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7 estrategias feroces de una derecha salvaje

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. / Efe

José Vicente Barcia

1. Omisión e invisibilidad. La derecha intenta que la sociedad perciba una realidad amputada de todos aquellos elementos que, tomados en conjunto, pudieran suscitar una crítica social profunda. Por ello, fragmenta aquellas cuestiones conflictivas y las descontextualiza vaciándolas de verdad, omitiendo su significado y ofreciendo un significante carente ya de valor transformador. Se trata de generar una semiótica del despiste que sature, agobie y confunda para que sea finalmente se aceptada. No sólo es que Rajoy apenas dedicara 17 segundos a temas socialmente cruciales en el debate del estado de la nación, como el empobrecimiento de la sociedad, es que además se refería a ellos con una evidente intención desinformativa.

2. La culpabilización de los adversarios. Estos días he tenido la oportunidad de conversar con diferentes parlamentarios de la oposición, que me han referido el trato grosero, a veces matón, de miembros de la bancada popular, de algunos ministros y del propio presidente del Gobierno. Esta táctica, además de intentar desestabilizar al adversario político con insultos e insidias, intenta mostrar con ensayado artificio una actitud de indignación como forma de oponerse a la oposición, generando así una inercia de pensamiento social en la que la ciudadanía identifica al presidente con la figura de un padre enfadado que señala a los culpables. Lo que se pretende con esto, es fijar el juicio social sobre quienes son reprendidos y no sobre quienes ejercen responsabilidades de gobierno.

3. Vísceras y cohesión del suelo electoral. Llegados a este momento, en el que el techo electoral del PP se ha desplomado, el partido conservador intenta denodadamente limitar los daños en su suelo electivo. Por ello prescinde, cada vez de manera más decidida, de procesos de razonamiento lógico, proyectando con desmesura temas que, como el terrorismo o el independentismo, agitan miedos sempiternos donde el PP se postula como garante para la solución final.

4. Velocidad y sinmemoria. La mejor manera de hurtar una reflexión crítica al conjunto de la sociedad es a través de una secuencia vertiginosa de acontecimientos, informaciones, debates, etc. Resulta palmario que los estrategas conservadores vienen aplicando de manera metódica y brutal una doctrina de choque en la que se calcula y produce una inestabilidad social que se transforma en un miedo colectivo que deprime, agota y aísla.

5. La exaltación de lo patético. Resulta profundamente turbador la indolencia de una derecha incapacitada para la compasión más básica, como así demuestra que se pase de puntillas sobre el 26% de desempleo, el crecimiento desbocado de la pobreza energética, las cifras de miseria y malnutrición, la violación de derechos humanos en las fronteras y en el interior de nuestro país. Todo ello forma parte de una función en la que se reivindican mejoras tan tímidas como parciales. Los supuestos logros del Gobierno se ofrecen como justificación de los destrozos cometidos. Nada hay de cuestionamiento a propósito de las causas que han conducido al actual colapso.

6. El enmarcado conservador. Otra forma magistral de perpetuar este modelo de colapso es haciendo que los valores esenciales del conservadurismo sean los que enmarquen cualquier debate y pensamiento. Ejemplo de lo anterior es cuando algunos partidos de la oposición asumen y aceptan de manera tácita los postulados neoliberales, quedando el debate relegado hacia quienes intentan darle un tinte más keinesiano o más desregulador, orillándose de este modo las propuestas sustancialmente alternativas.

7. Creación del mito de la derecha limpia. La derecha se comporta como un depredador bulímico incapacitado para la contención y cuyo primer mandato es el de sobrevivir a costa de lo que sea. Por ello, estamos asistiendo a toda una ceremonia pactada (donde habrá victimas políticas reales) en la que se intenta crear un núcleo de “derecha inocente” que se nos presenta como limpia de polvo y paja en relación a la pésima gestión de la crisis realizada por el PP. Esta derecha se muestra como noble ultramontana, como vigía en la lontananza neofranquista que guarda los auténticos valores de la España decente, católica y unida. Habrá que permanecer atentos a la consagración del sarcófago, a sus momias y a su capacidad para hacer alianzas con unionistas, disparadores.

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