años de mamoneo merecen un premio digno de Pasapalabra, y Wert lo ha obtenido. Piso en París de 500 metros cuadrados, personal de servicio y 10.000 euros al mes, gastos aparte, pagados con sus impuestos de usted. Para que luego digan que no se gana dinero con la cultura.

A mediados de legislatura, Cristobal Montoro se sentaba frente a María Guerra, La Script, en los micrófonos de la SER y dejaba claro que la subida del IVA no era una venganza contra los de la ceja. “¡Pero qué venganza!”, exclamaba en su mejor tono Norma Desmond, “venganza, ¿de qué?” Dijo que el cine le chifla y, cuando Guerra le pidió un título concreto, él se limitó a rememorar aquellas sesiones dobles de indios y vaqueros en su Jaén natal. Todo muy Cinema Paradiso.

Hace un par de semanas, Iñigo Méndez de Vigo, el nuevo Ministro de Cultura, explicaba en una entrevista a El País que el IVA cultural no se puede bajar porque todo es muy complicado (o algo así) y que tampoco pasa nada porque ese no es el problema de España. Que hay asuntos más acuciantes, dijo, y justificó su idoneidad para el cargo diciendo que él es muy de Cine de Barrio. A saber dónde le ponen el piso a éste.

Dicen los papeles que el asunto del IVA cultural tensa al personal en Génova, pero yo tengo mis dudas al respecto. ¿Acaso pierde votos el PP por maltratar a la cultura y a sus gentes? Diría que más bien al contrario. De hecho, yo no descartaría que mañana mismo comparezca Pablo Casado y, con su habitual desparpajo neocon, suelte algo como:

“Si nos votan, prometemos acabar con las películas españolas de una vez por todas”.

Quién sabe, igual es justo lo que necesitan para renovar la mayoría absoluta.