Hace unos días el pianista James Rhodes participó en el programa de la 2, “A mi yo adolescente” en el que planteaba algunas inquietudes sobre el reguetón, tales como que no entendía la popularidad del reguetón y Bad Bunny y que honestamente no creía que se fuese a escuchar en 200 años. Yo no sé si Bad Bunny se escuchará en 200 años y sinceramente no me interesa, no todas escuchamos música o bailamos esperando la trascendencia histórica, sino simplemente pasarlo bien; lo que sé ahora es que Bud Bunny ha sido un artista que ha participado en las luchas sociales y políticas de su país natal Puerto Rico, ha acompañado las reivindicaciones por la vida de las personas trans y que tiene canciones como “yo perreo sola” que habla de las mujeres dueñas de sí mismas y que bailan solas para “que ningún baboso se les pegue”.
Esta polémica ha desatado todo tipo de comentarios en las redes sociales; así que yo voy a aprovechar el desorden para hablar del tema y aunque no puedo profundizar en ello, tampoco puedo dejar de enunciar que la misma tiene un trasfondo de racismo y de clasismo también. Aunque Rhodes no lo haya señalado en su entrevista, muchos de estos comentarios han vuelto a mostrar el prejuicio a considerar el reguetón el más machista de todos los géneros musicales y quiero contar aquí por qué nada de eso es cierto, pero además, que afirmarlo desconoce el trabajo tan poderoso que hacen las mujeres del género urbano.
Voy a iniciar esto contándoles –porque me importa que sepan desde qué posición escribo– que yo nací en un lugar donde el baile es casi una religión y donde se baila desde la infancia. El reguetón apareció en mi vida cuando ya estaba en la universidad y desde entonces hasta ahora viene siendo un disfrute absoluto. Tanto para mí, que vengo de una región donde el baile importa tanto, como para cualquier mujer que lo disfrute, pero que no haya sido tan socializada en él, ha implicado el goce de nuestro cuerpo sin depender de nadie, generalmente de un hombre. Así que ¿Qué pasa con el reguetón? Pasa que a las mujeres que nos dijeron que el baile siempre se hacía en pareja y que lo confirmábamos cada vez que íbamos a una discoteca y nos ponían merengue, salsa, vallenato, etc., encontrar el reguetón fue por fin sentir que esos espacios de ocio nos pertenecían, que había una manera de salir de fiesta con las amigas y bailar sintiéndonos diosas y dueñas de la pista, sin tener que necesitar al menos un hombre que bailara con todas, porque además bailar entre chicas no siempre era bien visto.
Ahora, la gran pregunta ¿El reguetón es machista? Todas las manifestaciones artísticas en este mundo son la representación de la sociedad en la que se han construido y esta es una sociedad machista. Sin ir más lejos, no nos olvidemos que hasta hace apenas 5 años el Museo del Prado, por primera vez en sus 200 años de historia, expuso obras de una mujer pintora, Clara Peeters, por ejemplo.
El reguetón es también un montón de mujeres que han guerreado un espacio en el género urbano y que cada vez son más y muy poderosas, así que decir que el reguetón es machista, así con tamaña simpleza implica desconocerlas a ellas, que hablan de nuestra libertad, del sexismo en el que caen sus compañeros de género y que esas letras de disfrute del sexo que siempre se han escuchado de los hombres, es el mismo sexo que también pueden disfrutar las mujeres. Ahí está Anitta con su Downtown diciendo: “En las noches soy yo la que define todo lo que va pasar, a mí no me tienes que mandar”. Ella habla de sus cirugías estéticas porque, como dice, no quiere que las chicas piensen que eso es real y por eso, en sus videoclips muestra su celulitis con total naturalidad. También está Becky G que bien clarito dice en La respuesta, “Yo mejor me quedo sola, yo no te lavo los trastes, Tampoco plancho tu ropa...”. No les voy a contar las veces que me escuché y me bailé sola Soy mía de Natti Natasha, pero, muchísimas, es una bachata en la que hace un himno al amor en libertad, del ser dueñas de sí mismas y amar simplemente por elección “Y si alguien llega a iluminar mis días, aunque sepa que la luz ya aparecía, nadie vino a salvarme solo a acompañarme”. Está la poderosísima Nathy Peluso que abiertamente se asume feminista y de lo orgullosa que se siente de serlo que se muestra sin miedo rompiendo estereotipos de la delgadez y perfección y que hace poco sacó MAFIOSA en donde lanza joyas como “¿Qué mierda le pasa a los hombres cuando se trata de una mujer? ¿Acaso están asusta'os? Yo ya no me lo puedo creer. Al menos haría plata si diera miedo a los del poder”. Y para cerrar estas brevísimas reseñas, mi Diosa querida, Karol G, que es actualmente la representante femenina más fuerte del género urbano, recientemente sumó otro Grammy a su lista de éxitos y además de enseñarle al mundo lo que es una “Tusa” tema que la catapultó en todos los idiomas, incorporó al lenguaje urbano la palabra “Bichota” para aludir a las mujeres poderosas, a las que confían en sí mismas y van a por todas, al crear una canción a la que le dio ese título diciendo “salgo acicala' de pie' a tope porque puede ser que con el culo mío te tope', Me siento bichota sin salir del bloque. To' me quieren partir y no tienen con qué”.
Lo que pasa con el reguetón es que se trata también de mujeres que mueven el culo como se les antoja y lanzan mensajes poderosos sobre disfrutar su cuerpo y vivir libremente y eso, no a todo el mundo le gusta. No hay género musical que se salve de ser machista, pero a nosotras que ya nos han quitado tanto, no nos podrán quitar el derecho a disfrutar, a perrear hasta abajo y a proclamarnos Bichotas.
Colofón: Esta columna está dedicada especialmente a todas las mujeres que disfrutan del reguetón, pero continúan viviéndolo con culpa. Que nadie nos robe el placer amigas, nadie.